conmemorado el 11 de octubre.
El Santo Apóstol Felipe de los Setenta, uno de los siete Diáconos no debe confundirse con San Felipe uno de los Doce Apóstoles. Este Santo Apóstol era originario de Palestina, estaba casado y tenía hijos.
Después de la venida del Espíritu Santo, los Doce Apóstoles hicieron diácono a Felipe en la Iglesia de Jerusalén. Junto con los otros seis diáconos, lo designaron para que se ocupara de las ofrendas de los fieles y atendiera las preocupaciones de las viudas, los huérfanos y los necesitados. El mayor de los siete diáconos fue el santo archidiácono Esteban. Cuando comenzó la persecución de los cristianos, los judíos apedrearon al protomártir Esteban. El Apóstol Felipe salió de Jerusalén y se instaló en Samaria. Allí predicó el cristianismo airosamente. Entre los conversos del discípulo estaba el célebre mago Simón, quien “creyó (también), y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito” (Hch 8:9-13).
San Felipe, por mandato de un ángel del Señor, emprendió el camino que unía Jerusalén con Gaza. Allí conoció a un oficial de la emperatriz de Etiopía, a quien también convirtió al cristianismo (Hch 8:26-39). El santo discípulo Felipe predicó incansablemente la Palabra de Dios en incontables tierras del Cercano Oriente contiguas a Palestina. En Jerusalén los Apóstoles lo hicieron obispo y lo enviaron a Tralles en Asia Menor, donde también bautizó a muchos. San Felipe murió en la vejez.
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