conmemorado el 3 de octubre.
San Dionisio vivió originalmente en la ciudad de Atenas. Se crio allí y recibió una típica educación griega. Luego marchó a Egipto, donde estudió astronomía en la ciudad de Heliópolis. Fue en Heliópolis, junto a su amigo Apolófonos donde presenció el eclipse solar que tuvo lugar en el momento de la crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. “O el Creador del mundo entero sufre ahora, o este mundo visible está llegando a su fin”, dijo Dionisio. A su regreso a Atenas desde Egipto, fue elegido para ser miembro del Consejo del Areópago (tribunal superior ateniense).
Cuando el Santo Apóstol Pablo predicó en el lugar de la colina de Ares (Hch 17:16-34), Dionisio aceptó su anuncio salvífico y se hizo cristiano. Durante tres años san Dionisio fue compañero del Santo Apóstol Pablo en la predicación de la Palabra de Dios. Más tarde, el Apóstol Pablo lo eligió como obispo de la ciudad de Atenas. Y en el año 57 San Dionisio estuvo presente en el reposo de la Santísima Madre de Dios.
Durante la vida de la Madre de Dios, san Dionisio viajó desde Atenas hasta Jerusalén para encontrarla. Escribió a su maestro el Apóstol Pablo: “Doy testimonio por Dios, que fuera del mismo Dios mismo, no hay nada más pleno de tales poder y gracia divinos. Nadie puede comprender enteramente lo que vi. Confieso ante Dios: cuando estaba con Juan, quien resplandecía entre los Apóstoles como el sol en el cielo, cuando fui llevado ante el rostro de la Santísima Virgen, experimenté una sensación inexpresable. Ante mí relucía una clase de esplendor divino que paralizó mi espíritu. Percibí la fragancia de aromas indescriptibles y me llené de tal deleite que mi cuerpo se desmayó, y mi espíritu apenas podía soportar estos signos y marcas de eterna majestad y celestial poder. La gracia Suya abrumó mi corazón y sacudió mi espíritu. Si no hubiera tenido en cuenta tu instrucción, la habría confundido con el mismo Dios. Es imposible estar ante mayor bienaventuranza que esta que yo contemplé”.
Después de la muerte del Apóstol Pablo, san Dionisio deseó continuar con su obra, por lo cual marchó a predicar a Occidente, acompañado por el Presbítero Rústico y el Diácono Eleuterio. Convirtieron a muchos a Cristo en Roma, luego en Alemania, y luego en España. En la Galia, durante una persecución contra los cristianos por parte de las autoridades paganas, los tres confesores fueron arrestados y encarcelados. Por la noche san Dionisio celebró la Divina Liturgia con los ángeles del Señor. Por la mañana los mártires fueron decapitados. Según una antigua tradición, san Dionisio tomó su cabeza, se dirigió con ella a la iglesia y allí cayó muerto. Una mujer piadosa llamada Catulla enterró las reliquias del Santo.
Los escritos de san Dionisio el Areopagita guardan un gran significado para la Iglesia Ortodoxa. Cuatro obras suyas han sobrevivido hasta nuestros días: Sobre la Jerarquía Celestial, Sobre la Jerarquía Eclesiástica, Sobre los Nombres de Dios, Sobre la Teología Mística.
Además, existe una decena de cartas dirigidas a varias personas.
El libro Sobre las Jerarquías Celestiales fue escrito precisamente en uno de los países de Europa Occidental, donde predicaba san Dionisio. En él habla de la enseñanza cristiana sobre el mundo angélico. La jerarquía angelical comprende los nueve Rangos angelicales: Serafines, Querubines, Tronos, Dominios, Potestades, Autoridades, Principados, Arcángeles, Ángeles.
El propósito de la Jerarquía Angélica divinamente establecida descansa en el ascenso hacia la piedad a través de la purificación, la iluminación y la perfección. Los rangos más altos son portadores de luz y vida divina para los rangos inferiores. Y no sólo las huestes angélicas sensibles e incorpóreas están incluidas en la jerarquía espiritual portadora de luz, sino también la raza humana, creada de nueva vez y santificada en la Iglesia de Cristo.
