conmemorada el 24 de junio.
El Evangelio (Lc 1:5) relata que los justos padres del Santo Profeta y Precursor Juan, Bautista del Señor, el sacerdote Zacarías e Isabel (5 de septiembre), vivían en la antigua ciudad de Hebrón. Llegaron a la vejez sin tener hijos, porque Isabel era estéril. Una vez, san Zacarías estaba sirviendo en el Templo de Jerusalén y vio al Arcángel Gabriel, de pie del lado derecho del altar del incienso. Anunció que san Zacarías engendraría un hijo, que proclamaría al Salvador, el Mesías, esperado por la Iglesia del Antiguo Testamento. Zacarías se turbó y el temor se apoderó de él. Dudaba que en la vejez se pudiera concebir un hijo, y pidió una señal. Se le dio, y también fue un castigo por su incredulidad. Zacarías se quedó sin habla hasta el momento del cumplimiento de las palabras del Arcángel.
Santa Isabel quedó embarazada y, temiendo que se burlaran de ella por estar embarazada tan tarde, lo mantuvo en secreto durante cinco meses. Entonces su pariente, la Virgen María, vino a compartir con ella Su propia alegría. Isabel, “llena del Espíritu Santo”, fue la primera en saludar a la Virgen María como Madre de Dios. San Juan saltó en el vientre de su madre ante la visita de la Santísima Virgen María y del Hijo de Dios encarnado en Ella.
Pronto Santa Isabel dio a luz a un hijo, y todos los parientes y conocidos se regocijaron junto con ella. Al octavo día, conforme a la Ley de Moisés, fue circuncidado y llamado Juan. Todos quedaron asombrados, ya que nadie en la familia tenía éste nombre. Cuando preguntaron a san Zacarías al respecto, señaló una tablilla y escribió en ella: “Su nombre es Juan”. Inmediatamente se soltó su lengua y san Zacarías glorificó a Dios. También profetizó sobre la Venida al mundo del Mesías, y de su propio hijo Juan, Precursor del Señor (Lc. 1:68-79).
Después de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo y la adoración de los pastores y los Magos, el malvado rey Herodes mandó matar a todos los niños varones. Al enterarse de ésto, Santa Isabel huyó al desierto y se escondió en una cueva. San Zacarías estaba en Jerusalén y hacía su servicio sacerdotal en el Templo. Herodes envió soldados para averiguar la morada del infante Juan y su madre. Zacarías respondió que él desconocía el paradero de ellos, y lo mataron allí mismo en el Templo. La justa Isabel siguió viviendo en el desierto con su hijo y allí murió. El niño Juan, protegido por un ángel, moró en el desierto hasta el momento en que clamó predicando el arrepentimiento, y fue tenido por digno de bautizar al Señor.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Nativity of the Holy Glorious Prophet, Forerunner and Baptist, John. New York, Estados Unidos: OCA.
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