conmemorado el 26 de abril.
El Santo Mártir Basilio sufrió durante el reinado de Licinio, gobernante de la parte oriental del Imperio Romano. Fue elegido para la Sede de Amaseia en el siglo IV, y participó en los Sínodos de Ancira y Neocesarea en 314 y 315. San Atanasio lo llamó “el Grande” porque san Basilio de Amaseia defendió la Fe contra la herejía. Es posible que haya influido en la decisión del Santo Emperador Constantino de promulgar el Edicto de Milán (313), otorgando tolerancia religiosa a los cristianos. Fingidamente, Licinio firmó el Edicto, guardando gran aversión por los cristianos y persistió en su persecución.
El obispo Basilio se distinguió por su vida de fe y su incansable obrar en el desempeño de sus funciones. Siempre estaba predicando, dando consejos, consolando, apoyando y fortaleciendo las almas de los cristianos contra el mundo de los idólatras. Razón por la cual, los sacerdotes y gobernantes paganos lo odiaban. En el año 322, cuando Licinio entabló su persecución contra los cristianos, el obispo Basilio se le opuso.
Provocó la ira del co-emperador de Constantino, al ocultar a la joven virgen Glafira, la doncella de su esposa, la emperatriz Constantia, hermana de san Constantino. La piadosa doncella, proveniente de una noble familia italiana, rechazó airadamente los avances del emperador y le pidió ayuda a la emperatriz Constantia, quien vistió a Glafira con ropa de hombre y le sugirió partir de Nicomedia en secreto, dándole una gran cantidad de oro, plata y piedras preciosas. Los que estaban en el palacio la oyeron decir a Licinio que la joven había perdido la razón y estaba a las puertas de la muerte.
Después de un largo viaje, santa Glafira se encontró en Amaseia, donde encontró refugio en la casa de un cristiano piadoso. Allí fue visitada por san Basilio, quien la aconsejó que llevara una vida recluida, para no causar ningún problema a los cristianos locales por parte del gobernante de la ciudad. En ese momento, el obispo Basilio estaba construyendo una iglesia y la justa Glafira le donó todo su dinero. Le escribió a Constantia diciéndole dónde estaba y pidiéndole que enviara más oro para completar el trabajo. La emperatriz cumplió con gusto su pedido, pero la carta de Glafira cayó accidentalmente en manos de Licinio. Ordenó al gobernante de Amaseia que enviara a san Basilio y santa Glafira a Nicomedia. Sin embargo, santa Glafira descansó en el Señor antes de tal orden fuera recibida, y, por lo tanto, solo san Basilio fue enviado al Emperador. Dos diáconos, Parthenios y Theotimos lo acompañaron a Nicomedia.
En Nicomedia, el obispo Basilio fue encarcelado y los diáconos se alojaron con un cristiano llamado Elpidóforo. En la víspera del juicio san Basilio vio a Elpidóforo y a los Diáconos, y les contó cómo el Señor se le había aparecido esa noche, informándole cómo sería ejecutado. Pidió a los diáconos que no se apenaran por él y les dijo que regresaran a Amaseia. El Santo Jerarca predijo que Elpidóforo recibiría una recompensa en el cielo por cuidar de los diáconos.
En el juicio, Licinio acusó a san Basilio de esconder a Glafira, pero le prometió perdón y mucho honor si tan solo sacrificaba a sus “dioses”. Al no haber logrado nada, Licinio ordenó a los soldados que azotaran al Santo y luego lo decapitaran. Así, recibió una corona de gloria de Cristo Dios (ca. 322).
Después de la ejecución, los soldados colocaron el cuerpo y la cabeza del Mártir en una barca y, navegando mar adentro, arrojaron las reliquias al agua en diferentes lugares, tal como se anunció a san Basilio en la celda. Aquella noche se le apareció tres veces un Ángel a Elpidóforo, diciéndole que san Basilio esperaba a sus amigos en Sinope. Mientras se dirigía a Sinope, el Ángel se le apareció nuevamente con instrucciones sobre en qué parte del mar debería buscar el cuerpo del Mártir. A petición de Elpidóforo, los pescadores sacaron el cuerpo del Santo de la red. Milagrosamente, la cabeza se volvió a unir al cuerpo. En el cuello había una cicatriz hecha por la espada. De las reliquias emanaba una sublime fragancia. Unos cristianos las llevaron a Amaseia y las enterraron en la iglesia que el Santo había construido.
La Vida griega de san Basilio fue escrita por el sacerdote Juan de Nicomedia, quien visitó al mártir en prisión y fue testigo de su ejecución. También recibió información sobre san Basilio de Elpidóforo y los Diáconos. La Vida dice que san Basilio fue decapitado el 28 de marzo. Sus reliquias fueron encontradas en el mar después de 25 días, es decir, el 21 o el 22 de abril. Llegaron a Amaseia y fueron enterradas cinco días después, el 26 de abril.
El traslado de las reliquias de san Basilio se conmemora el 30 de abril.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Hieromartyr Basil, Bishop of Amasea. New York, Estados Unidos: OCA.
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