conmemorado el 13 de septiembre.
Poco después de los sufrimientos de nuestro Señor Jesucristo en la Cruz y Su Ascensión al Cielo, un centurión bajo el nombre de Cornelio se estableció en Cesarea en Palestina. Había vivido anteriormente en la Italia tracia. Pese a que era pagano, se distinguió por una profunda piedad y buenas obras, tal como dice el santo evangelista Lucas (Hch 10:1). El Señor no desdeñó su virtuosa vida, conduciéndolo, consiguientemente, al conocimiento de la Verdad y a la fe en Cristo.
Una vez, Cornelio se encontraba en oración en casa suya. Un ángel de Dios se le apareció y le dijo que su oración había sido escuchada y aceptada por Dios. El ángel le ordenó que enviara gente a Jope para encontrar a Simón, también llamado Pedro. Cornelio inmediatamente cumplió la indicación.
Mientras los enviados de Cornelio iban de camino a Jope, el Apóstol Pedro estaba orando, y tuvo una visión: tres veces descendió hacia él un gran lienzo pleno de toda clase de animales y aves. Escuchó una voz del Cielo ordenándole que comiera todo. Cuando el apóstol se negó a comer alimentos que la ley judía consideraba impuros, la voz dijo: “Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano” (Hch 10:15).
A través de esta visión, el Señor le ordenó al Apóstol Pedro que predicara la Palabra de Dios a los paganos. Cuando el Apóstol Pedro llegó a la casa de Cornelio en compañía de aquellos enviados a su encuentro, fue recibido con gran gozo y respeto por su anfitrión en conjunto con sus parientes y compañeros.
Cornelio se postró a los pies del apóstol y pidió que le enseñara el camino de la salvación. San Pedro habló de la vida terrena de Jesucristo, y habló de los milagros y señales obradas por el Salvador, así como de sus enseñanzas sobre el Reino de los Cielos. Más tarde, San Pedro le habló de la muerte del Señor en la Cruz, Su Resurrección y Ascensión a los Cielos. Por la gracia del Espíritu Santo, Cornelio creyó en Cristo y fue bautizado con toda su familia. Fue el primer pagano en recibir el Santo Bautismo.
Se retiró del mundo y se fue a predicar el Evangelio junto con el apóstol Pedro, quien lo nombró obispo. Cuando el apóstol Pedro, junto con sus ayudantes, los santos Timoteo y Cornelio, estaban en la ciudad de Éfeso, se enteró de una idolatría particularmente vigorosa en la ciudad de Escepsis. Se echó suertes para ver quién iría allí, y se eligió a san Cornelio.
En la ciudad vivía un príncipe bajo el nombre de Demetrio, erudito en la antigua filosofía griega, que odiaba el cristianismo y veneraba a los dioses paganos, en particular a Apolo y Zeus. Al enterarse de la llegada de san Cornelio a la ciudad, lo llamó inmediatamente y lo cuestionó acerca del motivo de su venida. San Cornelio respondió que venía a liberarlo de las tinieblas de la ignorancia y conducirlo al conocimiento de la Luz Verdadera.
El príncipe, al no comprender el significado de lo dicho, se enojó y le exigió que diera respuesta a cada una de sus preguntas. Cuando san Cornelio explicó que servía al Señor y que el motivo de su venida era anunciar la Verdad, el príncipe se enfureció y exigió que Cornelio ofreciera sacrificio a los ídolos.
El santo pidió que le mostraran los dioses. Cuando entró en el templo pagano, Cornelio se volvió hacia el este y pronunció una oración al Señor. Hubo un terremoto, y el templo de Zeus y los ídolos situados en él fueron destruidos. Todo el populacho, al ver lo que había sucedido, quedó aterrado.
El príncipe se desconcertó más todavía y buscó el consejo de sus allegados en cuanto a cómo arruinar a Cornelio. Ataron al santo y lo llevaron a prisión por la noche. En ese momento, uno de sus sirvientes informó al príncipe que su esposa y su hijo habían perecido bajo los escombros del templo destruido.
Después de cierto tiempo, uno de los sacerdotes paganos, de nombre Barbates, informó que escuchó la voz de la esposa y el hijo en algún lugar de las ruinas y que estaban alabando al Dios de los cristianos. El sacerdote pagano pidió que liberaran al preso, en agradecimiento al milagro obrado por san Cornelio, pues la esposa y el hijo del príncipe permanecieron con vida.
Con gozo, el príncipe se apresuró a la prisión en compañía de los que lo rodeaban, declarando que creía en Cristo y pidiéndole que sacara a su esposa e hijo de las ruinas del templo. San Cornelio acudió al templo destruido, y por medio de la oración fueron librados los que sufrían.
Después de esto, el príncipe Demetrio y todos sus parientes y compañeros aceptaron el Santo Bautismo. San Cornelio vivió largo tiempo en esta ciudad, convirtió a Cristo a todos los habitantes paganos e hizo a Eunomio un presbítero al servicio del Señor. San Cornelio murió en la vejez y fue enterrado no lejos del templo pagano que hiciera caer.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Hieromartyr Cornelius el Centurión. New York, Estados Unidos: OCA.
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