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SANTO Y JUSTO SIMEÓN, RECIBIDOR DE DIOS

Foto del escritor: monasteriodelasant6monasteriodelasant6

conmemorado el 3 de febrero.


El Santo y Justo Simeón, el Recibidor de Dios, era, conforme al testimonio del Santo Evangelista Lucas, un “hombre, justo y piadoso, (que) esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él” (Lc 2,25). Dios le prometió que no moriría hasta que el Mesías prometido, Cristo nuestro Señor, viniera al mundo.

Los historiadores antiguos nos cuentan que el faraón egipcio Ptolomeo II Filadelfo (285-247 a. C.) quiso incluir textos de la Sagrada Escritura en la famosa Biblioteca de Alejandría. Invitó a eruditos de Jerusalén, y, en respuesta, el Sanedrín envió a sus sabios. El Justo Simeón fue uno de los setenta eruditos que llegaron a Alejandría para traducir las Sagradas Escrituras al griego. La obra entera recibió el nombre de “La Septuaginta”, y es la versión del Antiguo Testamento utilizada por la Iglesia Ortodoxa.

San Simeón, en traduciendo un libro del profeta Isaías leyó las palabras: “He aquí, una virgen concebirá en el vientre, y dará a luz un hijo” (Is 7:14). Pensó que “virgen” era inexacto y quería corregir el texto para que dijera “mujer”. En ese momento se le apareció un ángel y le retuvo la mano diciendo: “Verás cumplidas éstas palabras. No moriréis hasta que contempléis a Cristo el Señor nacido de una Virgen pura y sin mancilla”.

Desde tal día, san Simeón vive a la espera del Mesías Prometido. Un día, el justo Anciano recibió una revelación del Espíritu Santo y fue al Templo. Era el mismo día (el cuadragésimo después del Nacimiento de Cristo) cuando la Purísima Virgen María y san José habían acudido al Templo para realizar el ritual prescrito por la Ley judía.

Cuando san Simeón advirtió su llegada, el Espíritu Santo le reveló que el Divino Niño en brazos de la Purísima Virgen María era el Mesías Prometido, el Salvador del mundo. El Anciano tomó al Niño en sus brazos y dijo: “Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel” (Lc 2:29-32).

Hay un epigrama cristiano (Número 46) en “La Antología Griega” que está dirigido a san Simeón. Le dice al Anciano justo que reciba al Niño que nació antes de Adán, y que librará a Simeón de ésta vida y lo llevará a la vida eterna. Una idea similar se expresa en la Aposticha (uso eslavo) para la Fiesta Mayor de la Natividad del Señor (24 de diciembre). Allí la Madre de Dios se refiere a su Hijo como “más viejo que el antiguo Adán”.

El Santo Simeón bendijo a la Purísima Virgen y a san José, y volviéndose a la Santísima Madre de Dios dijo: “He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2:34-35).

Continúa el Santo Evangelista: “Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (Lc 2:36-38).

El Santo y Justo Simeón, Recibidor de Dios, murió a una edad avanzada (la tradición dice que tenía 360 años). Sus santas reliquias fueron trasladadas a Constantinopla en el siglo VI. Su tumba fue vista por el peregrino ruso san Antonio, arzobispo de Novgorod (8 de octubre) en 1200.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Holy, Righteous Simeon the God-Receiver. New York, Estados Unidos: OCA.

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