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SAN CIRILO, ARZOBISPO DE JERUSALÉN

conmemorado el 18 de marzo.



San Cirilo, Arzobispo de Jerusalén, nació en Jerusalén en el año 315 y fue educado en la correcta piedad cristiana. Al llegar a la edad de madurez, se hizo monje, y en el año 346 se convirtió en presbítero. En el año 350, tras el reposo del arzobispo Máximo, lo sucedió en el trono episcopal de Jerusalén.


Como Patriarca de Jerusalén, san Cirilo contendió fervorosamente contra las herejías de Arrio y Macedonio. Al hacerlo, azuzó la aversión de los obispos arrianos, que buscaban deponerlo y expulsarlo de Jerusalén.


Ocurrió un milagroso portento en el año 351 en Jerusalén: a la hora tercera del día en la fiesta de Pentecostés, la Santa Cruz apareció en los cielos, resplandeciendo con una luz radiante. Se extendía desde el Gólgota sobre el Monte de los Olivos. San Cirilo informó de este prodigio al emperador arriano Constancio (351-363), con la esperanza de convertirlo a la ortodoxia.

El hereje Acacio, depuesto por el Concilio de Sárdica, había sido metropolitano de Cesarea y conspiró ​​con el emperador con el fin de destituir a san Cirilo. Una intensa hambruna golpeó a Jerusalén y san Cirilo invirtió sus riquezas en caridad. Pero como la hambruna no amainaba, el Santo empeñó los utensilios de la iglesia y usó el dinero para comprar trigo para los hambrientos. Los enemigos del Santo difundieron un rumor escandaloso de que habían visto a una mujer en la ciudad bailando con vestimentas clericales. Aprovechando éste rumor, los herejes expulsaron por la fuerza al Santo.


El Santo encontró refugio con el obispo Silvano en Tarso. Después de ésto, se celebró un Concilio local en Seleucia, al que asistieron 150 obispos, contándose san Cirilo entre ellos. El herético metropolitano Acacio no quiso permitirle tomar asiento, mas el Consejo no lo consintió. Acacio salió furioso del Concilio y denunció así al Consejo como a San Cirilo ante el emperador y el patriarca arriano Evdoxio. El emperador hizo encarcelar al Santo.


Cuando el emperador Juliano el Apóstata (361-363) ascendió al trono, revocó todos los decretos anti ortodoxos de Constancio, aparentemente por piedad. San Cirilo retornó a su propio rebaño. Empero, tras un tiempo, cuando Juliano estuvo seguro en el trono, apostató abiertamente y renunció a Cristo. Consintió que los judíos comenzaran a reconstruir el Templo de Jerusalén que fuera destruido por los romanos, e incluso los proporcionó parte de los fondos de la tesorería del estado.


San Cirilo predijo que las palabras del Salvador sobre la destrucción del Templo hasta sus mismas piedras (Lc 21:6) serían indudablemente consumadas, y la intención blasfema de Julián se malograría. Pronto tuvo lugar un terremoto tan poderoso, que incluso los sólidos cimientos del antiguo Templo de Salomón se movieron en su lugar, y lo que había sido reconstruido se derrumbó y se hizo añicos. Cuando los judíos reanudaron la construcción, un fuego descendió del cielo y destruyó las herramientas de los trabajadores. Un gran terror se apoderó de todos. En la noche siguiente, apareció la Señal de la Cruz en la ropa de los judíos, la cual no pudieron quitar de ninguna manera.


Tras ésta confirmación celestial de la predicción de san Cirilo, lo desterraron nuevamente, y el trono del obispo fue ocupado por san Ciriaco. Pero san Ciriaco pronto sufrió la muerte como mártir (28 de octubre).


Después de la muerte del emperador Julián en 363, san Cirilo volvió a su Sede, pero durante el reinado del emperador Valente (364-378) fue exiliado por tercera vez. Fue solo bajo el Santo Emperador Teodosio el Grande (379-395) que por fin volvió a su labor archipastoral. En 381, san Cirilo participó en el Segundo Concilio Ecuménico, que condenó la herejía de Macedonio y afirmó el Símbolo de Fe de Nicea-Constantinopla (Credo).


Las obras de san Cirilo incluyen veintitrés Instrucciones (Dieciocho son catequéticas, destinadas a los que se preparan para el Bautismo, y cinco son para los recién bautizados) y dos discursos sobre temas evangélicos: “Sobre el paralítico” y “Sobre la transformación del agua en vino en Caná”.


En el corazón de las Instrucciones Catequéticas hay una explicación detallada del Símbolo de la Fe. El Santo sugiere que un cristiano debe inscribir el Símbolo de la fe en “las tablas del corazón”.


“Los artículos de la fe”, enseña san Cirilo, “no fueron escritos por ingenio humano, sino que contienen todo lo más importante de todas las Escrituras, en una sola enseñanza de fe. Así como la semilla de mostaza contiene toda su plétora de ramas dentro de su pequeño grano, así también la Fe en sus diversas declaraciones combina todas las enseñanzas piadosas del Antiguo y el Nuevo Testamento”.


San Cirilo, gran asceta y paladín de la ortodoxia, descansó en el Señor en el año 386.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Saint Cyril, Archbishop of Jerusalem. New York, Estados Unidos: OCA.

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