conmemorado el 21 de mayo.
El Santo Monje Mártir Pacomio, que se estableció el último de los tres monjes neomártires subordinados del Venerable Acacio y por él entrenados, nació en el año 1670 en la Rusia Menor de padres piadosos y amantes de Dios, quienes en su bautismo lo dieron el nombre de Procopio.
Alrededor de los quince años de edad fue hecho prisionero por los invasores tártaros, durante la Gran Guerra turco-rusa, con el zar Pedro I el Grande (1672-1725) y fue vendido a un turco, quien lo condujo a su patria, Usaki de la región de Filadelfia de Asia Menor. Allí su patrón lo enseñó el arte del curtido de pieles, y Pacomio aprendía el oficio con dedicación. Mientras tanto, sin embargo, mediante continuos malos tratos y privaciones, lo obligaba a abandonar su creencia y convertirse en musulmán.
Veintisiete años de esclavitud soportó Procopio por amor de Cristo, afianzado e inamovible en su devoción, de modo que su patrón observando y admirándose de su fe, finalmente lo devolvió su libertad. Sin embargo, un poco antes de partir, enfermó. Entonces, aprovechándose de éste acontecimiento unos conocidos suyos turcos que en algunas ocasiones le visitaron, dijeron a los demás que Procopio negó a Cristo y que deseaba convertirse en turco, y lo vistieron vestimentas turcas. En cuanto Procopio se recuperó de su enfermedad, se retiró tales ropas y se dirigió hacia el país de la penitencia, el Monte Athos, cerca del año 1712.
En la “Nea Skiti” del Monasterio de San Pablo, donde se estableció en un principio, se sometió a su padre espiritual el Hieromonje Iosif, asceta de Hesicasterio (erimitorio), donde más tarde, en el año 1802, se construiría la “Kaliba” (tipo de construcción donde reside el asceta) de la “Fuente Dadora de Vida por el Metropolita de Laconia Teofano (†1805).
Su padre espiritual Iosif lo ordenó monje dándolo el nombre de Pacomio. Tras doce años de ascesis partió de “Nea Skiti” hacia Kavsokalyvia (del gr. “Καυσοκαλύβια”, o kaliba quemada), alrededor del año 1724, donde se ejercitó en obediencia bajo el constructor de la Skete de la Santa Trinidad, el Santo Padre Acacio el “Kavsokalibita” (12 de Abril). Durante seis años se dedicó a la vida de la oración incesante, y se convirtió en modelo de monje virtuoso.
Día tras día, el deseo de convertirse en un Mártir de Cristo creció dentro de él, porque temía haber dicho alguna palabra inadecuada, habiendo negado al Señor cuando estaba enfermo y fuera de su sano juicio. San Acacio intentó persuadirlo para que no siguiera ese camino, porque pensaba que deseo tal podría haber surgido del orgullo de Pacomio. San Acacio no quería dejar ir a Pacomio, por lo que decidió probar su resolución. Para el año siguiente, lo impuso varias reglas y obediencias, y ambos oraron para que Dios les hiciera saber su voluntad. También consultaron a los Padres más virtuosos en la Montaña Sagrada, quienes estuvieron de acuerdo en que Pacomio debería ser bendecido para abandonar el Monasterio y buscar el martirio. Se retiró la vestimenta monástica y vistió la ropa de un cristiano común. Hizo ésto para que sus obras no condujeran a represalias contra los Monasterios de la Montaña Sagrada.
Acompañado por el Anciano Iosif, Pacomio regresó a Usaki, el lugar de su supuesta negación de Cristo. El Gérondas Iosif permaneció en una posada, mientras Pacomio fue a la casa de su antiguo maestro, y luego caminó por el mercado, esperando ser reconocido. No le tomó mucho tiempo ser arrestado y llevado ante el kadi o juez musulmán. Se lo acusó de aceptar el Islam y luego regresar a la fe cristiana, un “crimen” que era punible con la muerte. Sus acusadores señalaron la vestimenta cristiana del Santo como evidencia. “He aquí el tipo de ropa que lleva”, gritaban.
El kadi le dijo a Pacomio que no se lo permitía usar atuendo cristiano, porque previamente había negado a Cristo. Instó a Pacomio a volver a ser musulmán, o ser condenado a muerte. Con resuelto coraje, san Pacomio respondió que aborrecía su religión musulmana y que jamás negaría al Salvador. Además, declaró que estaba dispuesto a soportar cualquier tormento y morir por Cristo muchas veces, si tal cosa fuera posible.
El Santo fue encarcelado, donde se lo privó de alimento, de reposo y también de cualquier tipo de consuelo. Durante éste tiempo era sostenido solo por su confianza en el Señor. Después de tres días, fue condenado a muerte. El Mártir se regocijó y dijo al kadi que cumpliera la sentencia sin demora.
Atado y arrastrado al sitio de ejecución, san Pacomio fue maldecido y escupido por algunos de los turcos de la multitud, mientras que otros lo instaron a regresar al islam. Cuando el Santo atleta de Cristo se arrodilló para su decapitación, incluso el verdugo lo rogó que se salvara, aceptando la religión musulmana. San Pacomio se mantuvo firme en su resolución y dijo al verdugo que hiciera lo que se lo ordenó sin demora. El Mártir victorioso fue decapitado el día 7 del mes de mayo del año 1730 (que resultó ser la Fiesta de la Ascensión del Señor), recibiendo así la corona incorruptible de Cristo.
El cuerpo de san Pacomio estuvo expuesto a la intemperie durante tres días, y luego los ortodoxos obtuvieron permiso para enterrarlo. Después del entierro, el verdugo fue poseído por los demonios, y corrió por la ciudad gritando y echando espuma por la boca. Pocos días después expiró.
El Anciano Iosif salió de la posada donde se escondía y se dirigió al lugar donde estaba el cuerpo del santo. Conversó con san Pacomio como si aún estuviera vivo. “Mi querido Pacomio”, dijo, “has logrado lo que deseabas. Intercede con el Señor por mí y por todos los que te invocan”. Al Gérondas Iosif lo preocupaba la idea de tratar de abandonar el área sin ser capturado. San Pacomio se le apareció en un sueño y le dijo: “No temas, oh Anciano, porque nada malo te pasará”. Confiando en las palabras del Santo, salió de la ciudad y regresó a la Montaña Sagrada sin ningún problema.
Una mujer cristiana del lugar, que había estado sufriendo de fuertes dolores de cabeza durante largos años, oró a san Pacomio y le pidió auxilio. Ella ungió un poco de su sangre sobre su cabeza, y fue sanada.
Ella escribió a los monjes en el Monte Athos, pidiéndoles que pintaran un icono del mártir para ella. Como lo conocían cuando vivía allí, recordaron cómo se veía y pudieron pintar el icono. La mujer recibió el santo icono y honró con reverencia la memoria de san Pacomio cada año en el aniversario de su martirio.
Más tarde, sus sagradas reliquias fueron llevadas al Monasterio de San Juan el Teólogo en la isla de Patmos. El 26 de enero de 1953, el Monasterio de San Juan entregó una parte de las reliquias de San Pacomio al Monasterio de San Pablo en el Monte Athos, donde el Santo Nuevo Mártir morara durante un tiempo.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2023). Osiomártir Pacomio el Ruso. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Comments