conmemorada el 25 de junio.
La Virgen Mártir Fevronia sufrió durante el reinado de Diocleciano (284-305). Se crio en un monasterio de la ciudad de Sivápolis (Asiria). La directora del Monasterio de mujeres era la abadesa Bryéne (gr. Βρυένη), tía de Santa Fevronia. Preocupada por la salvación de su sobrina, la asignó un camino de vida más estricto que a sus hermanas monjas. Según su regla monástica, los viernes las hermanas dejaban de lado los otros deberes y pasaban el día entero orando y leyendo la Sagrada Escritura. La abadesa solía asignar la lectura a Santa Fevronia.
Las noticias de su vida piadosa se difundieron por toda la ciudad. La ilustre joven viuda Iéreia (gr. “Ιέρεια”, Iereia, Hieria), pagana, comenzó a visitarla y, bajo la influencia de su guía y oración, aceptó el Santo Bautismo, llevando, juntamente, a sus padres y parientes a la fe cristiana.
Diocleciano envió un destacamento de soldados a Asiria bajo el mando de Lisímaco, Selinus y Primus para destruir a los cristianos. Selinus, el tío de Lisímaco, se caracterizaba por su actitud feroz contra los cristianos, pero Lisímaco tenía un pensamiento distinto al de él, ya que su madre había tratado de inspirar amor por la fe cristiana en su hijo, y ella reposó en la Fe en Cristo. Lisímaco había discutido con su pariente Primus cómo sería posible liberar a los cristianos de las manos del torturador. Cuando el destacamento de soldados se acercó al convento, sus moradoras se ocultaron. Sólo permanecieron la abadesa Bryéne, su asistente Thomais (del gr. “Θωμαΐς”, Tomaida en español) y Santa Fevronia, que en ese momento yacía gravemente enferma.
A la abadesa le dolía terriblemente que su sobrina cayera en manos de los torturadores, que podrían profanarla. Oró fervientemente para que el Señor la preservara y la fortaleciera en la confesión de Cristo Salvador. Selinus ordenó que trajeran ante él a todas las monjas del convento. Primus no halló a nadie, sino a las dos ancianas y a Santa Fevronia. Lamentó que no se hubieran escondido y sugirió a las monjas que huyeran. Pero las monjas decidieron no abandonar el lugar de sus labores y se encomendaron a la voluntad del Señor.
Primus comunicó a Lisímaco la particular belleza de Santa Fevronia y le aconsejó que se quedara con ella. Lisímaco dijo que no seduciría a una virgen dedicada a Dios y pidió a Primus que escondiera a las otras monjas en algún sitio para que no cayeran en manos de Selinus. Uno de los soldados escuchó la conversación y advirtió a Selinus. Condujeron a Santa Fevronia ante el comandante militar con las manos atadas y una cadena alrededor del cuello. Selinus la instó a negar a Cristo, prometiéndola honores, recompensas y matrimonio con Lisímaco. La Santa Virgen respondió firme y valerosamente que tenía un Esposo Inmortal y que no lo cambiaría por ningún hombre mortal. Selinus la sometió al tormento. La Santa oró: “¡Salvador mío, no me abandones en esta hora terrible!”.
Azotaron a la Santa Virgen Mártir por largo tiempo y de sus heridas manó sangre. Para intensificar el sufrimiento de Santa Fevronia, la ataron a un árbol y prendieron fuego debajo. Las torturas fueron tan inhumanas, que el pueblo empezó a exigir su cesamiento, ya que no hubo confesión de culpabilidad por parte de la Santa joven. Selinus continuó mofándose de la Mártir, pero Santa Fevronia guardó silencio. A causa de su debilidad, no podía pronunciar una palabra. Enfurecido, Selinus dio órdenes de arrancar su lengua, romper sus dientes y, finalmente, cortar sus manos y pies. El pueblo no pudo soportar tan horrible demostración y abandonó el lugar de la tortura, maldiciendo a Diocleciano y sus dioses.
Entre la multitud se encontraba la monja Thomais, que más tarde registró detalladamente el martirio de Santa Fevronia, y también su alumna Iéreia. Ella salió de entre la multitud y, en presencia de todos, reprochó a Selinus su crueldad sin límites. Dio órdenes de arrestarla, pero al enterarse de que Iéreia era una persona ilustre a la que no podía someter fácilmente al tormento, dijo: “Con tu discurso has conducido a Fevronia un tormento aún mayor”. Finalmente decapitaron a la Santa Mártir Fevronia.
Al salir del lugar de ejecución, Lisímaco lloró y se retiró a sus aposentos. Selinus se preparó para tomar alimentos, mas no fue capaz y se retiró a la quietud de sus aposentos. De pronto, perdió la razón. Mirando al cielo, deliraba y bramaba como un toro, luego cayó y golpeó su cabeza contra una columna de mármol y expiró. Cuando Lisímaco se enteró de esto, dijo: “¡Grande es el Dios de los cristianos, que ha vengado la sangre de Fevronia, tan injustamente derramada!”. Preparó un ataúd, colocó en él el cuerpo de la Virgen Mártir y lo trasladó al convento.
La abadesa Bryéne cayó sin sentido al ver los restos mutilados de Santa Fevronia. Más tarde recobró el sentido y dio orden de abrir las puertas del convento para que todos pudieran venerar a la Santa Mártir y glorificar a Dios que tanta paciencia la concedió en el sufrimiento por Cristo. Lisímaco y Primus renunciaron a su adoración de ídolos y aceptaron tanto el Bautismo como la vida monástica. Iéreia entregó su riqueza al convento y solicitó a la abadesa Bryéne que la aceptara en el convento como sucesora de Santa Fevronia.
Cada año, en el día de la muerte de Santa Fevronia como mártir, se celebraba en el convento una solemne Fiesta. Durante el tiempo de la Vigilia nocturna las monjas siempre veían a la Santa Virgen Mártir Fevronia, en su sitio habitual en la iglesia. De las reliquias de Santa Fevronia se produjeron numerosos milagros y curaciones. La vida de Santa Fevronia fue registrada por la monja Thomais, testigo de tales hechos.
En el año 363 las reliquias de Santa Fevronia fueron trasladadas a Constantinopla.
Poco después de la muerte de Santa Fevronia, Santiago, Obispo de Nísibis (13 de enero) construyó una iglesia y trasladó a ella una parte de las reliquias de la Santa Mártir.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Virgin Martyr Fevronia of Nisibis. New York, Estados Unidos: OCA.
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