conmemorado el 24 de septiembre.
En el día veinticuatro del mes de septiembre la Iglesia de Cristo conmemora a su venerable Padre Siluán (gr. Σιλουανός, ru. Силуан) del Monte Athos (o bien, Siluán “el Athonita”) inspirado por Dios, quien vivió la vida monástica en la dicha Montaña Sagrada en el Monasterio Ruso del Santo y Gran Mártir Panteleímon, y quien durmió piadosamente en el Señor el día veinticuatro del mes de septiembre del año de nuestra salvación 1938.
San Siluán (o bien, Silouan), ese ciudadano de la Jerusalén celestial, nació de padres piadosos en la tierra de Rusia en el pueblo de Shovsk en la diócesis del Metropolitano de Tambov. Vino al mundo en el año de nuestro Señor 1866, y desde joven fue llamado al arrepentimiento por la Bendita Madre de Dios y siempre Virgen María.
Cuando cumplió los veintisiete años, renunció a las cosas de ésta vida y, con las oraciones de san Juan de Kronstadt para apresurar su camino, partió hacia Grecia y la ilustre Montaña Sagrada. Ahí, en el claustro del Santo Gran Mártir y Médico Panteleímon, tomó sobre sí el yugo de la vida monástica.
Así se entregó a Dios con su alma entera, y en poco tiempo no solo recibió el don de la oración incesante de la Santísima Madre de Dios, sino que también se lo concedió inefablemente ver al Cristo vivo en la capilla del Santo Profeta Elías que estaba junto al molino harinero del Monasterio.
Mas ésta primera gracia le fue quitada, y el Santo fue constreñido por la angustia y el gran dolor, y con el permiso de Dios fue entregado a múltiples tentaciones de enemigos espirituales durante quince años, por lo que siguió los pasos de Cristo, habiendo ofrecido oraciones y fuertes súplicas con gran clamor y lágrimas a Aquel que pudo salvarlo de la muerte (Hb 5:7), siendo enseñado por Dios a través de una voz de lo alto que le dio éste mandamiento: “Mantén tu nous en el Hades, y no desesperes”. Ésto lo observó como una regla infalible, y así siguió el camino de Antonio, Makarios, Poemen y Sisoes, y los otros célebres preceptores y padres del desierto, cuya estatura y dones espirituales igualmente alcanzó, y se manifestó como un maestro apostólico e inspirado así en vida como después de la muerte.
San Siluán era maravillosamente manso y humilde de corazón, un ferviente abogado ante Dios por la salvación de todos, e inigualable entre los maestros: porque —dice— no hay prueba más segura de que el Espíritu divino mora en nosotros que amar a nuestros enemigos.
El bendito san Siluán pasó de la muerte a la vida, lleno de días espirituales, el veinticuatro de septiembre del año de nuestro Señor Jesucristo de 1938: A Quien pertenecen la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Por sus oraciones y las de todos Tus Santos, oh Cristo nuestro Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2024). San Siluán el Atonita. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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