conmemorado el 24 de septiembre.
San Pedro el Aleutiano es mencionado en la Vida de San Germán de Alaska (13 de diciembre). Simeon Yanovsky (quien terminó su vida como el esquema-monje Sergius en el Monasterio de San Tikhon de Kaluga), ha dejado el siguiente relato:
“En otra ocasión le relataba cómo los españoles en California habían encarcelado a catorce aleutianos, y cómo los jesuitas (en realidad franciscanos) los estaban obligando a aceptar la fe católica. Pero los aleutianos no lo aceptarían bajo ninguna circunstancia, diciendo: ‘Somos cristianos’. Los jesuitas argumentaron: ‘Eso no es cierto, ustedes son herejes y cismáticos. Si no están de acuerdo en aceptar nuestra fe, los torturaremos a todos hasta la muerte’. Luego, los aleutianos fueron aprisionados, un par de ellos por celda. Esa noche, los jesuitas arribaron a la prisión con linternas y velas encendidas. Una vez más intentaron persuadir a dos de los aleutianos apresados para que aceptaran la fe católica. ‘Somos cristianos’, respondieron los aleutianos, ‘y no cambiaremos nuestra fe’. Entonces los jesuitas comenzaron a torturarlos, al comienzo uno hacía las veces de testigo de la tortura del otro. Cortaron la primera de las articulaciones de los dedos de los pies y luego la otra. Luego cortaron la primera articulación de los dedos de las manos y luego la otra. Luego cortaron los pies y las manos. La sangre fluyó, pero el mártir lo soportó todo y repitió con firmeza una cosa: ‘Soy cristiano’. Expiró en tal sufrimiento, a causa de la pérdida de sangre. El jesuita prometió torturar igualmente a su compañero hasta la muerte al día siguiente.
“Pero esa noche se recibió una orden de Monterey que indicando que los aleutianos apresados debían ser liberados de inmediato y enviados allí con escolta. Por lo tanto, por la mañana todos fueron enviados a Monterey con la excepción de los aleutianos muertos. Esto me lo contó un testigo, el mismo aleutiano que había escapado de la tortura y que era amigo del aleutiano martirizado. Informé este incidente a las autoridades de San Petersburgo. Cuando terminé mi historia, el padre Germán preguntó: ‘¿Cuál era el nombre del aleutiano que padeció el martirio?’ Respondí: ‘Pedro. No recuerdo su apellido’. El Anciano se paró con reverencia ante un ícono, hizo la Señal de la Cruz y dijo: ‘¡Santo Nuevo Mártir Pedro, ruega a Dios por nosotros!’.
Sabemos muy poco sobre san Pedro el aleutiano, excepto que era de la isla de Kodiak, y fue arrestado y ejecutado por los españoles en California porque se negó a convertirse al catolicismo. Las circunstancias de su martirio evocan la tortura de Santiago el Persa (27 de noviembre).
Tanto en sus sufrimientos como en su firme confesión de fe, san Pedro está a la altura de los mártires de antaño, y también de los nuevos mártires que han resplandecido en tiempos más recientes. Ahora se regocija con ellos en el Reino de los cielos, glorificando a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por todos los siglos.
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