conmemorados el 17 de junio.
Los Santos Mártires Manuel, Sabel e Ismael, hermanos de nacimiento, descendían de una ilustre familia persa. Su padre era pagano, pero su madre, quien fuera cristiana, bautizó a los niños y los crió con firme fe en Cristo Salvador.
Cuando llegaron a la edad adulta, los hermanos ingresaron al servicio militar. En representación del rey persa Alamundar, fueron sus emisarios para concluir un tratado de paz con el emperador Juliano el Apóstata (361-363). Juliano los recibió con el debido honor y los mostró su favor. Sin embargo, cuando los hermanos se negaron a participar en un sacrificio pagano, Juliano se enfureció. Anuló el tratado y encarceló a los embajadores de un país extranjero como ordinarios delincuentes.
En el interrogatorio les dijo que si despreciaban a los “dioses” que adoraba, sería imposible llegar a ninguna paz o acuerdo entre las dos partes. Los santos hermanos respondieron que fueron enviados como emisarios de su rey en asuntos de estado, y no para discutir sobre “dioses”. Al ver su firmeza de fe, el Emperador ordenó torturar a los hermanos.
Las manos y pies de los Santos Mártires fueron clavados a los árboles. Más tarde, les clavaron púas de hierro en la cabeza y les clavaron astillas afiladas debajo de las uñas de las manos y los pies. Durante sus tormentos, los santos glorificaron a Dios y oraron como si no sintieran las torturas.
Finalmente, los Santos Mártires fueron decapitados y Juliano ordenó quemar sus cuerpos. De repente, hubo un terremoto. El suelo se abrió y los cuerpos de los Santos desaparecieron en el abismo. Después de que los cristianos oraron fervientemente durante dos días, la tierra entregó los cuerpos de los Santos hermanos, de los cuales emanó una dulce fragancia. Muchos de los paganos que habían presenciado el milagro, llegaron a creer en Cristo y recibieron el Santo Bautismo. Ésto ocurrió en el año 362.
Los cristianos enterraron con reverencia los cuerpos de los Santos Mártires Manuel, Sabel e Ismael. Desde entonces, las reliquias de los Santos Pasionarios han sido glorificadas con milagros.
Al año siguiente, cuando se enteró del asesinato de sus emisarios y de que Juliano marchaba contra él con un gran ejército, el rey persa Alamundar reunió a su ejército y partió hacia la frontera de su dominio. Los persas vencieron a los griegos en una gran batalla.
En ese momento, san Basilio el Grande (1° de enero) rezaba ante un icono de la Santísima Madre de Dios, sobre el cual se representaba a san Merkourios (24 de noviembre) como un soldado que empuñaba una lanza. Le pidió a Dios que no permitiera que el emperador Juliano regresara de su guerra contra los persas y reanudara su opresión de los cristianos. De repente, la imagen del santo Gran Mártir Merkourios en el icono, junto a la imagen de la Santísima Theotokos, se hizo invisible. Más tarde reapareció la imagen de san Merkourios con una lanza ensangrentada.
Dio la casualidad de que Juliano fue herido por la lanza de un soldado desconocido, que desapareció. Mientras agonizaba, Juliano, herido de muerte, gritó: “¡Has vencido, oh galileo!”.
La conmemoración solemne de éstos Santos es muy antigua. En el año 395, treinta y tres años después de su muerte, el emperador Teodosio el Grande construyó una iglesia en honor de los Santos Mártires de Constantinopla, y el Hieromonje Germanos (12 de mayo), que más tarde se convertiría en el Patriarca de Constantinopla, compuso un Canon en honor de los Santos Mártires de Constantinopla. santos hermanos.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Martyrs Manuel, Sabel and Ismael of Persia. New York, Estados Unidos: OCA.
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