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HIEROMÁRTIR GREGORIO, OBISPO DE LA GRAN ARMENIA

conmemorado el 30 de septiembre.


El Hieromártir Gregorio, Iluminador de la Gran Armenia, nació en el año 257. Descendía de la dinastía arsácida de Partia. Anak, el padre de san Gregorio, era parto de nacimiento. En la búsqueda del trono armenio, Anak y su hermano acometieron a su pariente, el rey Kursar, con sus espadas, dejándolo mortalmente herido. Los sirvientes del rey lo encontraron aún con vida, y él pudo hacerles saber lo que había sucedido. Antes de expirar, el rey ordenó la ejecución de Anak, de su hermano, lo mismo que de sus esposas e hijos. Los asesinos fueron alcanzados cerca un río, donde los lapidaron y sus cuerpos fueron arrojados al agua.

Uno de los parientes de Anak salvó a Gregorio y a su hermano, que eran niños, y los escondió en su casa. Tuvo lugar una revuelta en Armenia, y el rey Artasirus de Persia logró conquistar Armenia y ponerla bajo su dominio. En cuanto a los hijos de Arak: uno fue llevado a Persia y Gregorio fue enviado al Imperio Romano.

Cuando llegó a la edad adulta, Gregorio vivió en Cesarea de Capadocia, donde se convirtió a la fe cristiana. Gregorio se casó y tuvo dos hijos, pero pronto quedó viudo. Gregorio crió a sus hijos en la piedad. Uno de ellos, Orthanes, se convirtió más tarde en sacerdote, y el otro, Arostanes, fue tonsurado como monje y se fue al desierto a vivir en soledad.

Para expiar el pecado de su padre, quien había asesinado al padre de Tiridates, Gregorio se puso al servicio de este último y fue un fiel servidor para él. Tiridates, que estaba sirviendo en el ejército romano, amaba a Gregorio como a un amigo, pero cuando supo que Gregorio era cristiano, se enojó. San Gregorio, sin embargo, ignoró la injusta ira de su amo.

Cuando los godos atacaron el Imperio Romano, el príncipe de los godos desafió al emperador a un combate singular. El Emperador tenía miedo de luchar contra el Príncipe, por lo que hizo que Tiridates se pusiera su armadura y tomara su lugar. Tiridates derrotó a su adversario sin usar su espada y lo llevó cautivo al Emperador. Así pues, el ejército godo fue derrotado. En agradecimiento, el emperador nombró a Tiridates rey de Armenia. Cuando Tiridates ofreció sacrificios a sus “dioses” por razón de su nuevo cargo, quiso que Gregorio sacrificara en conjunto con él. Gregorio se negó, por lo que Tiridates ordenó que lo torturaran.

El Santo fue suspendido cabeza abajo, con una piedra alrededor del cuello, y durante varios días lo asfixiaron con un humo maloliente, lo golpearon y lo ridiculizaron, y lo obligaron a caminar con sandalias de hierro clavadas con clavos.

Durante tales tormentos, san Gregorio cantó Salmos. En la prisión el Señor sanó toda herida suya. Cuando Gregorio se presentó, alegre e ileso, ante el rey Tiridates, éste se asombró y ordenó que se lo atormentará una vez más. San Gregorio lo soportó, sin turbarse, con su usual determinación y compostura. Luego derramaron estaño hirviente encima de él y lo arrojaron a un pozo lleno de serpientes, escorpiones y otras criaturas venenosas. El Señor, sin embargo, salvó a Su elegido, quien permaneció indemne.

Algunas mujeres piadosas lo mantuvieron con vida durante catorce años alimentándolo con pan, bajándolo en secreto a la fosa. Un ángel santo se apareció al mártir, fortaleciéndolo y animándolo. Durante este tiempo, el rey Tiridates mató a la santa virgen Santa Ripsimia (Ριψιμία, o Ριψίμη), a la Anciana Monja Gaianḗ (Γαϊανή) y a otras 32 vírgenes mártires (algunas fuentes mencionan 35) de Asia Menor. Tiridates, que parecía haber perdido la cabeza después de esto, se recuperó seis días después. Entonces la ira de Dios golpeó al rey Tiridates, a sus socios y a los soldados que habían participado en la ejecución de las vírgenes. Acosados ​​por los demonios, su aspecto se asemejaba al de salvajes jabalíes, tal como sucediera una vez a Nabucodonosor (Dn 4:30). Corriendo a través de bosques y campos, rasgaron sus ropas y devoraron su propia carne.

San Gregorio fue sacado del pozo, y luego fue lavado, vestido con ropa limpia y alimentado. Luego fue conducido al rey. Todos se inclinaron ante él, rogándole que le pidiera a Dios que sanara al rey y a los demás responsables de matar a las Santas Vírgenes Mártires. Primeramente, el Santo preguntó por sus reliquias, que permanecieron insepultas durante nueve días. San Gregorio enterró los cuerpos y luego comenzó a predicar a la gente, instándolos a alejarse de la oscuridad de la idolatría y a encaminarse hacia Cristo. La gente llegó a creer en Cristo y deseaba construir una gran iglesia. Cuando quedó concluida, san Gregorio hizo traer las reliquias de las santas mártires. Luego llevó al rey Tiridates a la iglesia ante los cuerpos de las Santas que había inmolado, a fin de que oraran a Cristo por él. Se arrepintió y de inmediato su rostro volvió a su acostumbrada apariencia.

Pronto Armenia entera se convirtió a Cristo. Los templos de los ídolos fueron destruidos y se construyeron iglesias para la adoración del único Dios verdadero. San Gregorio ordenó sacerdotes, estableció escuelas, fundó monasterios y mantuvo el buen orden de la Iglesia.

Después de esto, San Gregorio marchó al desierto, donde terminó su vida terrena de una manera agradable al Señor. Su hijo Aristanes fue nombrado obispo en Capadocia y fue uno de los 318 Santos Padres del Concilio de Nicea.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2022). Hieromartyr Gregory, Bishop of Greater Armenia, Equal of the Apostles, Enlightener of Armenia. New York, Estados Unidos: OCA.

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