conmemorados el 18 de enero.
En el tiempo de los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (286-305), se envió a Anazarbe, una ciudad de Cilicia, un gobernador de nombre Pelagio, para castigar a los cristianos de allí.
Santa Teódula residía en la ciudad de Anazarbe, que más tarde fue llamadas Diocesarea y Caesaraugusta, y ahora es llamada Ak Isar o Ak Serai por los turcos.
Ésta Santa fue aprehendida como cristiana y presentada ante el tribunal de Pelagio. Confesando a Cristo como el verdadero Dios ante todos, fue suspendida de su cabello sobre un madero de ciprés. Luego hirieron sus pechos con pinchos ardiendo. Santa Teódula inquirió al gobernador: “¿Dónde están tus dioses? Muéstramelos, para que los adore con todas mis fuerzas”. Por tal razón la bajaron y la enviaron al templo del ídolo Adriano, célebre en esa región.
La Santa entró en el templo, oró al verdadero Dios, y simplemente con un soplido, la estatua de Adriano cayó de inmediato y se quebró en tres partes. Saliendo, Santa Teódula dijo al gobernador: “Entra y ayuda a tu dios Adriano, porque se ha caído al suelo y se ha despedazado”. El gobernador corrió y entró en el templo, y al ver a Adriano hecho pedazos en el suelo, se afligió y se enfureció. Cuando ésto llegó a los oídos del emperador, envió inmediatamente al primer comandante, que estaba en el palacio real de Anazarbe, para que examinara si ésto era cierto, para que Pelagio fuera arrojado a las bestias para ser devorado.
Cuando Pelagio se enteró de ésto, cayó ante Santa Teódula y le rogó con lágrimas que orara a Dios para que la estatua de su dios se uniera de nuevo y lo colocara de nuevo donde estaba, prometiendo que, si ésto sucedía, él también creería en Cristo y se convertiría en cristiano.
Entonces la Santa comenzó a orar, e inmediatamente el ídolo destrozado se recuperó y ella lo devolvió a su sitio. El comandante enviado por el emperador lo encontró intacto, y regresó al emperador para dar la noticia. El emperador ordenó a Pelagio a través de cartas, que debía castigar a la Santa con varias correcciones, y luego entregarla a una muerte amarga. Por lo tanto, Pelagio ordenó desgarrar la carne de la Santa con garras ardientes.
Debido a que la Santa no fue afectada por los tormentos, el miserable e infeliz se enfureció y no supo qué hacer. Entonces Eladio, un empleado de la corte que estaba allí, le dijo a Pelagio: “Dame la autoridad, y si no puedo persuadirla de que ofrezca sacrificio al ídolo de Adriano, decapítame”. Inmediatamente se lo dio la autoridad para hacer lo que deseaba.
La atravesaron con cinco clavos, dos en los oídos, uno en la frente y dos en sus pechos. Habiendo sido traspasada por todos ellos, la Santa levantó los ojos de su alma, (ésto es, su nous) al cielo, y pidió a Dios que la diera paciencia para que pudiera sufrir el insoportable tormento. Poco después de ésto, a la Santa la fue concedida la paciencia que pidió. Cuando el secretario de la corte vio la gran paciencia y valentía de la Santa, y cómo ella consideraba ese amargo tormento como nada, reflexionó sobre el hecho de que, si no podía persuadir a Teódula para que negara a Cristo, su vida estaría en peligro. Por lo tanto, invitó a la Santa a su casa, y la rogó que sacrificara con él a los ídolos. Cuando la Santo vio su temor, ella oró por él a Dios. Luego lo enseñó con sus divinas palabras y lo persuadió para que se convirtiera en cristiano.
Al día siguiente, el secretario de la corte se presentó ante Pelagio junto con la Santa y le dijo: “No pude persuadir a la sierva del verdadero Dios y sacarla del camino recto y bueno por el que camina. En cambio, ella me convirtió a mí, y me liberó de la oscuridad de la ignorancia en la que me encontraba hasta ahora. Ella iluminó los ojos de mi alma con sus palabras divinas, y me llevó a mi Señor Jesucristo, el verdadero Dios”. Cuando Pelagio escuchó ésto, enloqueció de rabia y ordenó que cortaran su cabeza y arrojaran su cuerpo al mar. De ésta manera el bendito Eladio completó su martirio, el día veinticuatro del mes de enero.
Luego se ordenó que la Santa fuera colocada dentro de un horno con fuego, del cual ella fue preservada ilesa, orando desde dentro y glorificando a Dios. El desconcertado gobernador gritó: “¿Qué haré con ésta mujer que desafía a la muerte?”. Uno de los que estaban cerca, cuyo nombre era Boethos, dijo: “Déjemela a mí, oh gobernador, porque no soy insensible ni ignorante como el secretario de la corte, para poder convencerla”. Boethos llevó a la Santa Mártir a su casa, y también recibió de Teódula sus palabras y enseñanzas, recibiendo una transformación divina, como el secretario de la corte.
Al día siguiente se presentó ante el gobernador con la Santa, confesando creer en el único Dios verdadero y renegar de sus promesas ante el emperador, reprochándolo por sus acciones tan equivocadas frente a su Salvador Cristo. Cuando Boethos dijo éstas cosas, Pelagio ordenó decapitarle.
Luego ordenó que la Santa se tumbase sobre una parrilla ardiente, sobre la cual se vertió brea, aceite y cera para intensificar el calor. Boethos, habiendo completado su martirio, partió hacia el Señor, mientras Teódula oraba mientras se disponía a ser quemada. Cuando se tumbó en la parrilla, los carbones saltaron de su lugar, quemando a la mayoría de los que estaban cerca.
Después llevaron a la santa a prisión. Al día siguiente se encendió un gran horno, y se colocó allí a Teódula, junto con Evagrio, Macario y muchos otros Santos. Allí, todos juntos recibieron el martirio final y las inmarcesibles coronas del Señor.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2024). Santos Mártires Teódula, Eladio, Boethos, Evagrio y Macario. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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