HOMILÍA 40,
SAN GREGORIO NACIANCENO.
5. Dios es la luz suprema, inalcanzable e inefable. No se puede comprender con la mente ni expresarse con palabras. Es la luz que ilumina toda naturaleza racional. Dios es entre las naturalezas inteligentes lo que el sol entre las sensibles. Se nos muestra en proporción a nuestra purificación; lo amamos en proporción a nuestra contemplación; lo comprende nuestra mente en la medida en que lo hayamos amado; Él mismo se contempla y se comprende, difundiéndose muy escasamente entre lo que queda fuera de Él. Mas cuando hablo de la luz, hablo de la que se contempla en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, cuya riqueza consiste en su única naturaleza y en el estallido único de su resplandor. La segunda luz es el ángel, que es emanación o participación de la luz primera. Posee su propia luz, por su sumisión y servicio a Dios. No sé si se difunde la luz según el orden de su colocación o si, por el contrario, cada ángel es colocado en un lugar conforme a su luminosidad. Por fin, la tercera luz es el hombre, como resulta evidente también a quienes no son cristianos. Éstos llaman luz al hombre con arreglo a la fuerza de su razón. Para nosotros, reciben el nombre de luz sobre todo aquellos hombres que más se parecen a Dios y se le acercan más. Y aún cabe hablar de otra luz: la que dispersó las tinieblas primitivas, la luz anterior a la creación visible, el movimiento rotatorio de las estrellas y aquel supremo esplendor que ilumina todo el mundo.
6. Luz era también la orden primera dada al primer hombre, ya que «lámpara y luz es la ley» y «luz son tus mandatos sobre la tierra». Mas después, las tinieblas envidiosas la convirtieron en mal. Para quienes la seguían, luz ejemplar y oportuna era la ley escrita, que esbozaba la verdad y el misterio de la gran luz, si es verdad que el rostro de Moisés fue glorificado por ellas. Por ilustrar más nuestras palabras diremos que luz era lo que apareció a Moisés en llama de fuego, cuando ardía la zarza sin consumirse revelando así su naturaleza y su fuerza. Luz lo que guio a Israel en la columna de fuego y mitigó el rigor del desierto. Luz lo que arrebató a Elías en un carro de fuego, que no abrasaba al raptado. Luz lo que alumbró a los pastores cuando la luz que está fuera del tiempo se mezcló con la que es temporal. Luz la hermosura de la estrella que precedía el camino de Belén, para conducir a los Magos y revelarles a la luz que estaba sobre nosotros y habitó a nuestro lado.
Comments