conmemorados el 28 de octubre.
San Terencio era oriundo de Siria y padeció por Cristo junto con su esposa Santa Neonila y sus siete hijos Sabelus, Focio, Theodoulo, Vele, Hierax, Nita y Eunice. Fueron denunciados como cristianos y llevados ante las autoridades para ser interrogados.
Los Santos confesaron a Cristo y denunciaron a los dioses paganos, incluso cuando sus costados fueron rastrillados con garfios de hierro. Se vertió vinagre en sus heridas, luego les prendieron fuego. Los Santos se alentaron unos a otros y oraron a Dios para que los asistiera. El Señor envió ángeles para liberarlos de sus ataduras y sanar sus heridas.
Entonces los Santos fueron arrojados a las fieras, las cuales se hicieron mansas y no les hicieron daño. Después, los lanzaron en un caldero pleno de brea ardiente, sin embargo, ésta no los quemó. Al ver que nada podía dañar a los Santos, los paganos los decapitaron.
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