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SANTOS MÁRTIRES TERENCIO, TEODORO, POMPEYO, MÁXIMO, AFRICANO, Y SUS COMPAÑEROS

conmemorados el 10 de abril.


El Santo Mártir Terencio y cuarenta cristianos más sufrieron bajo el emperador Decio (249-251). El emperador emitió un edicto ordenando a todos los súbditos ofrecer sacrificios a los ídolos paganos.

Cuando el gobernador de África, Fortunianus, recibió este edicto, reunió al pueblo en la plaza de la ciudad, dispuso crueles instrumentos de tormento y declaró que todos, sin excepción, debían ofrecer el sacrificio a los ídolos.

Muchos, temerosos del tormento, obedecieron. Con todo, san Terencio y otros cuarenta cristianos afirmaron valerosamente su fe en el Salvador y ridiculizaron a los ídolos. Fortunianus quedó asombrado de su audacia y preguntó cómo ellos, siendo personas razonables, podían confesar como Dios, Aquel a quien los judíos crucificaron como malhechor.

San Terencio respondió que creían en el Salvador, Quien voluntariamente sufrió la muerte en la Cruz y resucitó al tercer día. Fortunianus vio que Terencio inspiraba a los demás con su ejemplo, por lo que ordenó que lo aislaran en prisión con sus tres compañeros más cercanos: Africano, Máximo y Pompeyo. Fortunianus estaba determinado a obligar al resto de los Mártires, incluidos Zenón, Alejandro y Teodoro, a renunciar a Cristo.

Ni las amenazas ni los terribles tormentos pudieron doblegar a los Santos Mártires. Los quemaron con hierro candente, vertieron vinagre y espolvorearon sal sobre sus heridas, luego, las rastrillaron con garras de hierro. A pesar de sus sufrimientos, los Santos no desfallecieron en su confesión de Cristo, y el Señor los dio fuerzas.

Fortunianus dio órdenes de conducir a los Mártires al templo pagano y una vez más los instó a ofrecer sacrificios a los ídolos. Los osados paladines de Cristo clamaron: “Oh Dios Todopoderoso, que una vez enviaste fuego sobre Sodoma por su iniquidad, destruye este impío templo de idolatría”. Los ídolos cayeron con estrépito y el templo quedó en ruinas. Enfurecido, el gobernador dio orden de ejecutarlos, y los Mártires, glorificando a Dios, inclinaron sus cuellos bajo la espada del verdugo.

Después de la ejecución de los treinta y seis mártires, Fortunianus convocó a Terencio, Máximo, Africano y Pompeyo ante él. Los mostró los cuerpos de los Mártires y nuevamente los instó a ofrecer sacrificios a los ídolos. Los Mártires se negaron. El gobernador los rodeó de pesadas cadenas y dio orden de dejarlos morir de inanición. Por la noche, un Ángel del Señor retiró las cadenas de los mártires y los alimentó.

Por la mañana, los guardias encontraron a los Santos alegres y vigorosos. Entonces Fortunianus ordenó a hechiceros y prestidigitadores que llevaran serpientes y todo tipo de criaturas venenosas a la prisión. Los guardias miraron dentro de la celda a través de una abertura en el techo y vieron a los mártires ilesos, orando y las serpientes arrastrándose a sus pies. Cuando los brujos abrieron la puerta de la celda de la prisión, las serpientes los mordieron. El airado Fortunianus dio orden de decapitar a los Santos Mártires. Los cristianos tomaron sus santos cuerpos y los enterraron con reverencia fuera de la ciudad.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2024). Martyr Terence and 40 Others Beheaded At Carthage. New York, Estados Unidos: OCA.

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