la cual se conmemora el día 14 del mes de septiembre.
Una semana antes de la Exaltación de la Preciosa y Vivificante Cruz, nuestra Iglesia Católica y Apostólica Ortodoxa prepara a los fieles con lecturas bíblicas, oraciones y buenas obras para celebrar el hecho de encontrar la honrosa y vivificante Cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Entre los muchos símbolos de la fe cristiana, la Santa Cruz se considera el más importante. Es el símbolo del cristianismo. Es el símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte. Es el arma contra todas las fuerzas de la oscuridad. Es el arma de los santos. Es el estandarte bajo el cual los justos luchan contra el Diablo.
En el Antiguo Testamento tenemos prototipos de la Santa Cruz. En el Libro del Génesis, el Árbol de la Vida prefigura la Santa Cruz (Gn 2:9). Así como el Árbol de la Vida tenía el poder de dar vida eterna a Adán, con sólo tocarlo (Gn 3:22), así también la Santa Cruz, como el nuevo Árbol de la Vida, da vida eterna a todos los que creen en Cristo. Otro modelo de la Santa Cruz se encuentra en el Libro de Números (21:8-9).
A Moisés, para salvar al pueblo de las mordeduras mortales de las serpientes venenosas, Dios le ordenó que hiciera y levantara una serpiente de bronce, y cualquiera que la mirase se salvaría (Nm 21:8). Cristo mismo usó este patrón como un ejemplo de Su propia elevación en la Cruz. Y así como todos aquellos israelitas que vieron la serpiente de bronce fueron salvados de la muerte, de la misma manera quien se vuelva a Cristo en la fe y lo acepte como su Salvador y enfrente Su Crucifixión será salvo de las flechas mortales del Diablo.
Las mordeduras del pecado y de la muerte se curan con las llagas de Cristo, como anunció el Profeta Isaías diciendo:
Sube ante él como un retoño, como retoño de raíz en tierra árida. No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga las miradas, no hay en él belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada; pero fue él, ciertamente, quien tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por castigado y herido por Dios y humillado. Fue traspasado por nuestras iniquidades, y molido por nuestros pecados. El castigo salvador pesó sobre él, y en sus llagas hemos sido curados. Todos nosotros andábamos errantes, como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Yave cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y afligido, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores. Fue arrebatado por un juicio inicuo, sin que nadie defendiera su causa, cuando era arrancado de la tierra de los vivientes y muerto por las iniquidades de su pueblo. Dispuesta estaba entre los impíos su sepultura, y fue en la muerte igualado a los malhechores; a pesar de no haber en él maldad, ni haber mentira en su boca. 10 quiso quebrantarle Yave con padecimientos. Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado, tendrá posteridad. Y vivirá largos años, y en sus manos prosperará la obra de Yave. Librado de los tormentos de su alma, verá, y lo que verá colmará sus deseos. El justo, mi siervo, justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por eso yo le daré por parte suya muchedumbres, y recibirá muchedumbres por botín; por haberse entregado a la muerte, y haber sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de todos e intercedía por los pecadores. (Is 53:2-12)
El momento de la mayor humillación de Cristo se convierte en el momento de su exaltación con el cumplimiento de su misión salvadora. Por la muerte del Señor, la muerte fue vencida y la vida fue dada al mundo. El hombre llega a ser justo ante Dios Padre sólo a través de Su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. La justificación por la fe en Dios es parte de la entrada en la Nueva Alianza, por medio de Jesucristo, que establece la nueva relación con Aquel que se ofreció a sí mismo por la vida y salvación del mundo.
La salvación se logra a través de la Fe en Jesucristo, Quien cumple la Ley. Con el Nuevo Testamento, el hombre se convierte en miembro del Reino de Dios a través del Santo Bautismo, y recibe el don del Espíritu Santo a través de la Santa Unción. Desde ese momento el Espíritu Santo nos guía, llevándonos al conocimiento de la verdadera Fe en Dios, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Cristo se convierte en el centro de nuestra vida y estamos llamados a ser imitadores de Cristo.
