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SAN AMBROSIO, OBISPO DE MILÁN

conmemorado el 7 de diciembre.


San Ambrosio, obispo de Milán, nació en el año 340 en la familia del prefecto romano de la Galia (actual Francia). Aun en la infancia del Santo asomaron presentimientos de su ingente porvenir. Una vez, las abejas cubrieron la faz del durmiente bebé. Volaban dentro y fuera de su boca, dejando miel en su lengua. Pronto volaron tan alto que ya no se las podía mirar. El padre de Ambrosio dijo que el niño se convertiría en alguien grandioso cuando llegara a la edad adulta.


Tras la muerte del padre de familia, Ambrosio viajó a Roma, donde el futuro Santo y su hermano Satirio recibieron una excelente educación. Hacia el año 370, al finalizar sus estudios, Ambrosio fue nombrado gobernador (prefecto consular) de los distritos de Liguria y Aemilia, aunque continuó viviendo en Mediolanum (actual Milán).


En el año 374 muere Auxencio, el obispo arriano de Mediolanum. Esto generó dificultades entre ortodoxos y arrianos, ya que cada parte deseaba su propio obispo. Ambrosio, como principal funcionario de la ciudad, acudió a la iglesia para resolver la disputa.


Mientras hablaba a la multitud, un niño de pronto clamó: “¡Ambrosio para obispo!” La gente sostuvo este canto. Ambrosio, que en ese momento todavía era catecúmeno, se consideró indigno y trató de negarse. Se menospreció a sí mismo e incluso intentó huir de Mediolanum. El asunto llegó finalmente al emperador Valentiniano el Viejo (364-375), cuyas órdenes Ambrosio no se atrevió a desobedecer. Aceptó, pues, el Santo Bautismo de un sacerdote ortodoxo y, pasando por todos los rangos del clero de la Iglesia en sólo siete días, el 7 de diciembre de 374 fue consagrado obispo de Mediolanum. Repartió todas sus posesiones, propiedades y dinero para el adorno de iglesias, el sostén de huérfanos y pobres, y se dedicó a una estricta vida ascética.


Ambrosio hilvanó estricta templanza, intensa vigilancia y labor en el cumplimiento de sus deberes como Archipastor. En defensa de la unidad de la Iglesia, san Ambrosio se opuso enérgicamente a la propagación de la herejía. Así, en el año 379 viajó para establecer un obispo ortodoxo en Sirmium, y en 385-386 se negó a entregar la basílica de Mediolanum a los arrianos.


La predicación de san Ambrosio en defensa de la Ortodoxia fue profundamente influyente. Otro célebre Padre de la Iglesia Occidental, san Agustín (15 de junio), dio testimonio de ello, habiendo aceptado el Santo Bautismo en el año 387 por la gracia de la predicación del obispo de Mediolanum.


San Ambrosio también participó activamente en asuntos civiles. Así, el emperador Gracián (375-383), habiendo recibido de él la “Exposición de la Fe Ortodoxa” (De Fide), quitó, por decreto del Santo Obispo, el altar de la Victoria de las salas del Senado en Roma, en el cual se solían tomar votos. Mostrando una audacia pastoral, san Ambrosio impuso una severa penitencia al emperador Teodosio I (379-395) por la masacre de los habitantes inocentes de Tesalónica. Para él no había diferencia entre emperador y plebeyo. Aunque liberó a Teodosio de la penitencia, el Santo no permitió que el emperador comulgara en el altar, sino que lo obligó a hacer penitencia pública.


La fama del obispo Ambrosio y sus acciones atrajeron a él muchos seguidores de otras tierras. Desde lejos, eruditos de Persia acudían a él para hacerle preguntas y aprehender su sabiduría. Fritigelda (Frigitil), reina de la tribu militar germánica de los Markomanni, que a menudo había atacado Mediolanum, pidió al Santo que la instruyera en la fe cristiana. A tal fin el Santo enunció persuasivamente los dogmas de la Iglesia en una carta dirigida a ella. Y habiéndose convertido en creyente, la reina convirtió a su propio esposo al cristianismo y lo convenció de concluir un tratado de paz con el Imperio Romano.


El Santo combinó la severidad con una amabilidad poco común. Concedido con el don de obrar prodigios, sanó a muchos de la enfermedad. Una vez en Florencia, mientras se hospedaba en la casa de Decentus, resucitó a un niño difunto.


El reposo de san Ambrosio, quien partió al Señor en la noche de la Santa Pascua, estuvo acompañado de muchos milagros. Incluso se apareció en una visión a los niños que estaban siendo bautizados esa noche. El Santo fue enterrado en la basílica ambrosiana de Mediolanum, bajo el altar, entre los mártires Protasio y Gervasio (14 de octubre).


Predicador devoto y valeroso defensor de la fe cristiana, san Ambrosio recibió especial renombre como escritor eclesiástico. En composiciones dogmáticas expuso la enseñanza ortodoxa sobre la Santísima Trinidad, los Sacramentos y el Arrepentimiento: “Cinco Libros sobre la Fe” (De Fide); “Explicación del Símbolo de la Fe” (Explanatio Symboli); “Sobre la Encarnación” (De Incarnationis); “Tres Libros sobre el Espíritu Santo” (De Spiritu Sancto); “Sobre los Sacramentos” (De Sacramento); “Dos Libros sobre el Arrepentimiento” (De Paenitentia). En sus escritos sobre la moralidad cristiana, explicó la excelencia de la enseñanza moral cristiana en comparación con la enseñanza moral pagana.


Una obra bien conocida de san Ambrosio, “Sobre los deberes del clero” (De Officiis Ministrorum) evidencia su profunda conciencia del deber pastoral, en enfatizando que aquellos que sirven en la Iglesia deben tener no solo el conocimiento apropiado de los servicios de la Iglesia, sino también el conocimiento apropiado de los preceptos morales.


San Ambrosio fue también un reformador del canto eclesiástico. Introdujo el canto antifonal (a lo largo de la forma oriental o siria) en la Iglesia occidental, que se conoció como “canto ambrosiano”. También compuso doce himnos que se utilizaron durante su vida. El himno “Te Alabamos, oh Dios” (Te Deum), atribuido a san Ambrosio, entró en los servicios divinos de la Iglesia Ortodoxa (Molieben).



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2022). Saint Ambrose, Bishop of Milan. New York, Estados Unidos: OCA.

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