conmemorado el 25 de noviembre.
El Santo Gran Mártir Mercurio, un hijo de los pueblos escitas, sirvió como soldado en el ejército romano. En aquel tiempo, los impíos emperadores Decio (249-251) y Valeriano (253-259) emitieron un decreto conminando a todo ciudadano romano a adorar a los dioses paganos, condenando a su vez a los cristianos al tormento y muerte a menos que obedecieran el decreto.
En ese momento, los bárbaros atacaron el imperio romano y el emperador Decio salió a la campaña con un formidable ejército. En una de las batallas, un ángel del Señor se apareció a Mercurio disfrazado de noble y lo presentó una espada diciendo: “No temas, Mercurio. Avanza valientemente contra el enemigo, y cuando salgas victorioso, no te olvides del Señor tu Dios”. Con dicha espada, el santo guerrero atravesó las filas de los bárbaros. Asesinó asimismo a su rey, obteniendo así la victoria para los romanos. El agradecido emperador Decio recompensó a san Mercurio por su valentía y lo nombró comandante de todo el ejército.
El ángel del Señor se apareció una vez más ante el santo guerrero, quien había recibido gran honor y riqueza, y le recordó Quien le había dado la victoria. También le dejo saber que padecería por Cristo y recibiría una corona de victoria en Su Reino. Mercurio recordó que su padre Gordian había confesado la fe cristiana. Aunque el santo había sido bautizado, sintió que no había dedicado su vida a Dios como lo habían hecho su padre y su abuelo. Así, yacía llorando y lamentándose cuando fue convocado ante el emperador.
Decio consultó a Mercurio sobre asuntos de estado; luego sugirió que unidamente ofrecieran sacrificios en el templo de Artemisa. No queriendo hacer esto, el santo volvió a su casa. Fue denunciado como cristiano por un noble, cuyo nombre era Catulo. Sin embargo, el emperador no creería tal denuncia hasta que él mismo hubiera interrogado al santo. Declarándose abiertamente cristiano, Mercurio arrojó a los pies del emperador su cinturón militar y su capa, y repudió todos los honores que había recibido. El ángel del Señor se apareció nuevamente a san Mercurio en la prisión, animándolo a soportar todo lo sufrimiento por Cristo.
Extendieron al Santo Mártir entre cuatro columnas y encendieron fuego debajo suyo. Cortaron su cuerpo con cuchillos, y de sus heridas brotó tanta sangre que extinguió el fuego. Cuando lo devolvieron a la prisión casi muerto a causa de sus heridas, san Mercurio fue sanado por el Señor, demostrando el gran poder de Cristo a los paganos impíos. Condenado a muerte, el santo fue considerado digno de una visión del Señor, quien le prometió una pronta liberación de sus sufrimientos. El Gran Mártir Mercurio fue decapitado en Cesarea de Capadocia. Su santo cuerpo emitía una fragancia como la mirra y el incienso. Muchos enfermos fueron sanados en su tumba.
Incluso después de su muerte, el guerrero de Cristo realizó el servicio de un soldado por el bien de la Iglesia terrenal. San Basilio el Grande (1 de enero) oró una vez ante un icono de la Santísima Madre de Dios, sobre el cual se representaba a san Mercurio como un soldado que sostenía una lanza. Pidió a Dios que no permitiera que el emperador Julián el Apóstata (361-363) regresara de su guerra contra los persas y reanudara su opresión de los cristianos. La imagen del Santo Gran Mártir Mercurio, representada en el icono al lado de la imagen del Santísimo Theotokos, se volvió invisible. Reapareció más tarde con una lanza ensangrentada.
En este mismo momento Julián el Apóstata, en su campaña persa, fue herido por la lanza de un soldado desconocido, que inmediatamente desapareció. El herido de muerte Julián, mientras agonizaba, gritó: “¡Has vencido Tú, oh galileo!”.
La Santísima Madre de Dios, por las oraciones de San Basilio el Grande, había enviado a san Mercurio para defender a los cristianos del apóstata Julián. Que también nosotros seamos preservados de los enemigos de Dios, venciéndolos a través de las oraciones y la asistencia de san Mercurio.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Great Martyr Mercurius of Caesarea, in Cappadocia. New York, Estados Unidos: OCA.
Comentarios