conmemorado el 27 de septiembre.
El Venerable Sabatio de Solovkí (ru. Савватий Соловецкий) arribó al Monasterio de San Cirilo del Lago Blanco (ru. Кирилло-Белозерский монастырь) en el año 1396. En el dicho Monasterio recibió la tonsura monástica y practicó el ascetismo por largo tiempo, cumpliendo toda obediencia sin cuestionamientos. Su humildad, su amor gentil para con los hermanos y su vida rigurosa distinguieron al monje Sabatio entre sus compañeros ascetas. Pronto sintió agobio por la atención y el aprecio de los hermanos y laicos que acudían a él, y al saber que en el lago Ládoga encontraría la isla rocosa de Valaam, decidió establecerse allí.
Los hermanos del Monasterio de San Cirilo del Lago Blanco se entristecieron por separarse de su Anciano. En Valaam, la mundana notoriedad comenzó a inquietar al humilde Anciano. Entonces escuchó que en el norte se encontraba la inhabitada isla de Solovkí (ru. Соловки), y pidió la bendición del Abad para establecerse allí en soledad. Pero el Abad y los hermanos no deseaban separarse de su Santo Anciano.
Por mandato de Dios, san Sabatio abandonó el monasterio de Valaam por la noche y se dirigió a las orillas del Mar Blanco. Cuando los habitantes del lugar le dijeron que la isla estaba a dos días de distancia, que en ella había muchos lagos y que en ella no vivía nadie, se sintió aún más ansioso por establecerse allí. Los habitantes, admirados, preguntaron al asceta, de cabellos grises, cómo viviría allí y qué tomaría como alimento. “Mi Maestro”, respondió el monje, “da la fuerza fresca de la juventud a los débiles y alimenta a los hambrientos hasta saciarlos”.
San Sabatio permaneció por cierto tiempo en la capilla cerca de la desembocadura del río Vyg, en los alrededores de Soroka. Allí se encontró con san Germán, que practicaba el ascetismo como eremita, y juntos decidieron establecerse en la isla. En una frágil barca, orando a Dios, los ancianos partieron sobre el mar embravecido y pasados tres días arribaron a la isla Solovkí.
Los Venerables Ascetas se establecieron en la colina de Sekirna, donde erigieron una cruz y construyeron sus celdas. En las duras condiciones del norte, los Ancianos santificaron la isla deshabitada con sus hazañas. También aquí el enemigo de la humanidad, el diablo, tentó a los Santos Ancianos. Un pescador con su esposa, movido por un sentimiento de envidia, llegó de alguna manera a la isla y se instaló cerca de los Ascetas. Pero el Señor no permitió que los laicos permanecieran cerca de los monjes. Dos jóvenes con atuendos brillantes se aparecieron a la esposa del pescador y la azotaron con varas. Atemorizado, el pescador, recogió rápidamente sus cosas y él y su esposa se apresuraron a volver a su antiguo lugar de residencia.
En cierta ocasión, cuando san Germán había ido a buscar provisiones por el río Onega, san Sabatio, solo y presintiendo su inminente partida, se volvió hacia Dios y le rogó que lo permitiera participar de los Santos Misterios. El monje navegó durante dos días hacia el continente y a diez verstas del río Vyg se encontró con el Abad Natanael, que había viajado al lejano poblado para comulgar a un cristiano enfermo. El Abad se alegró de encontrarse con el monje, cumplió su deseo y escuchó el relato de sus hazañas en la isla. Al despedirse, acordaron encontrarse en la iglesia a orillas del río Vyg.
Entrando en el templo, el Santo Anciano dio gracias a Dios en oración por la Santa Comunión. Luego se encerró en una celda ubicada cerca de la iglesia y comenzó a prepararse para la muerte. Durante éste tiempo, un comerciante de Nóvgorod de nombre Juan, llegó a la orilla y, después de venerar los santos iconos en la iglesia, fue a ver al Santo Anciano.
Habiendo recibido su bendición y guía, ofreció al monje una parte de su riqueza y se entristeció al oír la negativa. Para consolar al comerciante, san Sabatio lo ofreció quedarse hasta la mañana y lo prometió prosperidad en su viaje. Sin embargo, el comerciante Juan se apresuró a desembarcar.
De pronto hubo un terremoto y se desató una tormenta en el mar. El comerciante, temeroso, permaneció donde estaba. Por la mañana, cuando entró en la celda para recibir la bendición, vio que el Anciano había fallecido. Juan y el Higúmeno Natanael, que recién llegaba, dieron sepultura a san Sabatio en la capilla y escribieron un manuscrito sobre su vida. Ésto ocurrió el día 27 de septiembre del año 1435. Después de treinta años, las reliquias de san Sabatio fueron trasladadas a la iglesia de la Transfiguración por san Zósimas (17 de abril) y los hermanos de la isla Solovkí. En el año 1566, las reliquias de los Santos Sabatio y Zósimas fueron trasladadas a una iglesia, nombrada en su honor (8 de agosto).
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Venerable Sabbatius, Wonderworker of Solovki. New York, Estados Unidos: OCA.
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