conmemorada el 7 de enero.
Es la usanza, en la Iglesia Ortodoxa, recordar, en el día que sigue a las Grandes Fiestas de nuestro Señor y de la Santísima Madre de Dios, a aquellos Santos que participaron personalmente en el sagrado evento. Así, al día siguiente de la Santa Teofanía del Señor, la Iglesia de Cristo honra a quien participó de manera personal en el Bautismo de Cristo, imponiendo su propia mano sobre la cabeza del Salvador.
El Santo, Honorable, Glorioso, Profeta, y Precursor Juan, Bautista del Señor, a quien el Señor llamara el mayor de los profetas, culmina la historia del Antiguo Testamento y abre la era del Nuevo Testamento. El Santo Profeta Juan dio testimonio del Hijo Unigénito de Dios hecho carne. San Juan fue tenido por digno de bautizarlo en las aguas del Jordán, y fue testigo de la Teofanía (gr. theopháneia, literalmente, “la manifestación/revelación de Dios”) de la Santísima Trinidad el día del Bautismo del Salvador.
El Santo profeta Juan, hijo del sacerdote Zacarías y de la justa Isabel, estaba emparentado con el Señor por parte de su madre. El Santo Precursor, Juan, nació seis meses antes de Cristo. El Arcángel Gabriel anunció su nacimiento en el templo de Jerusalén, revelando a Zacarías que le nacería un hijo.
A través de las oraciones ofrecidas previamente, el niño fue lleno del Espíritu Santo. San Juan se preparó en las tierras salvajes del desierto para su gran servicio con una vida estricta, mediante el ayuno, la oración y la compasión por el sino del pueblo de Dios.
A la edad de treinta años, se hizo manifiesto predicando el arrepentimiento. Apareció a orillas del Jordán para preparar al pueblo con su predicación en orden a aceptar al Salvador del mundo. En la himnología de la iglesia, al Santo Bautista Juan se lo da el epíteto de “brillante estrella de la mañana”, cuyo esplendor eclipsó el brillo de todas las demás estrellas, anunciando el advenimiento del amanecer del día de gracia, iluminado con la luz del Sol espiritual, nuestro Señor Jesús Cristo.
Habiendo bautizado al inmaculado Cordero de Dios, san Juan pronto recibió la muerte como mártir, decapitado por la espada por orden del rey Herodes a petición de su hija Salomé. (Sobre San Juan Bautista, véase Mt 3:1-16, 11:1-19, 14:1-12; Mc 1:2-8, 6:14-29; Lc 1:5-25, 39-80, 3:1-20, 7:18-35, 9:7-9; Jn 1:19-34, 3:22-26).
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Synaxis of the Holy Glorious Prophet, Forerunner and Baptist John. New York, Estados Unidos: OCA.
Comentarios