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Meditaciones Sobre La Natividad: Lectura número veinticinco.

Foto del escritor: monasteriodelasant6monasteriodelasant6

Actualizado: 11 dic 2024

HIMNO III,

SAN EFRÉN EL SIRIO

De nuevo según la melodía que consuela con promesas.

 

12. Adoremos al que iluminó nuestra mente a través de su enseñanza y a través de nuestros oídos allanó el camino para sus palabras Demos gracias al que plantó su fruto en nuestro árbol para atraernos hacia Él y convertirnos junto a Él en sus herederos. Gloria a ese Bondadoso, autor de todos los bienes.

 

13. Bendito sea el que no fue reprendido, porque es bueno. Bendito sea el que fue omitido, porque también es el Justo. Bendito sea el que guardó silencio y amonestó, para redimir a través de ambos. Duro era su silencio y reprochable; suave su dureza, incluso cuando acusaba, pues reprendió al equivocado y besó al ladrón.

 

14. Alabanza al Labrador invisible de nuestro pensamiento. Su semilla cayó en nuestra tierra y enriqueció nuestra mente. Su producción se centuplicó en el granero de nuestras almas. Adoremos al que estuvo sentado y descansando, el que caminó en el sendero. Y Él era el camino en el camino y la puerta para los que entran y que se introducen en el Reino por medio de Él.

 

15. Bendito sea el Pastor que se convirtió en cordero para nuestra expiación. Bendita la cepa que se convirtió en cáliz de nuestra salvación. Bendita también la uva, la fuente de remedios medicinales. Bendito también el Labrador que se convirtió en trigo que fue sembrado y gavilla que fue cosechada. El Arquitecto que se convirtió en torre de nuestro refugio.

 

16. Bendito sea el que organizó para sí los sentidos de nuestra mente para cantar con nuestra arpa lo que el pico del pájaro no podía entonar con sus trinos. Alabado sea aquel que vio que nos había gustado asemejamos a los animales a través de nuestra ira y nuestra codicia, y [por ello] descendió convirtiéndose en uno de nosotros, para que fuéramos celestiales.

 

17. Alabado sea el que nunca necesitó que se le dieran las gracias. Sin embargo, [se convirtió en] necesitado y tuvo sed por querernos y nos pidió que le diéramos para que nos diera más. Su fruto se ha mezclado con nuestra humanidad para que, través de ello, nos atrajera hacia quien se inclinó hacia nosotros. Con el fruto de la Raíz nos plantará en su árbol.

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