Cuando una persona es bautizada en la Iglesia Ortodoxa, se convierte en Cristo, y a través de su vida, la vida de Cristo se manifiesta en el mundo. El Apóstol Pablo nos enseña diciendo: “Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, vestíos de Cristo” (Gl 3:27).
El Bautismo en Cristo significa que un cristiano ortodoxo participa en la muerte y resurrección del Señor (Rm 6:3). La libertad del pecado se concede sólo a través del Santo Bautismo. Lo que Cristo realizó en la Cruz fue la muerte real del pecado; esto se hace a todos los que son bautizados normalmente. Por el Sacramento del Santo Bautismo, el hombre muere al pecado y se libera de él. A través de nuestra unión con Cristo, a través del bautismo, participación en Su muerte y Resurrección, reside todo el poder de la victoria sobre el pecado.
La Santa Cruz es el poder de Dios para vencer el pecado (1 Co 1:18), y el bautismo es nuestra Cruz. Esta es la razón por la cual el Obispo o el Sacerdote cuelga la Cruz alrededor de nuestro cuello después de nuestro bautismo, para recordarnos las palabras de Cristo: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lc 9:23).
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Co 1:18).
San Juan Crisóstomo nos enseña diciendo que la Santa Cruz es la causa de los que perecen, porque no supieron reconocer las cosas que conducen a la salvación. Nosotros, que damos el testimonio de Cristo, no debemos desanimarnos cuando los que están fuera o viven lejos de la ortodoxia juegan con la Cruz de Cristo y la insultan. Porque, “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Co 2:15-16).
“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará” (Lc 10:19). A través de la Santa Cruz de nuestro Señor Jesucristo, Satanás ha sido derrotado y destronado de su dominio demoníaco sobre el mundo. Con la muerte de Cristo en la Cruz, se completa la obra de salvar a la humanidad. La fe en la Cruz de Cristo es una situación viva, dinámica y continua que los cristianos deben vivir como una experiencia diaria en sus vidas. La ortodoxia no es algo que se aplica sólo en los momentos difíciles de la vida. No es sólo una decisión que uno tiene la opción de seguir o no, sino que es el único Camino de la Vida de Cristo. Con el único Sacrificio que Cristo ofreció en la Santa Cruz, el hombre fue reconciliado con Dios. Esto significa que se restaura la amistad pedida, la paz y la comunicación del hombre con Dios. Nosotros, como cristianos ortodoxos, hemos sido salvados al ser bautizados en el nombre de Cristo.
Somos salvos creciendo con Cristo participando a lo largo de nuestra vida en la vida sacramental de la Iglesia y esperando la misericordia y el amor de Dios en el Día del Juicio Final. Hoy, nuestra Iglesia Ortodoxa celebra la Exaltación Universal de la Santa Cruz. En este día, Santa Elena, la madre de Constantino el Grande, encontró la Santa Cruz. Recordemos lo que el Señor sufrió por nosotros en la Cruz. Pongámonos de pie ante la Santa Cruz con humildad y ofrezcamos a Cristo, como un regalo de gratitud, por el hecho de que nos salvó de nuestros propios pecados. Derramemos lágrimas por nuestras faltas. Exclamemos, “gracias, Señor, por todo tu amor, perdónanos que caemos a diario y no te seguimos. Muestra Tu misericordia a Tus siervos y no alejes Tu Divina Gracia de nosotros, los pecadores e indignos. Por lo que pasaste por amor a nosotros, te damos gracias. Estamos ante la Santa Cruz, prometamos a Cristo que seguiremos siendo verdaderos cristianos ortodoxos y que a lo largo de nuestra vida nos arrepentiremos de nuestros errores”. De esta manera daremos gracias a Dios con nuestra vida. Amén
Domingo Anterior A La Fiesta De La Exaltación (7 de septiembre de 2014).
Metropolitano de Antinoi Panteleimon.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2023). Domingo Anterior a la Fiesta de la Exaltación de la Preciosa y Vivificadora Cruz. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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