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VENERABLE ESTILITA SIMEÓN EL JOVEN DE LA MONTAÑA MILAGROSA

conmemorado el 24 de mayo.


El Venerable Simeón Estilita el Joven nació en el año 521 en Antioquía, Siria, de piadosos padres, Juan y Martha. Desde su juventud Santa Martha (4 de julio) se preparó para una vida virginal anhelando la vida monástica, pero sus padres insistieron en que se casara con Juan. Después de orar devotamente en una iglesia dedicada al Santo Profeta y Precursor, Juan, bautista del Señor, la aspirante a monja fue dirigida en una visión a someterse a la voluntad de sus padres y contraer matrimonio.

Como mujer casada, santa Martha se esforzó por agradar a Dios y a su esposo en todo. A menudo oraba por un bebé y prometía dedicarlo al servicio de Dios. San Juan el Precursor reveló a Martha que tendría un hijo que serviría a Dios. Cuando nació el niño, lo llamaron Simeón y lo bautizaron a los dos años de edad.

Cuando Simeón tenía seis años, ocurrió un terremoto en la ciudad de Antioquía, en el que pereció su padre. Simeón se encontraba en la iglesia en el momento del terremoto. Al salir de la iglesia, se perdió y pasó siete días protegido por una mujer piadosa. San Juan Bautista se apareció nuevamente a santa Martha y la indicó dónde encontrar al niño perdido. La madre del joven Santo encontró a su hijo perdido y se mudó a las afueras de Antioquía. Ya en su niñez el Señor Jesucristo se apareció varias veces a san Simeón, prediciendo sus venideras proezas y la recompensa de las mismas.

El niño Simeón, de seis años, marchó al desierto, donde vivió en completo aislamiento. Durante éste tiempo, un ángel portador de luz lo protegió y lo alimentó. Finalmente, llegó a un monasterio, encabezado por el Higúmeno abba Juan, quien vivía en ascetismo sobre un pilar. Aceptó al niño con amor.

Pasado un tiempo, san Simeón pidió al anciano Juan su consentimiento para, al igual que él, luchar espiritualmente sobre un pilar. Los hermanos del monasterio levantaron un nuevo pilar con la bendición del Higúmeno, próximo al suyo. Habiendo completado la iniciación del niño de siete años en el monacato, abba Juan lo colocó sobre dicho pilar. El joven asceta, fortalecido por el Señor, rápidamente creció en espíritu, superando en sus esfuerzos incluso a su experimentado instructor. Por sus esfuerzos, san Simeón recibió de Dios el don de la curación.

La fama de las hazañas del joven monje comenzó a extenderse más allá de los límites del monasterio. Monjes y laicos comenzaron a acudir a él de varios lugares, deseando escuchar su consejo y recibir la curación de sus enfermedades. El humilde asceta continuó persiguiendo el ascetismo con las instrucciones de su padre espiritual abba Juan.

Cuando tenía once años, Simeón decidió continuar el ascetismo sobre un pilar más alto, cuyo capitel se elevaba a doce metros del suelo. Los obispos de Antioquía y Seleucia llegaron al lugar de los esfuerzos del monje y lo ordenaron diácono. Entonces le permitieron subir a la nueva columna, sobre la cual san Simeón obró durante ocho años.

San Simeón oró ardientemente para que el Espíritu Santo descendiera sobre él, y la santa oración del asceta fue escuchada. El Espíritu Santo vino sobre él en forma de una luz resplandeciente, llenando al asceta de sabiduría divina. Junto con las instrucciones orales, san Simeón escribió cartas sobre el arrepentimiento, el monacato, la Encarnación de Cristo y el Juicio futuro.

Después del reposo de su abad, la vida de san Simeón siguió un patrón determinado. Desde la salida del sol hasta media tarde leía libros y copiaba las Sagradas Escrituras. Luego se ponía en pie y oraba toda la noche. Cuando comenzaba el nuevo día, descansaba un poco, luego daba inicio a su habitual regla de oración.

San Simeón concluyó sus esfuerzos en la segunda columna, y por la dispensación de Dios, se instaló en la Montaña Maravillosa, habiéndose convertido en un experimentado abad para los monjes de su monasterio. El ascenso a la Montaña Maravillosa estuvo marcado por una visión del Señor, de pie sobre una columna. San Simeón prosiguió sus esfuerzos en éste sitio donde vio al Señor, primero sobre una piedra y luego sobre una columna.

Los acontecimientos futuros le fueron revelados a san Simeón, por lo que predijo la muerte del arzobispo Efraín de Antioquía y la enfermedad del obispo Domno, que lo sobrevino como pena por su impiedad. Finalmente, san Simeón predijo un terremoto en la ciudad de Antioquía e instó a todos los habitantes a arrepentirse de sus pecados.

San Simeón estableció un monasterio en la Montaña Maravillosa, donde los enfermos que sanó construyeron una iglesia en agradecimiento por la misericordia que les mostró. El Santo oró por un manantial de agua para las necesidades del monasterio, y una vez, durante una carestía de grano, los graneros del monasterio se llenaron de trigo gracias a sus oraciones.

En el año 560 el Santo Asceta fue ordenado sacerdote por Dionisio, obispo de Seleucia. A la edad de setenta y cinco años, san Simeón fue advertido por el Señor de su inminente fin. Convocó a los hermanos del monasterio, los instruyó en un discurso de despedida y se durmió en paz en el Señor en el año 596, después de haber trabajado como un estilita durante sesenta y ocho años.

Después de la muerte, el Santo obró milagros tal como hiciera en vida. Sanó a ciegos, cojos y leprosos, salvando a muchos de las fieras, echando fuera demonios y resucitando muertos.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Venerable Simeon Stylites the Younger of Wonderful Mountain. New York, Estados Unidos: OCA.

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