conmemorado el 9 de abril.
El Santo Mártir Archimandrita Vadim (gr. Βάδιμος) nació en el siglo IV en la ciudad persa de Beth Lapat (Gondēšāpūr) y descendía de una familia opulenta e ilustre. En su juventud fue iluminado por la enseñanza cristiana. El Santo donó sus riquezas a los necesitados y se retiró al desierto, donde fundó un Monasterio. Solía ascender una montaña para orar en solitario, y una vez se lo concedió contemplar la Gloria de Dios.
Durante éste período el emperador persa Sapor (310-381) comenzó a perseguir a los cristianos. Aprehendieron al Santo Monje Vadim y a sus siete discípulos y los atormentaron en prisión, con la pretensión de que renunciaran a Cristo y adoraran al sol y al fuego. Pero san Vadim y sus discípulos se aferraron firmemente a la fe cristiana. Los confesores pasaron cuatro meses en prisión. Todo éste tiempo san Vadim no sólo fue un líder espiritual, sino, asimismo, valioso apoyo para los cristianos que vivían en Persia.
Uno de los asociados del emperador Sapor, Nirsanes, era cristiano y sufrió prisión por ello. No resistió el tormento y negó a Cristo, prometiendo cumplir cuanto lo ordenara el emperador. Sapor exigió que Nirsanes personalmente cortara la cabeza de san Vadim. Por ello se lo prometió un indulto y grandes recompensas. Nirsanes no pudo superar su temor a nuevas torturas y aceptó seguir el camino de traición recorrido por Judas.
Cuando lo llevaron a san Vadim, tomó la espada y se volvió hacia él, pero vencido por la conciencia, tembló y se quedó petrificado. San Vadim le dijo: “¿Ha llegado tu impiedad a tal punto, Nirsanes, que no sólo debes renunciar a Dios, sino, juntamente, asesinar a sus siervos? ¡Ay de ti, desdichado! ¿Qué harás ese día cuando estés ante el terrible tribunal? ¿Qué respuesta darás a Dios? Estoy dispuesto a morir por Cristo, pero no quiero recibir la muerte de manos tuyas”.
Nirsanes asestó con la espada, pero temblaban sus manos y no pudo decapitar al Santo de inmediato, y los adoradores del fuego comenzaron a llamarlo cobarde. El Santo Mártir Vadim permaneció inmóvil, soportando terribles y numerosos golpes, hasta que el asesino logró cortar su cabeza.
La justa pena por sus fechorías no tardó en alcanzar al desventurado. Atormentado por su conciencia, se suicidó arrojándose sobre una espada. Tras la muerte del emperador Sapor, los siete discípulos de san Vadim fueron puestos en libertad.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Monastic Martyr Bademus (Vadim) of Persia. New York, Estados Unidos: OCA.
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