conmemorados el 15 de noviembre.
Los Santos Mártires y Confesores Gurias, Samonas y Abibus: durante la persecución contra los cristianos bajo los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311). Los dos amigos Gurias y Samonas, predicadores de la Palabra de Dios, fueron detenidos en la ciudad de Edesa.
Los Santos se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses y confesaron valientemente su fe en Cristo. Razón por la cual fueron sometidos al cruel tormento: fueron azotados, colgados de las manos, fatigosos pesos amarrados a sus pies, y arrojados a una asfixiante prisión.
Los mártires arrostraron el tormento con firmeza. Samonas pronunció una oración al Señor, la cual escribió uno de los testigos de su muerte: “Oh Señor mi Dios, contra cuya voluntad no cae en la trampa un solo gorrión. Fuiste Tú Quien hizo lugar para David en su dolor (Sal 4:1), Quien probó al Profeta Daniel más fuerte que los leones (Dn 6:16-24), y le concedió un hijo de Abraham para ser vencedor sobre la tortura y las llamas (Dn 3; Dn 14). Tú también conoces, Señor, la debilidad de nuestra naturaleza, Tú ves la lucha que se nos presenta. Nuestro enemigo se esfuerza por arrebatarnos, obra de Tu diestra, lejos de Ti y despojarnos de la gloria que está en Ti. Guardándonos con Tu compasivo ojo, preserva en nosotros la luz inextinguible de Tus Mandamientos. Guía nuestros pasos con Tu luz, y haznos dignos de Tu Reino, porque Tú eres bendito por los siglos de los siglos”. De noche, sacaron a los mártires más allá de la ciudad y los decapitaron (+ 299-306). Los cristianos enterraron sus santos cuerpos con reverencia.
Después de algunos años, el último emperador pagano, Licinio (311-324), inició una persecución contra los cristianos. Abibus, diácono de la Iglesia de Edesa a quien el emperador ordenó arrestar por su celosa difusión de la verdadera Fe, se presentó ante los verdugos cuando supo que lo estaban buscando. El Santo confesó su fe en Cristo y fue condenado a ser quemado vivo. El Mártir acudió voluntariamente al fuego y con una oración entregó su alma al Señor. Cuando el fuego se apagó, la madre y familiares del Santo encontraron su cuerpo ileso. Enterraron al mártir junto a los Santos Gurias y Samonas.
Después del martirio de los Santos, numerosos milagros fueron realizados por ellos a favor de aquellos que suplicaron su ayuda con fe y amor. Una vez, cierto soldado godo, enviado a servir en Edesa, tomó por esposa a la piadosa virgen Eufemia. Antes de esto, el bárbaro juró a su madre Sophia en las tumbas de los mártires Gurias, Samonas y Abibus que jamás haría daño ni insultaría a su esposa, sino que la amaría y cuidaría en todo tiempo.
Al completar su servicio en Edesa, se llevó a Eufemia con él de regreso a su tierra natal. Resultó que la había engañado, porque ya tenía él una esposa en casa, y Eufemia se convirtió en su esclava. Su malvado esposo amenazó con asesinarla si revelaba a alguien que estaban casados. Eufemia sufrió muchos abusos y humillaciones. Cuando dio a luz a un hijo, la celosa esposa lo envenenó. Eufemia se dirigió con oración a los Santos Mártires Gurias, Samonas y Abibus, testigos del juramento del perjuro; el Señor libró a Eufemia de su tormento y la devolvió milagrosamente a Edesa, donde fue acogida por su madre.
Después de cierto tiempo, el godo fue enviado nuevamente a servir en Edesa. Toda la ciudad se enteró de sus fechorías después de que Sophia lo denunciara. El godo fue ejecutado por orden del prefecto de la ciudad.
En un himno Akáthistos, la Santa Iglesia se dirige a los Mártires: “Alégrate, Gurias, Samonas y Abibus, Celestiales Patronos del honorable matrimonio”. Oramos a ellos por la liberación de toda confusión familiar y toda dificultad marital, especialmente cuando un cónyuge desprecia al otro sin causa.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Holy Martyrs and Confessors Gurias, Samonas, and Abibus, of Edessa. New York, Estados Unidos: OCA.
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