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GRAN Y SANTO SÁBADO

conmemorado el sábado 04 de mayo de 2024.



SEMANA SANTA: EXPLICACIÓN LITÚRGICA DE LOS DÍAS DE LA SEMANA SANTA

por el Protopresbítero Aleksandr Dimitrievich Schmemann

 

GRAN Y SANTO SÁBADO

 

El Gran y Santo Sábado es el día en que Cristo reposó en el sepulcro. La Iglesia llama a este día el Sábado Bendito.

 

El gran Moisés prefiguró, místicamente, este día diciendo: «Y bendijo Dios el día séptimo». Éste es el sábado bendito, día del descanso, en el cual el Hijo Unigénito de Dios descansó de todas sus obras, reposando en el cuerpo conforme a la Providencia cumplida con la muerte. Y volviendo, por la Resurrección, a lo que era, nos otorgó la vida eterna, porque es el único Bondadoso que ama a la humanidad. (Liturgia vesperal del Sábado Santo)

 

Con dicho título la Iglesia vincula el Sábado Santo con el acto creador de Dios. En el relato inicial de la creación que se encuentra en el Libro del Génesis, Dios hizo al hombre a Su imagen y semejanza. Para ser verdaderamente él mismo, el hombre debía vivir en constante comunión con la fuente y el poder dinámico de dicha imagen: Dios. El hombre cayó de Dios. Ahora bien, Cristo, el Hijo de Dios por quien todas las cosas fueron creadas, ha venido a restaurar al hombre a la comunión con Dios. Él, de tal modo, consuma la creación. Todas las cosas vuelven a ser como deberían ser. Su misión está consumada. En el Bendito Sábado descansa de todas sus obras.

 

LA TRANSICIÓN

El Sábado Santo es un día no pocas veces desatendido en la vida parroquial. Pocas personas asisten a los Servicios. La piedad popular suele reducir la Semana Santa a un día, el Viernes Santo. Éste día es rápidamente reemplazado por otro: Domingo de Pascua. Cristo está muerto y luego de repente vivo. Una profunda tristeza es reemplazada repentinamente por una gran alegría. En tal esquema se pierde el Sábado Santo.

En la comprensión de la Iglesia, el dolor no se sustituye por la alegría; se transforma en alegría. Ésta distinción indica que es precisamente en lo oculto de la muerte que Cristo continúa triunfando.

 

PISOTANDO LA MUERTE POR LA MUERTE

En el tropario de Pascua cantamos que Cristo permanece “pisoteando la muerte con su muerte”. Ésta frase le da un gran significado al Sábado Santo. El reposo de Cristo en la tumba es un reposo “activo”. Viene en busca de su amigo caído, Adán, quien representa a la humanidad entera. Al no encontrarlo en la tierra, desciende al reino de la muerte, conocido como Hades (Seol) en el Antiguo Testamento. Allí lo encuentra y le devuelve la vida. Ésta es la victoria: a los muertos se les da vida. La tumba ya no es un lugar abandonado y sin vida. Por Su muerte Cristo pisotea la muerte por la muerte.

 

“Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros”.

 

EL ICONO DEL DESCENSO AL HADES

El icono tradicional utilizado por la Iglesia en la Fiesta de Pascua es un icono del Sábado Santo: el Descenso de Cristo al Hades. Es teología pictórica (o bien, «teología en imágenes», porque nadie ha visto nunca éste evento. Representa a Cristo, radiante en tonos de blanco y azul, enhiesto sobre las puertas quebrantadas del Hades. Con los brazos extendidos, se une a las manos de Adán y de todos los demás justos del Antiguo Testamento que allí ha hallado. Él los libera del reino de la muerte. Con Su muerte Él pisotea la muerte.

 

Hoy el Hades exclama gimiendo: «¡No hubiera recibido yo a aquel que nació de María! Pues he aquí que ha destruido mi poder, ha quebrantado mis puertas de bronce y, como Dios, ha resucitado a las almas que tenía bajo mi dominio». ¡Gloria, Señor, a tu Cruz y a tu Resurrección! (Liturgia vesperal del Sábado Santo)

 

LA LITURGIA VESPERAL

Las Vísperas del Sábado Santo inauguran la celebración pascual, pues el ciclo litúrgico del día comienza siempre por la tarde. En el pasado, éste servicio constituía la primera parte de la gran vigilia pascual durante la cual los catecúmenos eran bautizados en el “baptisterion” y conducidos en procesión de regreso a la iglesia para participar en su primera Divina Liturgia, la Eucaristía Pascual. Más tarde, con el aumento del número de catecúmenos, la primera parte bautismal de la celebración pascual se desvinculó de la liturgia de la noche pascual y formó nuestro servicio prepascual: Vísperas y la Liturgia de San Basilio el Grande que las subsigue. Todavía conserva las marcas de la celebración temprana de la Pascua como fiesta bautismal y del Bautismo como sacramento pascual (muerte y resurrección con Jesucristo ─Romanos 6).

Se entonan las Stichirá del Sábado de Resurrección del Tono 1, seguidas de las Stichirá especiales del Gran y Santo Sábado, que enfatizan la muerte de Cristo como descenso al Hades, la región de la muerte, para su destrucción. Pero el punto central del servicio ocurre después de la Entrada, cuando se leen quince lecciones del Antiguo Testamento, todas centradas en la promesa de la Resurrección, todas glorificando la Victoria final de Dios, profetizada en el Canto victorioso de Moisés después del paso del Mar Rojo (“Cantemos al Señor, porque en gloria ha sido glorificado”), la salvación de Jonás, y la de los tres jóvenes en el horno.

Luego se lee la epístola, la misma epístola que todavía se lee en el Bautismo (Rm 6:3-11), en la que la muerte y resurrección de Cristo se convierten en la fuente de la muerte en nosotros del “viejo hombre”, y la resurrección del nuevo, cuya vida está en el Señor Resucitado. Durante los versos especiales que se cantan después de la epístola, “Levántate, oh Dios, y juzga la tierra”, las vestiduras oscuras de cuaresma se dejan de lado y el clero se viste con las de color blanco brillante, de modo que cuando el celebrante aparece con el Evangelio, la luz de La Resurrección se hace verdaderamente visible en nosotros; el “Alégrate” con el que Cristo Resucitado saludó a las mujeres en el sepulcro se experimenta dirigido a nosotros.

La Divina Liturgia de San Basilio continúa en ésta luz blanca y alegre, revelando la Tumba de Cristo como la Tumba que da Vida, introduciéndonos en la realidad última de la Resurrección de Cristo, comunicándonos Su vida a nosotros, los hijos del caído Adán.

Uno puede y ha de decir que de todos los Servicios de la Iglesia que son inspiradores, significativos, y reveladores, éste: las Vísperas y la Liturgia de San Basilio Magno y el Sábado Santo es verdaderamente el clímax litúrgico de la Iglesia. Si uno abre el corazón y la mente a ella y acepta su significado y su luz, la verdad misma de la Ortodoxia está dada por ella, el sabor y la alegría de esa nueva vida que brilla desde la tumba.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Great and Holy Saturday. New York, Estados Unidos: OCA.

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