conmemorados el 23 de enero.
El Santo Mártir Clemente nació en la ciudad gálata de Ancira en el año 258, de padre pagano y madre cristiana. Perdió a su padre aun siendo un infante y a su madre cuando tenía doce años. Ella predijo su muerte como mártir por causa de su fe en Cristo.
Una mujer de nombre Sophia lo adoptó y lo crio en el temor de Dios. Durante una terrible hambruna en Galacia, varios paganos ahuyentaron a sus propios hijos, al no tener los medios para alimentarlos. Sophia acogió, alimentó y vistió a muchos de éstos desafortunados. San Clemente la ayudó en tal menester. Además, instruyó a los niños y los preparó para el Santo Bautismo. Muchos de ellos murieron como mártires por Cristo.
San Clemente fue ordenado como lector y más tarde como diácono. A los dieciocho años fue ordenado santo sacerdote, y a los veinte fue consagrado como obispo de Ancira. Poco después se desató la persecución contra los cristianos bajo Diocleciano (284-305).
El obispo Clemente fue denunciado como cristiano y arrestado. Domeciano, el gobernador de Galacia, lo conminó a adorar a los dioses paganos, pero san Clemente confesó firmemente su fe y soportó valientemente el tormento.
Lo colgaron de un árbol y rastrillaron su cuerpo con afilados instrumentos de hierro a fin de exponer sus entrañas. Destrozaron su boca con piedras, lo hicieron girar en una rueda y lo quemaron a fuego lento. El Señor preservó a Su sufriente y sanó su cuerpo lacerado.
Posteriormente, Domeciano envió al Santo a Roma ante el propio emperador Diocleciano, acompañado con un informe de que había sido torturado atrozmente, pero que había resultado inflexible. Diocleciano, al ver al mártir completamente sano, no creyó el informe y lo sometió a torturas aún más crueles, y luego lo aprisionó.
Muchos de los paganos, siendo testigos de la valentía del Santo y de la milagrosa curación de sus heridas, creyeron en Cristo. La gente acudía en masa al preso san Clemente en busca de orientación, curación y bautismo, de modo que la prisión se transformó literalmente en una iglesia. Cuando la respectiva noticia llegó al emperador, muchos de estos nuevos cristianos fueron ejecutados.
Diocleciano, impresionado por la asombrosa resistencia de san Clemente, lo envió a Nicomedia a su co-emperador Maximiano. En el barco se unió al santo su discípulo Agazángelo, que había evitado ser ejecutado con los demás confesores, y que ahora quería padecer y morir por Cristo al lado del obispo Clemente. El emperador Maximiano a su vez envió a los Santos Clemente y Agazángelo a la gobernadora Agripina, quien los sometió a tan inhumanos tormentos, que incluso los espectadores paganos sintieron lástima por los mártires y comenzaron a apedrear a los torturadores.
Habiendo sido liberados, los Santos sanaron a un habitante de la ciudad mediante la imposición de manos, y bautizaron e instruyeron a la gente, acercándose a ellos en multitudes. Detenidos una vez más por orden de Maximiano, fueron enviados a Ancira, donde el gobernante Cirenio los hizo torturar. Luego fueron enviados a la ciudad de Amasea al procónsul Domecio, conocido por su gran crueldad.
En Amasea, los mártires fueron arrojados sobre cal caliente. Pasaron un día entero allí mas permanecieron ilesos. Los desollaron, los golpearon con varas de hierro, los pusieron en lechos al rojo vivo y derramaron azufre sobre sus cuerpos. Todo esto no perjudicó a los Santos, y fueron enviados a Tarso para mayores tormentos. En el desierto, en el camino, san Clemente tuvo la revelación de que había de sufrir un total de veintiocho años por Cristo. Luego, después de haber soportado un sinnúmero de torturas, los Santos fueron encerrados en prisión.
San Agazángelo fue decapitado a espada el 5 de noviembre. Los cristianos de Ancira liberaron a san Clemente de la prisión y lo llevaron a una iglesia en una caverna. Allí, después de celebrar la liturgia, el Santo anunció a los fieles el inminente fin de la persecución y su propio martirio. El 23 de enero, el Santo Jerarca fue asesinado por soldados de la ciudad, que asaltaron la iglesia. El Santo fue decapitado estando de pie ante el altar y ofreciendo el Sacrificio incruento. Dos diáconos, Cristobal y Caritón, fueron decapitados con él, pero nadie más resultó herido.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Hieromartyr Clement, Bishop of Ancyra, and Martyr Agathangelus. New York, Estados Unidos: OCA.
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