conmemorados el 3 de marzo.
Los Santos Mártires Basilisco, Cleónico y Eutropio padecieron el tormento en la ciudad de Pontine en Amaseia (Asia Menor) hacia el año 308.
Los hermanos Eutropio y Cleónico, y Basilisco, sobrino del Gran Mártir Teodoro el Recluta (17 de febrero), eran compañeros. Tras la muerte de san Teodoro como mártir, los aprisionaron, mas con su predicación condujeron a muchos de los prisioneros paganos a la fe en Cristo.
Después de atormentar a san Teodoro, el gobernador Publio pereció vergonzosamente, abatido por la ira Divina. Asclepiodoto fue elegido como gobernante de Amaseia y fue todavía más inhumano que su predecesor. Sabiendo que los compañeros del Gran Mártir Teodoro el Recluta se encontraban en prisión, el gobernador ordenó que los trajeran ante él. Los santos Basilisco, Cleónico y Eutropio confesaron firmemente su fe en Cristo ante éste nuevo gobernador. Fueron azotados inmisericordemente, de modo que sus cuerpos quedaron completamente lacerados.
Mientras lo torturaban, san Eutropio oró en alta voz al Salvador: “Concédenos, oh Señor, soportar éstas heridas por el bien de la corona del martirio, y ayúdanos, como ayudaste a Tu siervo Teodoro”. En respuesta a su oración, el Señor mismo se apareció a los Mártires con Sus ángeles y el Santo Gran Mártir Teodoro el Recluta, diciéndoles: “Mirad, el Salvador ha venido en vuestra ayuda, para que conozcáis la vida eterna”.
A los soldados y a muchas de las personas que estaban en la cercanía también se les concedió contemplar al Salvador. Instaron a Asclepiodoto a detener la tortura. Al ver que el pueblo estaba angustiado y dispuesto a creer en el Dios verdadero, el gobernador ordenó que se llevaran a los Mártires. Luego, el gobernador invitó a san Eutropio a cenar y lo instó a ofrecer sacrificios públicos a los dioses paganos, sin dejar de ser cristiano de alma. Eutropio rechazó esta oferta.
Al día siguiente llevaron a los Mártires a un templo pagano, para obligarlos a ofrecer sacrificio. Eutropio rogó al Salvador: “Señor, permanece con nosotros, y acaba con la furia de los paganos. Haz que en éste lugar se ofrezca a Ti, Dios verdadero, el Sacrificio incruento de los cristianos”. Tan pronto como se pronunciaron éstas últimas palabras, tuvo lugar un terremoto. Las paredes del templo se derrumbaron y la estatua de la diosa Artemisa se hizo añicos. Todos huyeron del templo para evitar ser aplastados entre los escombros. En el estruendo del terremoto se escuchó una voz desde lo alto: “Tu oración ha sido escuchada, y en éste lugar se edificará una casa de oración cristiana”.
Cuando el terremoto cesó, el gobernador Asclepiodoto, apenas recuperado del sobresalto, dio orden de clavar en el suelo altas estacas de madera, atar a los Mártires a ellas y verter hirviente brea sobre ellos. Los santos comenzaron a orar a Dios, y Eutropio gritó volviéndose hacia los torturadores: “¡Que el Señor vuelva tu acción contra ti!”. La brea comenzó a fluir al costado de los cuerpos de los Mártires, como agua sobre mármol, abrasando a los torturadores. Los que vieron ésto huyeron aterrorizados, pero el gobernador en su encono instruyó que sus cuerpos fueran rastrillados con garfios de hierro y sus heridas punzadas con mostaza mezclada con sal y vinagre. Los Santos soportaron éstos tormentos con manifiesta firmeza.
La noche antes de su ejecución, los Santos pasaron el tiempo en oración, y una vez más el Señor se apareció ante ellos y los fortaleció.
En la mañana del 3 de marzo, los Santos Eutropio y Cleónico fueron crucificados, pero Basilisco quedó en prisión. San Basilisco fue ejecutado el 22 de mayo en la ciudad de Komana. Lo decapitaron y arrojaron su cuerpo a un río, pero los cristianos encontraron sus reliquias y las enterraron en un campo labrado. Más tarde, una iglesia dedicada a san Basilisco se construyó en Komana.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Martyrs Eutropius, Cleonicus, and Basiliscus of Amasea. New York, Estados Unidos: OCA.
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