conmemoradas el 17 de septiembre.
Las Santas Mártires Santa Sofía (gr. Σοφία, ru. София) y sus Hijas Fe (gr. Πίστη, ru. Вера), Esperanza (gr. Ελπίδα, ru. Надежда) y Amor (gr. Αγάπη, ru. Любовь) nacieron en Italia. La Santa fue una piadosa viuda cristiana quien nombró a sus hijas en honor a las tres virtudes cristianas. Fe tenía doce años, Esperanza tenía diez y Amor tenía nueve. Santa Sofía las crio en el amor del Señor Jesucristo. Santa Sofía y sus hijas no ocultaron su fe en Cristo, sino que la confesaron abiertamente ante todos.
Un oficial llamado Antíoco las denunció al emperador Adriano (117-138), quien ordenó que fueran llevadas a Roma. Al darse cuenta de que serían llevadas ante el emperador, las santas vírgenes oraron fervientemente al Señor Jesucristo, pidiéndole que les diera la fuerza para no temer la tortura y la muerte. Cuando las santas vírgenes y su madre se presentaron ante el emperador, todos los presentes quedaron asombrados por su compostura. Parecían como si las hubieran conducido a algún alegre festival, en vez de la tortura. Convocando a cada una de las hermanas por turno, Adriano las instó a ofrecer sacrificios a la diosa Artemisa. Las jóvenes permanecieron inamovibles.
Entonces el emperador ordenó que fueran torturadas. Quemaron a las santas vírgenes sobre un enrejado de hierro, luego las lanzaron en un horno al rojo vivo y finalmente en un caldero con brea hirviendo, pero el Señor las preservó.
A la menor, Amor, la ataron a una rueda y la golpearon con varas hasta que todo su cuerpo quedó cubierto de ensangrentados moretones. Después de sufrir indecibles tormentos, las santas vírgenes glorificaron a su Esposo Celestial y permanecieron firmes en la Fe.
A la Santa Mártir Sofía la sometieron a otro terrible suplicio: obligaron a la madre a presenciar el sufrimiento de sus hijas. Mostró un valor inquebrantable e instó a sus hijas a soportar los tormentos por el amor del Esposo celestial. Las tres doncellas fueron decapitadas y alegremente abajaron sus cuellos bajo la espada.
Para acentuar el sufrimiento interior de Santa Sofía, el emperador le permitió tomar los cuerpos de sus hijas. Colocó sus restos en ataúdes y los cargó en un carro. Condujo más allá de los límites de la ciudad y las enterró con reverencia en una alta colina. Santa Sofía se sentó allí junto a las tumbas de sus hijas durante tres días y finalmente entregó su alma al Señor. Aunque no padeció por Cristo en la carne, no fue privada de la corona de mártir. Más bien, sufrió en su corazón. Los creyentes enterraron su cuerpo allí junto a sus hijas.
Las reliquias de los santos mártires reposan en El'zasa, en la iglesia de Esho desde el año 777.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Martyr Sophia and her three Daughters at Rome. New York, Estados Unidos: OCA.
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