conmemorada el 17 de julio.
La Santa Gran Mártir Marina nació en el seno de la familia de un sacerdote pagano de la ciudad de Antioquía, en el centro de la provincia romana de Pisidia en Asia Menor. Fue criada por una nodriza que vivía en una finca propiedad de la madre de Marina, quien murió cuando la Santa aún era una bebé. De la nodriza o de un errante hombre de Dios, Marina conoció las bases de la Fe en Cristo a la edad de doce años.
Después de escuchar la historia sobre la concepción y Natividad de nuestro Señor Jesús Cristo por la Santísima Virgen, la fe de Marina en el Dios Verdadero se fortaleció y su abrigó el deseo de renunciar a las tentaciones mundanas. Decidió que nunca se casaría, pese a que atraía la atención de los hombres, y que se convertiría en la novia de Cristo. Algunas fuentes indican explícitamente su disposición a “dar su vida por el Señor”.
Olymbrios, el gobernador imperial de esa región, quedó fascinado por la belleza de Marina y quiso casarse con ella. La Santa no ocultó su Fe. Entonces el gobernante la entregó al cuidado de una mujer noble, con la esperanza de persuadir a la joven a negar a Cristo. Entonces Olymbrios le ofreció su mano y su corazón públicamente, en el centro de la ciudad, desde el podio del prefecto, pero Santa Marina se mantuvo firme en su negativa.
Las tentaciones de ésta vida, que la prometían fama y fortuna, fueron reemplazadas inmediatamente por el sufrimiento físico. Por su oración, nuestro Señor concedió a Santa Marina la fortaleza que la ayudó a arrostrar el sufrimiento del cuerpo tanto cuanto la tentación de librarse del dolor, inclinándose por la apostasía. La Santa soportó valientemente el tormento: fue azotada con varas, su cuerpo, rastrillado con tridentes, la traspasaron con clavos y la quemaron con fuego.
Ni siquiera ésto, el segundo nivel de tentación, no agotó la penitencia de la Santa. El origen del tercer nivel de la prueba fue el mismo Satanás, cuyo ataque también fue triple.
La primera vez que el demonio se apareció a la Santa en la prisión, a la noche que siguió al primer día de tortura, en medio de la oración, como aclara Vida Copta, cruzó los brazos en forma de cruz. En la hagiografía rusa, se destaca que Marina le pidió al Señor: “Déjame ver al Enemigo de la humanidad luchando contra mí. Que venga cara a cara ante mí. Tú eres Juez y Gobernante de vivos y muertos, juzga, pues, entre el diablo y yo. Líbrame de la perdición. Ayúdame a vencerlo, envía a Satanás al infierno con Tu invencible poder”.
Tomando la forma de una serpiente (o bien, de un dragón), Satanás devoró a la cautiva. Pero Santa Marina pudo orar en su vientre, e hizo la Señal de la Cruz, que desgarró al dragón. Una vez más en el piso de la mazmorra, Marina vio al mismo Satanás en la esquina, quien entabló un segundo ataque físico contra la Santa.
La peculiaridad que distingue a la Santa Gran Mártir Marina de otras santas vírgenes, e incluso de los hombres, es que la joven opuso resistencia física activa a Satanás. Después de entrar en combate con él, Santa Marina persistió en su oración. Al ver un martillo de cobre tirado en la esquina de la mazmorra, lo agarró y comenzó a golpear con él en la cabeza a Satanás, tomándolo por los cuernos y pisándole el cuello, Santa Marina dijo: “Apártate de mí, oh inicuo…”
Después de eso, los cielos se abrieron y el cuerpo de la Mártir fue sanado de sus heridas del día anterior. Una voz desde arriba la animó, instándola a no tener miedo de nada.
Pero el diablo atacó una tercera vez a la joven. Bajo el pretexto de la franqueza de la historia de sus atrocidades, trató de arrastrarla a aquellos pecados a los que se oponía la Santa. Pero Marina derrotó al Padre de la mentira, haciendo sobre él la Señal de la Cruz. El abismo se tragó a Satanás, y la Santa pasó el resto de la noche en oraciones de acción de gracias y alegría hasta que comenzó el día de su concurso final.
El Eparca intentó de nuevo quebrantar la resistencia de la Santísima Virgen mediante el tormento. La Mártir fue suspendida de un árbol, quemada con fuego, sumergida en un barril de agua, y eso se convirtió en su Santo Bautismo. De pronto, mientras se sumergía en el agua, brilló una luz y una paloma blanca como la nieve descendió sobre la joven con una corona de oro en su pico.
La multitud asombrada comenzó a alabar a Dios y se declaró cristiana. El gobernador ordenó que todos fueran ejecutados. Ese día, junto con Marina la novia de Cristo, de quince años, fueron decapitadas quince mil personas. Ésto ocurrió en el año 304.
La tradición de la veneración de Santa Marina fue establecida por un testigo del encarcelamiento y ejecución de la Gran Mártir, y luego por el hagiógrafo Theótimos. Tras ungir el cuerpo de la Santa con fragancias e incienso, la dispuso primero en la casa de la piadosa esposa de un senador en Antioquía.
Posteriormente, las reliquias fueron colocadas en un sepulcro de piedra en una casa de oración especialmente construida, donde cada año, en el día de la fiesta de la Santa, se celebraba la Divina Liturgia. La base para el reconocimiento de Marina como Santa fueron los numerosos milagros atribuidos a sus reliquias.
Ya en el siglo IV, la Virgen Mártir Marina era venerada como libertadora de desgracias y problemas, de juicios injustos y sentencias sin ley. En la Proskynitaria (descripciones de lugares santos) del Monte Athos de 1701 se dice que sus reliquias curan a los afligidos, dando “curación a los enfermos, consuelo a los dolientes, corrección y perdón a los que viven en pecado”. La Santa Gran Mártir Marina, que en vida derrotó al demonio, nos protege de las calumnias y difamaciones del Enemigo, intercede por los que están abrumados por los espíritus de la malicia: los poseídos y los enfermos mentales, así como por los que están en su lecho de muerte, alejando a los demonios de ellos.
Se ha sugerido que, en algún momento de la historia de Europa occidental, Marina pasó a llamarse Margarita en la hagiografía latina por razón de su belleza y nobleza. En algún tiempo, la Santa comenzó a ser venerada en varias partes de Europa con distintos nombres. Cerca del sur y del este se la conocía por su nombre original, Marina, pero en el oeste y el norte, como Margarita.
En los íconos griegos y coptos del Gran Mártir Marina, hay un dragón o un demonio en la forma de un hombre de piel oscura, un hombre bajo con cuernos. En éste último caso, la Santa lo sujeta con una mano por un cuerno, o un mechón de sus cabellos, y con la otra mano está a punto de golpearlo con un martillo.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Great Martyr Marina (Margaret) of Antioch. New York, Estados Unidos: OCA.
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