EL CRISTO QUIERE DISCÍPULOS NO SEGUIDORES.
Por Ierotheos Vlajos, Metropolita de Lepanto.
El Cristo cuando empezó oficialmente Su obra, invitó a sus primeros discípulos y formó el grupo apostólico; porque primero deberían aprender en praxis (acción) la nueva vida que ha traído al mundo y después enseñar a los hombres de todas las naciones. Los llamó discípulos, así nos lo dicen los evangelistas.
El mismo Cristo dijo: “No hay discípulo superior que el didáscalos=maestro” (Mt 10,24). El evangelio está lleno de este apelativo, como: “Vinieron en Él los discípulos” (Mt 5,1), “Le siguieron sus discípulos” (8,23), “entonces dice a sus discípulos” (Mt 8,37), “y extendiendo su mano sobre los discípulos, dijo: he aquí mi madre y mis hermanos” (Mt 12,49), etc.
Después del Pentecostés y la composición de la primera Iglesia con el Bautismo, la Crismación y la divina Efjaristía, todos los miembros de la Iglesia fueron llamados discípulos de Cristo. En el libro de los Hechos de los Apóstoles uno encuentra muchas expresiones de este tipo: “Como el número de los discípulos aumentaba” (Hec 6,1), “la cantidad de los discípulos” (Hec 6,2), “inspirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor” (Hec 9,1), “Trató de unirse con los discípulos y todos lo temían no creyendo que fuera de verdad discípulo” (9,26), “Fue en Antioquia donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de cristianos” (Hec11,26), “y los discípulos se llenaban de alegría y de Espíritu Santo” (13,52), “le rodearon los discípulos” (Hec 14,20), “animando a los discípulos” (Hec 14,22), etc.
La palabra μαθητής (mazitís) discípulo, indica a alguien que escoge un maestro, se pone a sí mismo a la obediencia de él, para que sea instruido a la gnosis (conocimiento) que él dispone; de manera que sea transmitida también en él la experiencia y los conocimientos del maestro.
El aprendizaje está conectado con la agapi=amor hacia la persona del maestro. Principalmente, en lo que aquel expresa, la elección se hace libremente y naturalmente con la educación sistemática para la iniciación en las verdades.
En la Santa Escritura se hace referencia sobre lo que es el aprendizaje. En algún momento de Su enseñanza el Cristo dijo: “Por eso, el discípulo que ha aprendido en la realeza increada de los cielos es como el amo de la casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas” (Mt 13, 52).
El ser discípulo de la Realeza increada de Dios significa instruirte “en la gnosis de Cristo”. El Cristo es el amo de la casa “como rico” y en él existen “Los tesoros de la sabiduría” (san Teofilactos). Por lo tanto, aquel que se instruye en Cristo, participa en la realeza increada, es decir, a la divina sabiduría, la doxa=gloria (luz increada) de Dios.
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Metropolita de Lepanto, Ierotheos Vlajos.
Traducido por: Jristos Jrisoulas, www.logosortodoxo.com
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