conmemorado el 21 de febrero.
San Eustacio, Arzobispo de Antioquía (323-331) nació en Side, Panfilia en el año 324. Fue obispo de Beroea (hoy, Alepo), y gozó del amor y estima del pueblo. A petición de su rebaño fue elevado por los Padres del Primer Concilio Ecuménico (325) a la Sede de Antioquía.
San Eustacio fue un teólogo erudito y se distinguió también por sus amplios conocimientos en las ciencias seculares. Cuando la herejía de Arrio (distorsión que negaba la consustancialidad del Hijo de Dios con el Padre) comenzó a extenderse en Oriente, san Eustacio luchó celosamente por la pureza de la fe ortodoxa a través de sus palabras y escritos.
El Primer Concilio Ecuménico fue convocado en el año 325 por el Santo Emperador Constantino el Grande (306-337). El primero en presidir éste Concilio fue san Eustacio. El Concilio condenó las enseñanzas heréticas de Arrio e incorporó la confesión ortodoxa al Símbolo de la Fe (el Credo de Nicea).
Mas el insensato Arrio, como lo llamaba san Eustacio, se negó a renunciar a sus errores. Él y quienes compartían su opinión fueron excomulgados de la Iglesia por el Concilio. Entre los obispos que firmaron el Símbolo de Fe de Nicea había algunos adeptos de la herejía de Arrio, pero firmaron las Actas del Concilio por temor a la excomunión.
Concluido el Concilio, sus enemigos conspiraron contra san Eustacio. Con gran astucia obtuvieron su consentimiento para convocar un concilio local en Antioquía. Habiendo sobornado a cierta mujer libertina, la persuadieron para que se presentara en el Concilio con un niño al pecho y declarara falsamente que san Eustacio era el padre del niño.
Los arrianos declararon depuesto a san Eustacio, violando la Regla Apostólica de que las acusaciones contra el clero deben ser fundamentadas por dos testigos. Sin juicio, fue enviado al exilio en Tracia. Pero la mentira pronto quedó al descubierto: la mujer se arrepintió después de caer gravemente enferma. Convocó al clero y, en presencia de numerosos testigos, confesó su pecado.
San Constantino el Grande murió por aquellos días, y su hijo Constancio (337-361), que compartía las opiniones heréticas de Arrio y favorecía a los obispos arrianos, sucedió a su padre en el trono. Incluso en el exilio, san Eustacio luchó por la ortodoxia con el mismo celo. Hallándose en el destierro, durmió en el Señor en la ciudad de Filipos o Trajanópolis, en el año 337.
Convocado en el año 381 en Constantinopla, el Segundo Concilio Ecuménico confirmó el Símbolo Ortodoxo de la Fe, que san Eustacio había defendido tan valerosamente. La herejía arriana fue nuevamente anatematizada.
En el año 482 las reliquias de san Eustacio fueron trasladadas con reverencia desde Filipos hasta la ciudad de Antioquía, con gran alegría del pueblo, que no había cesado de honrar y amar a su patriarca.
San Eustacio fue estimado por los grandes jerarcas del siglo IV: Basilio el Grande, Juan Crisóstomo, Atanasio de Alejandría, Epifanio de Chipre, Anastasio del Sinaí y Jerónimo de Estridón. El renombrado historiador de la iglesia, el obispo Theodoreto de Cirro, llama a san Eustacio un pilar de la Iglesia y un hombre de piedad, de igual estatura que san Atanasio de Alejandría y los demás obispos que estuvieron a la vanguardia de la pugna por la ortodoxia.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Saint Eustathius, Archbishop of Antioch. New York, Estados Unidos: OCA.
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