HIMNO III,
SAN EFRÉN EL SIRIO
De nuevo según la melodía que consuela con promesas.
18. Demos gracias al que fue golpeado y nos salvó con sus heridas. Demos gracias a quien quitó la maldición gracias a su [corona de] espinas. Demos gracias al que eliminó la muerte a través de su muerte. Demos gracias al que se calló y nos absolvió. Demos gracias al que gritó en la [misma] muerte que nos había engullido [anteriormente]. Bendito sea aquel, cuyas ayudas fueron expoliadas por [los secuaces] de la izquierda.
19. Alabemos al que vigiló y durmió a nuestros expoliadores. Alabemos al que durmió y ahuyentó nuestra rigidez [mortal]. Alabanza a Dios que es el Médico de la humanidad. Alabanza al que fue bautizado y hundió nuestro pecado en las profundidades y ahogó a quien nos ahogó. Alabemos con todas las lenguas al Señor de todos los remedios.
20. Bendito sea el Médico que descendió y operó sin dolor y curó las heridas con medicamentos atenuantes. Su nacimiento se convirtió en medicina que se compadeció de los pecadores. Bendito el que se instaló en el vientre [de María] y en él construyó el templo donde habitar y un sagrario donde estar, un vestido donde brillar y un arma con la que vencer.
21. Bendito sea aquel que nuestra boca no basta para darle las gracias, pues grande es su don para los diestros en retórica, y los sentidos son incapaces para agradecer su bondad. Pues, aun agradeciéndole mucho, resulta insuficiente. Sin embargo, es conveniente que callemos y, para que no salgamos perjudicados, que nuestra debilidad restablezca el canto de acción de gracias.
22. ¡Oh Bondadoso que no exiges más allá de nuestra fuerza! ¡Cuánto será juzgado tu siervo por el capital y los intereses, porque no dio lo que podía y escondió lo que debía! ¡Oh Mar de gloria! El Autosuficiente, acepta en tu bondad la gota de acción de gracias, tú que has humedecido con tu don mi lengua para que te ensalce.
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