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HIEROMÁRTIR POLICARPO, OBISPO DE ESMIRNA

Foto del escritor: monasteriodelasant6monasteriodelasant6

conmemorado el 23 de febrero.


San Policarpo, obispo de Esmirna, quien fuera “fructífero en toda buena obra” (Col 1:10), nació en el siglo primero y vivió en Esmirna en Asia Menor. Quedó huérfano a una edad temprana, pero bajo la dirección de un ángel, fue criado por la piadosa viuda Kallista. Después de la muerte de su madre adoptiva, Policarpo entregó sus posesiones y comenzó a llevar una vida casta, cuidando a los enfermos e inválidos. San Policarpo era cercano y guardaba un gran afecto a san Bucolo, obispo de Esmirna (6 de febrero), quien lo ordenó como diácono, encomendándole la predicación de la Palabra de Dios en la iglesia. También lo ordenó al santo sacerdocio.

El Santo Apóstol Juan el Teólogo todavía vivía en aquel tiempo. San Policarpo se mantuvo especialmente cerca de san Juan, y en ocasiones lo acompañó en sus viajes apostólicos.

Poco antes de su muerte, san Bucolo expresó su deseo de que Policarpo fuera nombrado obispo de Esmirna. Cuando san Policarpo fue consagrado obispo, el Señor Jesús Cristo se apareció ante él. San Policarpo guio a su rebaño con celo apostólico, y también fue muy querido por el clero. San Ignacio el Teóforo de Antioquía (20 de diciembre) también lo tenía en alta estima. Partiendo hacia Roma, donde le esperaba la ejecución, escribió a san Policarpo: “Ésta época necesita de ti para llegar a Dios, tal como los pilotos necesitan vientos, y como el marinero sacudido por la tormenta necesita un puerto”.

El emperador Marco Aurelio (161-180) subió al trono romano y dio principio a una violenta persecución contra los cristianos. Los paganos exigieron que el juez buscara a san Policarpo, “el padre de todos los cristianos” y “el seductor de toda Asia”.

Durante éste tiempo, san Policarpo, a la persistente instancia de su rebaño, permaneció en un pequeño pueblo no lejos de Esmirna. Cuando los soldados vinieron por él, salió a ellos y los invitó a comer. Pidió tiempo para orar, a fin de prepararse para el martirio. Su sufrimiento y muerte están inscriptos en la “Epístola de los cristianos de la Iglesia de Esmirna a las otras iglesias”, uno de los memoriales más antiguos de la literatura cristiana.

Habiendo sido llevado a juicio, san Policarpo confesó firmemente su fe en Cristo y fue condenado a ser quemado vivo. Los verdugos quisieron clavarlo a un poste, pero él declaró que Dios le daría fuerza para soportar las llamas, por lo que sólo lo ataron con cuerdas. Las llamas rodearon al santo, pero no lo tocaron, juntándose sobre su cabeza en forma de bóveda. Al ver que el fuego no le hacía daño, los paganos lo apuñalaron con una daga. Tanta sangre fluyó de la herida que extinguió las llamas. Luego se incineró el cuerpo del Hieromártir Policarpo. Los cristianos de Esmirna recogieron con reverencia lo que quedaba de sus santas reliquias, y cada año celebraban el día de su martirio.

Se ha conservado una historia sobre san Policarpo de parte de su discípulo, san Ireneo de Lyon, que Eusebio cita en su obra HISTORIA ECLESIÁSTICA (V, 20):


Yo era todavía muy joven cuando te vi en Asia Menor en casa de Policarpo”, escribe san Ireneo a su amigo Florino, “pero aún podría señalar el lugar donde el Beato Policarpo se sentaba y conversaba, y podría representar su andar, sus modales en la vida, su apariencia exterior, su hablar a la gente, su sociable andar con Juan, y cómo él mismo relató, junto con otros testigos oculares del Señor, aquellas cosas que recordaba de las palabras de otros. También contó lo que oyó de ellos acerca del Señor, sus enseñanzas y milagros. Por la misericordia de Dios hacia mí, ya entonces escuché atentamente a Policarpo y escribí sus palabras, no en tablas, sino en lo profundo de mi corazón. Por lo tanto, puedo dar testimonio ante Dios, que, si este bendito y apostólico Anciano escuchara algo similar a tal falacia, inmediatamente taparía sus oídos y expresaría su indignación con su habitual locución: ‘¡Dios mío! ¡Que me hayas permitido vivir en un momento así!’

 

Durante su vida, el Santo Obispo escribió varias Epístolas al rebaño y cartas a varias personas. La única que ha sobrevivido hasta éste día es su Epístola a los Filipenses que, según testifica san Jerónimo, se leía en las iglesias de Asia Menor en los Servicios Divinos, y que fue escrita en respuesta al pedido de los filipenses de enviarles unas cartas del Hieromártir Ignacio (20 de diciembre) que san Policarpo tenía en su poder.

El compositor H.I.F. Bibier (1644-1704) ha escrito una Sonata “Scti Polycarpi” para ocho trompetas en honor del Santo Mártir.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Hieromartyr Polycarp, Bishop of Smyrna. New York, Estados Unidos: OCA.

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