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NUESTRO VENERABLE PADRE MOISÉS EL ETÍOPE

conmemorado el 28 de agosto.


Nuestro Venerable Padre Moisés vivió en Egipto durante el siglo IV. Era etíope y, siendo de tez oscura, lo llamaban “Murin” (que significa “como un etíope”). En su juventud fue esclavo de un hombre notable, pero después de cometer un asesinato, su amo lo desterró y se unió a una banda de ladrones.

Por su mal temperamento y gran fuerza física lo eligieron como su líder. Moisés y su banda de ladrones eran temidos por sus incontables fechorías, incluidos asesinatos y hurtos. La gente temblaba ante la sola mención de su nombre.

Moisés el bandido pasó varios años llevando una vida pecaminosa, pero por la gran misericordia de Dios se arrepintió, dejó su banda de ladrones y se fue a uno de los monasterios del desierto. Aquí lloró por largo tiempo, suplicando ser admitido como uno de los hermanos. Los monjes no estaban convencidos de la sinceridad de su arrepentimiento, pero el otrora ladrón no fue expulsado ni silenciado. Continuó implorando que lo aceptaran.

San Moisés mostró una entera obediencia ante el Higúmeno y los hermanos, y derramó muchas lágrimas de pena por su vida pecaminosa. Pasado un tiempo, san Moisés se retiró a una celda solitaria, donde pasó su tiempo en oración y en el más estricto ayuno.

Una vez, cuatro de los ladrones de su antigua banda rodearon la celda de san Moisés. No había perdido nada de su gran fuerza física, así que los ató a todos. Se los echó al hombro y los llevó al monasterio, donde preguntó a los ancianos qué hacer con ellos. Los Ancianos ordenaron que los dejaran en libertad. Los ladrones, al enterarse de que se habían topado con su antiguo líder y que éste los había tratado amablemente, siguieron su ejemplo: se arrepintieron y se hicieron monjes. Más tarde, cuando el resto de la banda de ladrones se enteró del arrepentimiento del Venerable Moisés, ellos también abandonaron el robo y se convirtieron en devotos monjes.

San Moisés no se liberó prontamente de las pasiones. A menudo acudía al Higúmeno, Abba Isidoro, en busca de consejo sobre cómo liberarse de las pasiones del libertinaje. Experimentado en la lucha espiritual, el Anciano lo enseñó a nunca comer demasiado, a permanecer parcialmente hambriento observando la más estricta moderación. Pero las pasiones no dejaban de perturbar a san Moisés en sus sueños. Entonces Abba Isidoro lo enseñó la vigilia de toda la noche. El monje permaneció orando toda la noche para no quedarse dormido. Como resultado de sus prolongadas luchas, san Moisés cayó en el abatimiento, y cuando comenzó a pensar en abandonar su celda solitaria, Abba Isidoro fortaleció la determinación de su discípulo.

En una visión lo mostró numerosos demonios en Occidente, dispuestos para la batalla, y en Oriente, una cantidad aún mayor de santos ángeles, igualmente prestos para la batalla. Abba Isidoro explicó a san Moisés que el poder de los santos ángeles prevalecería sobre el poder de los demonios, y en la larga lucha con las pasiones era necesario que él quedara completamente limpio de sus pecados precedentes.

El Venerable Moisés se obligó a redoblar sus labores. Haciendo la ronda nocturna por las celdas del desierto, acarreaba agua del pozo a cada hermano. Hizo ésto especialmente por los ancianos, que vivían lejos del pozo y que no podían transportar fácilmente su propia agua. Una vez, arrodillado junto al pozo, san Moisés sintió un fuerte golpe sobre la espalda y cayó al pozo como un muerto, quedando allí hasta el amanecer. Así los demonios se vengaron del monje por su victoria sobre ellos. Por la mañana, los hermanos lo llevaron a su celda, y allí permaneció lisiado durante todo un año. Recuperándose el monje confesó con firme resolución al Higúmeno que continuaría con sus luchas ascéticas. Mas el Señor mismo puso límites a ésta obra que duró largos años: Abba Isidoro bendijo a su discípulo y le dijo que las pasiones ya lo habían abandonado. El Anciano lo ordenó recibir los Santos Misterios y regresar en paz a su celda. A partir de ese momento, san Moisés recibió del Señor poder sobre los demonios.

Los relatos sobre sus hazañas se difundieron entre los monjes e incluso más allá de los límites del desierto. El gobernador del país deseaba ver al santo. Cuando se enteró de ésto, san Moisés decidió ocultarse de los visitantes y se marchó de su propia celda. En el camino se encontró con los siervos del gobernador, quienes le preguntaron cómo llegar a la celda de Moisés, habitante del desierto. El monje les respondió: “No vayan más lejos para ver a éste monje falso e indigno”. Los sirvientes regresaron al monasterio donde esperaba el gobernador y le contaron las palabras del anciano que habían encontrado por casualidad. Los hermanos, al escuchar una descripción del aspecto del Anciano, les dijeron que se habían encontrado con el mismo san Moisés.

Después de muchos años de hazañas monásticas, san Moisés fue ordenado diácono. El obispo lo vistió con vestiduras blancas y le dijo: “¡Ahora Abba Moisés es completamente blanco!”. El Santo respondió: “Sólo exteriormente, porque Dios sabe que todavía estoy oscuro por dentro”.

Por humildad, el Santo se creyó indigno del oficio de diácono. Una vez, el obispo decidió ponerlo a prueba y ordenó al clero que lo expulsaran del altar, calificándolo de etíope indigno. Con entera humildad, el monje aceptó la injuria. Después de ponerlo a prueba, el obispo ordenó sacerdote a san Moisés. San Moisés dedicó quince años en éste cargo, reuniendo 75 discípulos en derredor suyo.

Cuando el Venerable Moisés cumplió 75 años, advirtió a sus monjes que pronto los bandidos se abalanzarían sobre Scete y asesinarían a todos los que permanecieran allí. El Santo bendijo a sus monjes para que partieran, a fin de sortear una muerte violenta. Sus discípulos rogaron al Santo que se marchara con ellos, pero él respondió: “Desde hace muchos años espero el momento en que se cumplan las palabras pronunciadas por mi Maestro, el Señor Jesucristo: ‘Todos los que empuñan la espada, perecerá a espada’” (Mt 26:52). Después de ésto, siete de los hermanos permanecieron con san Moisés, uno de los cuales se ocultó en la cercanía durante el ataque de los ladrones. Los ladrones asesinaron a san Moisés y a los seis monjes que permanecieron con él. Su muerte tuvo lugar hacia el año 400.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Venerable Moses the Ethiopian of Scete. New York, Estados Unidos: OCA.

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