conmemoradas el 4 de octubre.
Éstas tres Santas mujeres, una madre y sus dos hijas, fueron conmemoradas en homilías por Eusebio de Émesa (c. 335) y san Juan Crisóstomo (c. 391), a partir de las cuales recibimos noticia sobre sus vidas y sus martirios.
Durante la persecución bajo Diocleciano en el año 302, Domnina, para escapar, huyó de Antioquía con sus dos hijas, Verónica y Prosdoquía, refugiándose en la ciudad de Edesa del Norte de Mesopotamia.
En Edesa, el esposo de Domnina y el padre de sus hijas, que era un pagano celoso, las persiguió junto con una banda de soldados. Fueron aprehendidas y llevadas a Hierápolis, ciudad cerca de la cual fluía un río. Mientras los soldados comían y bebían junto a dicho río, ellas entraron secretamente al río y se entregaron a las corrientes.
De pie en medio del río, con sus hijas una a cada lado de ella, después de orar, Domnina se sumergió a sí misma y a sus hijas al río, y se ahogaron, o más bien fueron bautizadas en una nueva vida por su madre.
Así se ayudó a sí misma y especialmente a sus hijas vírgenes a escapar de ser corrompidas por los embriagados soldados.
Como dice san Juan Crisóstomo: “No temía el tormento, sino los lujuriosos ojos de los incrédulos. No temía que alguien pudiera atravesar sus costillas, pero temía que alguien pudiera destruir la virginidad de sus hijas”.
Crisóstomo explica, además: “[Domnina] soportó torturas mucho mayores en el río [de las que tendría en la corte]. Mi punto de vista, como comencé a decir, es que fue realmente mucho más cruel y doloroso que ver carne flagelada, ahogar sus propias entrañas, quiero decir sus hijas, por su propia mano, y verlas sofocarse, y requirió una filosofía mucho mayor que soportar torturas para que ella tuviera la capacidad de asir las manos derechas de sus hijas y arrastrarlas junto con ella por las corrientes del río, porque no era lo mismo en términos de dolor ver que [sus hijas] sufrían mucho a manos de otros y que ella misma actuaba como la sirvienta de la muerte, que ella misma promover su fin, que se enfrentándose a sus hijas en lugar de un verdugo”.
Y Eusebio concluye su sermón con la siguiente exhortación: “Éstos son los holocaustos, los sacrificios, éstas son las madres e hijas de la Iglesia, los buenos tesoros, los tesoros más bellos, los honrados milagros. Hombres, no deseen ser mejores que las mujeres. Mujeres, no deseen que sus hermanas las dejen atrás”.
Crisóstomo nos informa además que sus féretros y sus reliquias estaban en Antioquía, y exhortó a sus oyentes a ir a sus tumbas a menudo y venerarlos y pedir sus intercesiones, ya que poseen gran audacia ante Dios.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2023). Santas Mártires Dominica y sus hijas Verónica y Prosdoquía de Siria. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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