conmemorado el 10 de noviembre.
El Santo Mártir Orestes el Médico vivió en la ciudad de Tyana en Capadocia durante el reinado del emperador Diocleciano (284-311). Era un soldado ilustre y capaz, y desde su niñez había sido un devoto siervo de Cristo, ofreciendo un sacrificio de alabanza a Dios con un corazón puro, y oponiéndose a adorar a los demonios que los paganos llaman “dioses”.
Por orden del Emperador, el oficial militar Maximino fue enviado a Tyana para acabar con el cristianismo, que para entonces se había extendido a lo largo y ancho de Capadocia. Orestes fue uno de los primeros llevados a juicio ante Maximino. Valientemente confesó su fe en nuestro Señor Jesucristo. El procurador ofreció al Santo riquezas, honores y fama si se hacía idólatra, pero San Orestes no accedió.
Maximino intentó de múltiples maneras forzarlo a negar a Cristo. Ni siquiera con la presión sobre él ejercida pudieron convencerlo de que adorara a los ídolos. Luego lo desnudaron, lo azotaron y flagelaron como castigo. Posteriormente, fue encarcelado durante siete días.
Al término del séptimo día fue conducido a un templo pagano a fin de ofrecer sacrificio y adoración a los ídolos. Maximino le preguntó: “¿Te niegas aun a convertirte al culto que nuestros augustos emperadores ofrecen con tanta reverencia?”.
Orestes respondió que era un sujeto dispuesto cuando se trataba de asuntos políticos y terrenales. Más allá de eso, sin embargo, no reconocería a ningún rey excepto al único Dios verdadero.
Maximino ordenó que Orestes fuera llevado a un segundo templo pagano y una vez más exigió que adorara a los ídolos. Cuando se negó, cuarenta soldados se turnaron, uno tras otro, fustigando al Santo Mártir con latigazos, con varas, con cueros sin curtir, y luego lo atormentaron con fuego. San Orestes clamó al Señor: “Haz conmigo una señal para bien, que los que me odian la vean y sean avergonzados” (Sal 85/86:17).
El Señor escuchó la oración de su fiel siervo. La tierra comenzó a temblar, y los ídolos se derrumbaron y fueron aplastados. Todos salieron corriendo del templo, y cuando salió san Orestes, todo el templo se derrumbó.
Enfurecido, Maximino ordenó encerrar al Santo Mártir en prisión durante siete días sin darle comida ni bebida, y reanudar la tortura al octavo día. Clavaron veinte clavos en las piernas del Mártir y luego lo ataron a un caballo. Arrastrado sobre piedras, el Santo Mártir partió hacia el Señor en el año 304, y sus reliquias fueron arrojadas al mar.
En 1685, cuando san Demetrio, más tarde obispo de Rostov, (28 de octubre) acababa de terminar de escribir la Vida de san Orestes para ser impresa por el de Monasterio de las Cuevas de Kiev, el cansancio se apropió de él y durmió. San Orestes se le apareció una noche en sueños, durante el Ayuno de Natividad, poco antes de maitines. Con semblante gozoso clamó: “Más tormentos he padecido por Cristo que éstos”.
Entonces el Mártir descubrió su pecho y mostró a san Demetrio la profunda herida en su costado izquierdo. “Aquí”, dijo, “me traspasaron con una lanza”.
Entonces san Orestes le mostró el codo derecho y dijo: “Aquí, cortaron mi brazo”.
A continuación, mostró su brazo izquierdo con una herida similar y dijo: “Aquí, cortaron este brazo”.
Después de esto se inclinó y mostró una pierna, y luego la otra, con heridas detrás de la rodilla, diciendo: “Cortaron mis piernas con una guadaña”.
Después de esto, el Mártir se puso de pie y miró al escritor a la cara y declaró: “Ahora ves que padecí mayor tormento por Cristo que los que has descrito”.
El humilde monje se preguntó si se trataba de san Orestes, uno de los Cinco Mártires de Sebaste (13 de diciembre). Como respondiendo a sus pensamientos, el Mártir dijo: “No soy ese Orestes, sino aquel cuya Vida acabas de escribir”.
En ese momento sonaron las campanas de maitines y la visión cesó.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Martyr Orestes, Physician of Cappadocia. New York, Estados Unidos: OCA.
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