conmemorada tras la Santa Pascua de Resurrección de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo.
¡Qué Pascua gloriosa comenzamos a vivir el sábado por la noche/el domingo por la mañana! Salimos de la Iglesia con nuestras velas encendidas, y lo que era una iglesia a oscuras comenzó a brillar a medida que más y más venían y “recibieron luz, de la Luz que nunca es vencida por la tiniebla”. Nos reunimos afuera, escuchamos el Evangelio de la Resurrección y luego fuimos testigos de Su Victoria sobre la muerte, anunciada por los golpes de la Cruz en las puertas no solo de la iglesia, sino también de las puertas que antes nos mantenían en la oscuridad de la muerte, afuera del Reino. ¡Habiendo oído que Cristo Resucitado es el Rey de la Gloria, entramos en el resplandor de la Iglesia completamente iluminada en medio de un estallido de Júbilo Pascual!
Éste brillo explica por qué a ésta semana se la conoce como Semana Brillante. Pero tiene otro nombre: Semana de Renovación.
Pero, ¿qué se renueva durante la Semana de Renovación? Nada menos que la vida misma. Si nos entregamos a ésta Semana de Renovación, nada es como antes. Nuestras actitudes hacia nuestras vidas ─y nuestras muertes─ se renuevan a la luz de la victoria de Cristo sobre la muerte. Nuestras actitudes hacia nuestras relaciones con aquellos a quienes amamos ─e incluso aquellos a quienes tal vez incluso reprobemos─ ahora se nos ofrecen renovadas, algo que no eran antes. Si Cristo puede convertir la muerte en vida, ¿qué aspecto de nuestra vida no puede transformarse en gloria? No importa cuán difícil pueda ser la vida debido a la enfermedad, el miedo o el estrés de cualquier tipo, todos éstos pueden ser transformados y renovados en la Luz de la Resurrección.
Entonces ésta es nuestra gran oportunidad y nuestro gran desafío ésta semana: ¿qué consentiremos que Dios renueve a la Luz de la Resurrección de Su Hijo, y qué impediremos de Su toque renovador? Lo que impidamos de la renovación de Dios permanece como estaba: envejeciendo, decayendo y muriendo. Aquello por lo cual consentimos la renovación de Dios se transforma de decadencia y muerte a renovación y renacimiento.
Así que seamos renovados, en todas las formas posibles. Como todo cambio, nos puede resultar difícil aceptar ésta renovación, aunque todo lo que prometa sea bueno. El cambio siempre es difícil, incluso el buen cambio. Pero si superamos nuestra renuencia a aceptar ésta renovación, viviremos cada momento, desde ahora hasta la eternidad, en ese mismo momento cuando entramos en el resplandor de la Iglesia en Pascua, disfrutando del resplandor del Cristo resucitado. Uno de los últimos dichos registrados de Jesús viene del final del último libro de la Biblia: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21:5). En ésta Semana de Renovación, permitamos que Cristo haga precisamente eso: hacer que todo ─TODO─ sea nuevo en nuestras vidas.
REFERENCIAS
Saint Nicholas Orthodox Church. (2023). A Week of Renewal. Michigan, Estados Unidos: Saint Nicholas Antiochian Orthodox Church.
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