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SANTO MÁRTIR PAFNUCIO DE JERUSALÉN

Actualizado: 26 sept

conmemorado el 25 de septiembre.


San Pafnucio llevaba muchos años viviendo la vida ascética cerca de un pueblo llamado Denterah cuando Diocleciano, ese implacable enemigo de los cristianos, envió a Arriano a gobernar Egipto. Arriano decidió aprehender al Santo Monje debido a los muchos paganos atraídos a Cristo por sus palabras y por el ejemplo de su vida.

Mientras Pafnucio oraba, un ángel del Señor se apareció ante él diciendo que era hora de perfeccionar el edificio de virtud en el que había estado trabajando desde su juventud, para la contienda final del martirio. “Apresúrate a tu celda”, dijo el ángel, “y porta los ornamentos con los que estás investido para el ministerio de los Santos Misterios, porque ha llegado el momento de ofrecerte en sacrificio al Dios vivo”. Así advertido, el Santo se adelantó a los doscientos soldados enviados a buscarlo y se presentó por su propia voluntad en el tribunal de Arriano.

Al ver lo valeroso que era, lo encadenaron con pesadas cadenas y, extendiéndolo sobre un caballete, lo golpearon con tanta crueldad que sus entrañas se derramaron por el suelo.

El gobernador se sorprendió al ver el rostro del Mártir radiante de alegría bajo los golpes y exclamó: “¿Qué locura te posee para preferir la tortura y la muerte al sacrificio en honor de los dioses?”. “Para nosotros los cristianos”, respondió Pafnucio, “una muerte como ésta no es muerte, sino entrada a la vida eterna”.

Cuando lanzaron al Santo a prisión, se entregó continuamente a la oración por la salvación de la ciudad, con las manos alzadas al cielo y con tal poder que su celda, toda bañada de luz, estaba como en llamas. Los carceleros entraron corriendo y vieron con asombro que sus manos eran como dos antorchas encendidas que iluminaban todo lo que lo rodeaba y, por el hermoso aroma que emanaba de su cuerpo (curado milagrosamente por un ángel), pudieron decir que aquí realmente se manifestaba el poder de Dios. De ésta manera, el Santo Mártir condujo a la fe no solo a sus carceleros y compañeros de prisión, sino, asimismo, a una gran cantidad de paganos, que glorificaron al Dios de los cristianos cuando Pafnucio se presentó ante el gobernador al día siguiente, sano de toda herida.

Una vez más fue sometido al tormento, ésta vez atado a una gran rueda que quebró sus extremidades al girar, pero nuevamente fue sanado por la gracia de Cristo. Al ver ésto, los paganos se convirtieron y desearon seguirlo incluso al concurso del martirio en el pretorio del emperador Diocleciano. Pafnucio verdaderamente se convirtió en discípulo de nuestro Señor y Salvador porque fue condenado a la crucifixión en una palmera. Entregó su alma a Dios tras permanecer suspendido por siete horas a la vista de todos.

Los milagros obrados por la gracia divina durante las pruebas de san Pafnucio ganaron a 546 personas a la fe. Todos consumaron su personal martirio de distintas maneras, algunos antes de Pafnucio y otros después de él.



REFERENCIAS

La Ortodoxia es la Verdad. (2023). San Pafnucio de Jerusalén. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

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