conmemorada el 03 de septiembre.
La Santa Mártir Basílisa (gr. Βασίλισσα) de Nicomedia sufrió por su fe en Cristo, nuestro Dios, bajo el emperador Diocleciano. Cuando Alejandro era gobernador de Nicomedia, se suscitó una persecución contra los cristianos (303-305). En aquel tiempo, Santa Basílisa fue acusada de ser cristiana y convocada ante Alejandro. Éste la interrogó, a lo que respondió valerosamente que era una cristiana piadosa. Airado, Alejandro abofeteó el rostro de la Virgen. La joven doncella mostró una firmeza inquebrantable en su fidelidad a su Señor, por lo que fue sometida a un prolongado y severo tormento. Habiendo sido golpeada, con acción de gracias exaltó a Dios, por lo cual fue desnudada y azotada con varas. Debido a que la Santa agradeció aún más al Señor, el gobernador se encolerizó, por lo que ordenó que la Santa Mártir fuera tendida en el suelo y vapuleada.
Fue azotada tan cruel y largamente que su cuerpo se hinchó. Soportando tal tormento, la Santa gritó: “¡Dios mío, te doy gracias!”. Por ello, el gobernador ordenó que se perforaran los tobillos de la Mártir y se los atravesara con un gancho de hierro. Se ató una cadena del gancho, y de la cadena se colgó a la Santa boca abajo. Debajo de la bendita, había brea hirviendo, plomo y azufre, de modo que ella respiraba humo inmundo, y cuyo propósito era que la atleta del Señor expirara lentamente al sufrir la inhalación de humo. Mas la Santa soportó el tormento con alegría, como si se deleitara y descansara en el Paraíso, por eso agradeció aún más a Dios.
El gobernador vio que ella se tomaba el tormento a broma, por lo que ordenó que se encendiera un horno y que la arrojaran adentro. La Mártir de Cristo se persignó con la señal de la Cruz y entró en el horno, en el que estuvo largo tiempo sin sufrir daño, y éste milagro asombró a todos.
Después de ésto, el gobernador ordenó sacar a la Santa del horno y que se desataran contra ella dos grandes leones. La Santa Virgen oró y permaneció ilesa. Cuando el gobernador Alejandro vio todas éstas cosas, su alma se conmovió y cayó a los pies de la Santa, diciendo: “Ten piedad de mí, sierva del Rey celestial, y perdóname por los tormentos que te he traído. Haz de mí también un soldado de tu Rey, porque, como dijiste, Él acepta a los pecadores”.
Luego, la Santa agradeció a Dios Todopoderoso y catequizó al gobernador. Luego lo llevó ante el obispo Antonio de Nicomedia, quien lo dispensó el Santo Bautismo en la Iglesia.
Después de ser bautizado, el gobernador volvió a postrarse ante la Santa, rogándole diciendo: “Sierva del Dios verdadero, ruega por mí, para que yo sea perdonado de los males que obré contra ti, y que mi vida termine con una buena confesión de fe”.
La Santa oró por él, y así el gobernador inmediatamente entregó su alma, glorificando y bendiciendo a Dios. En compañía del obispo, Santa Basílisa dio sepultura a Alejandro. Luego salió de la ciudad de Nicomedia, donde encontró una piedra y, de pie sobre ella, oró. ¡Oh milagro! —inmediatamente brotó agua de la roca. Después de que la Santa bebiera del agua, y agradeciendo a Dios, caminó un poco más y dijo: “Señor, recibe mi espíritu en paz”.
La Santa Virgen Mártir Basílisa partió hacia el Señor con gozo y acción de gracias. Cuando el obispo Antonio escuchó ésto, enterró y sepultó su augusta reliquia cerca de la dicha roca de la que brotó agua a través de la oración de la Santa, la cual continúa fluyendo hasta hoy.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2024). Santa Vasilisa de Nicomedia. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Comments