El libro de san Dionisio Sobre las Jerarquías Eclesiásticas es una continuación de su libro Sobre las Jerarquías Celestiales. La Iglesia de Cristo, como las filas angélicas, en su servicio universal se asienta sobre el fundamento de los principios sacerdotales establecidos por Dios.
En el mundo terrenal, para los hijos de la Iglesia, la gracia divina desciende indescriptiblemente en los Santos Misterios de la Iglesia, que son de naturaleza espiritual aunque perceptibles sensorialmente en la forma. Pocos, incluso entre los santos ascetas, pudieron contemplar con sus ojos terrenales la visión ardiente de los Santos Misterios de Dios. Es necesario decir, fuera de los sacramentos de la Iglesia, fuera del Bautismo y de la Eucaristía, no se encuentra la gracia salvífica de Dios, portadora de luz, como tampoco el conocimiento divino ni la theosis (deificación).
El libro Sobre los Nombres de Dios expone el camino del conocimiento divino a través de una progresión de los Nombres Divinos.
El libro de san Dionisio Sobre la Teología Mística también establece la enseñanza sobre el conocimiento divino. La teología de la Iglesia Ortodoxa se basa totalmente en la experiencia del conocimiento divino. Para conocer a Dios es necesario estar cerca de Él, haberse acercado a Él en alguna medida, para alcanzar la comunión con Dios y la deificación (theosis). Esta condición se logra a través de la oración. Esto no es porque la oración en sí misma nos acerque al Dios incomprensible, sino que la pureza de corazón en la verdadera oración nos acerca a Dios.
Las obras escritas por san Dionisio el Areopagita son de extraordinaria importancia en la teología de la Iglesia Ortodoxa, y también para la teología occidental medieval tardía. Durante casi cuatro siglos, hasta principios del siglo VI, las obras de este santo Padre de la Iglesia se conservaron en una oscura tradición manuscrita, principalmente por teólogos de la Iglesia de Alejandría. Los conceptos de estas obras fueron conocidos y utilizados por Clemente de Alejandría, Orígenes, Dionisio el Grande, figuras preeminentes de la escuela catequística de Alejandría, y también por san Gregorio el Teólogo. San Dionisio de Alejandría escribió a san Gregorio el Teólogo un Comentario sobre el “Areopagitum”. Las obras de San Dionisio el Areopagita recibieron el reconocimiento general de la Iglesia durante los siglos VI-VII.
Particularmente relevantes son los Comentarios escritos por san Máximo el Confesor (21 de enero). (nota trad.: aunque muchos eruditos sugieren que el “Areopagitum” en realidad fue escrito por una figura anónima del siglo VI que empleó el recurso antiguo común de tomar prestado piadosamente un nombre ilustre, esto de ninguna manera disminuye el profundo significado teológico de las obras).
En la Iglesia Ortodoxa Rusa, las enseñanzas de san Dionisio el Areopagita sobre los principios espirituales y la deificación se conocieron inicialmente a través de los escritos de san Juan Damasceno (4 de diciembre). La primera traducción eslava del “Areopagitum” se hizo en el Monte Athos alrededor del año 1371 por un monje de nombre Isaías. Copias del mismo fueron ampliamente distribuidas en Rusia. Muchos de ellos se han conservado hasta el día de hoy en colecciones de manuscritos históricos, entre los que se encuentra un manuscrito en pergamino “Obras de san Dionisio el Areopagita” perteneciente a san Cipriano, Metropolitano de Kiev y de la Rus entera (16 de septiembre) de su puño y letra.
Según una tradición, san Dionisio el Areopagita fue asesinado en Lutetia (antiguo nombre de París, Francia) en el año 96 durante la persecución del emperador romano Domeciano (81-96). Hoy en día, la mayoría de los eruditos y teólogos creen que san Dionisio el Areopagita no murió en la Galia, y que san Dionisio (o Denis) de París es un santo diferente con el mismo nombre.
San Demetrio de Rostov dice que el Hieromártir Dionisio fue decapitado en Atenas y que en su tumba se obraron muchos milagros.
REFERENCIAS
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