conmemorada el 16 de septiembre
La Santa Gran Mártir Eufemia (gr. Ευφημία, Euphēmia, Evfemia) era hija de padres cristianos: del senador Philophronōs y su esposa Theodosia. Padeció por Cristo en el año 304 en la ciudad de Calcedonia, sobre el Bósforo frente a Constantinopla, la Reina de las Ciudades.
Prisco, el procónsul de Calcedonia, emitió un decreto que demandaba que todos los habitantes de Calcedonia y sus alrededores asistieran a un festival pagano para adorar y ofrecer sacrificios al ídolo de Ares. Amenazó con graves tormentos a cualquiera que no se hiciera presente. Durante esta impía festividad, 49 cristianos permanecieron ocultos en una casa, donde adoraban secretamente al Dios verdadero. La joven virgen Eufemia se contaba entre los que allí rezaban.
Pronto se descubrió tal escondite y fueron llevados ante Prisco para responder a los cargos en su contra. A lo largo de diecinueve días los mártires fueron sometidos a tormentos diversos, mas ninguno de ellos vaciló en su fe, ni consintió en ofrecer sacrificio al ídolo. El gobernador, fuera de sí a causa de la irritación y sin conocer otra forma de obligar a los cristianos a abandonar su fe, los envió al emperador Diocleciano para que los juzgara. Se quedó con la más joven, la virgen Eufemia, con la esperanza de que no perseverara si quedaba sola.
Separada de sus hermanos cristianos, Santa Eufemia oró con vehemencia para que el Señor Jesucristo la fortaleciera para su inminente prueba. Prisco instó a la santa a ofrecer sacrificio al ídolo, prometiéndole muchas recompensas. Mas, cuando ella se negó, ordenó su tortura.
La Mártir fue atada a una rueda con afilados cuchillos que cortaron su cuerpo. La Santa oró en alta voz y, milagrosamente, la rueda se detuvo sola y no se movió más a pesar de todos los esfuerzos de los verdugos. Un ángel del Señor, descendió del Cielo, quitó a Eufemia de la rueda y la curó de sus heridas, por lo cual la santa dio gracias a Dios.
Prisco no se percató del milagro que había tenido lugar, por lo que ordenó a los soldados Víctor y Sóstenes que llevaran a la santa a un horno al rojo vivo. Pero los soldados, al ver dos Ángeles en medio de las llamas, se negaron a cumplir la orden del Procónsul y declararon que creían en el Dios a quien Eufemia adoraba. Habiendo valerosamente confesado que eran cristianos, Víctor y Sóstenes esperaban el castigo. Fueron, pues, condenados a ser devorados por fieras salvajes. En la arena suplicaron a Dios que les perdonara los pecados que habían cometido, pidiéndole al Señor que los recibiera en el Reino de los Cielos. Se escuchó una voz divina y los dos soldados entraron en la vida eterna. Las fieras, sin embargo, no hirieron sus cuerpos. Santa Eufemia, arrojada al fuego por otros soldados, no sufrió. Con la ayuda de Dios salió ilesa de muchos otros tormentos. Atribuyendo cosas tales a la hechicería, Prisco ordenó que se cavara un pozo. Colmándolo con cuchillos, lo hizo cubrir con tierra y hierba, para que la mártir no advirtiera tal trampa.
Una vez más, Santa Eufemia permaneció salva, caminando sobre el foso. Finalmente, fue sentenciada a ser devorada por las fieras en la arena. Antes de su ejecución, la Santa oró para que el Señor la considerara digna del martirio. Pero ninguno de los osos o leones la atacó, sino que solo lamieron sus pies. Eventualmente, una osa hirió su pie, el cual sangró ligeramente, y la Santa Gran Mártir Eufemia murió de inmediato. Cuando su alma partió, hubo un terremoto. La ciudad fue sacudida, los muros cayeron y los templos paganos se derrumbaron. Mientras Santa Eufemia yacía exánime en la arena, los guardias y los espectadores huyeron aterrorizados, por lo que los padres de la santa pudieron tomar su cuerpo y enterrarlo cerca de Calcedonia.
Más tarde, se construyó una majestuosa iglesia sobre la tumba de la Gran Mártir Eufemia. Las sesiones del Cuarto Concilio Ecuménico tuvieron lugar allí en el año 451. En ese tiempo, la Santa Gran Mártir Eufemia confirmó la confesión de fe ortodoxa de milagrosa manera, exponiendo la herejía monofisita. Ese milagro se conmemora el 11 de julio.
Cuando los persas conquistaron Calcedonia en el año 617, las reliquias de la santa Gran Mártir Eufemia fueron trasladadas a Constantinopla (alrededor del año 620). Durante la herejía iconoclasta, el relicario que contenía las reliquias de Santa Eufemia fue arrojado al mar, presumiblemente, pero piadosos marineros lo recuperaron. Fueron llevadas a la isla de Lemnos y devueltas a Constantinopla en 796.
El cuerpo incorrupto de Santa Eufemia se encuentra en la Iglesia Patriarcal de San Jorge en Fanar en Constantinopla. Otra porción de sus reliquias se encuentra en el Monasterio de Kykkos en Chipre y en el Lavra (monasterio) de San Aleksándr Nevsky en San Petersburgo.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Great Martyr Euphēmia the All-Praised. New York, Estados Unidos: OCA.
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