conmemorada el 9 de diciembre.
Santa Ana, la madre de Santísima Virgen María, era la hija menor del sacerdote Natán de Belén, descendiente de la tribu de Leví. Se casó con San Joaquín (9 de septiembre), oriundo de Galilea.
Durante largo tiempo Santa Ana no tuvo hijos, pero después de veinte años, a través de la devota oración de ambos esposos, un ángel del Señor les anunció que serían padres de una hija, que traería bendiciones a la raza humana entera.
La Iglesia Ortodoxa no acepta la enseñanza de que la Madre de Dios fue eximida de las consecuencias del pecado ancestral (muerte, corrupción, pecado, etc.) en el momento de su concepción en virtud de los méritos futuros de Su Hijo. Sólo Cristo nació Perfectamente Santo y Sin Pecado, como enseña san Ambrosio de Milán en el capítulo segundo de su Comentario a Lucas.
La Santísima Virgen fue como todos los demás en su mortalidad y en estar sujeta a la tentación, aunque no cometió pecados personales. No era una criatura deificada apartada del resto de la humanidad. Si así fuera, Ella no habría sido verdaderamente humana, y la naturaleza que Cristo tomó de ella tampoco habría sido verdaderamente humana. Si Cristo no comparte verdaderamente nuestra naturaleza humana, entonces la posibilidad de nuestra salvación está en duda.
La Concepción de la Virgen María por Santa Ana tuvo lugar en Jerusalén. Los numerosos iconos que representan la Concepción de Santa Ana muestran a la Santísima Madre de Dios pisoteando a la serpiente.
“En el ícono, los Santos Joaquín y Ana generalmente se representan con las manos juntas en oración; sus ojos también se dirigen hacia arriba y contemplan a la Madre de Dios, que está en el aire con las manos extendidas; bajo Sus pies hay un orbe rodeado por una serpiente (que simboliza al diablo), que lucha por conquistar el universo entero con su poder”.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). The Conception by Righteous Anna of the Most Holy Mother of God. New York, Estados Unidos: OCA.
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