conmemorado el 19 de abril.
El Venerable Simeón “el Descalzo” (gr. Ανυπόδητος), “el de una sola túnica” (gr. Μονοχίτων), era hijo de un presbítero. A la edad de quince años, estuvo bajo la guía espiritual de Pacomio, el obispo de Demetríade (Diócesis de Larissa), quien lo tonsuró y ordenó como Hierodiácono. Anhelando perseverar en una estricta vida monástica, san Simeón partió hacia un Monasterio próximo al Monte Olimpo, y luego al Monte Athos, a la Lavra de San Atanasio.
Por su humildad y obediencia ganó el respeto de los hermanos y fue ordenado Hieromonje. Después de su traslado al Monasterio de Filoteo (gr. Φιλοθέου), intensificó sus obras agradables a Dios, se hizo ejemplo para los hermanos y fue elegido por unanimidad como Higúmeno. Más tarde, por la astucia del enemigo de la humanidad, san Simeón tuvo que arrostrar las quejas de los monjes quienes lo consideraban demasiado estricto.
Dejando a Dios la amonestación, san Simeón abandonó el Monasterio y se dirigió al monte Phlamourion en el monte Pelión. Allí, en soledad y silencio, sin techo ni fuego, el Santo ermitaño se entregaba a luchas espirituales vestido con ropas viejas, casi sin alimento, en constante oración ya sea de pie o de rodillas. Pasados tres años, ciertas personas amantes de Dios lo encontraron. Inspirados por la reverencia por su forma de vida, lo rogaron que los permitiera vivir con él.
Después de siete años, gracias al esfuerzo y celo de San Simeón, se formó un Monasterio. Se construyó una iglesia en honor a la Santísima Trinidad, donde se servía la Divina Liturgia todos los días. Cuando la vida de los hermanos en el Monasterio del desierto estuvo en orden, el sabio siervo abandonó el Monasterio y comenzó a predicar la Palabra de Dios en Epiro, Tesalia y Atenas.
Con sus instrucciones y enseñanzas, el Santo fortaleció a los irresolutos en su fe y puso a los que estaban en el error en el camino de la salvación. Hizo aún más fuertes a los que eran fuertes en su fe, y enseñó a todos a amarse unos a otros y a asistir a la iglesia los domingos y días festivos.
El denuedo del Santo confesor despertó la malicia de los detractores del cristianismo. En la ciudad de Euripa calumniaron a san Simeón ante el gobernante de la ciudad, Ayan, acusándolo de convertir a un turco al cristianismo. El Santo fue aprehendido y condenado a la hoguera pública. Sin embargo, Dios no permitió que se llevara a efecto la injusta sentencia.
El condenado fue conducido al interrogatorio con grilletes, descalzo y en un ajado raso. San Simeón, inspirado por el Espíritu Santo, respondió al gobernador con tal sabiduría que Ayan no pudo imponer la pena de muerte. El Santo recibió su libertad y continuó sus esfuerzos, sellando su predicación con curaciones y milagros.
Un sinnúmero de hermanos siguió a san Simeón y se sometió a su dirección. Aceptó a todos, los bendijo para la vida monástica y los condujo a su Monasterio.
La vida de san Simeón culminó en Constantinopla. Durmió en el Señor y fue enterrado por el Patriarca en Chalke, en una iglesia dedicada a la Santísima Theotokos. Después de dos años, cuando los monjes del monasterio de Phlamourion decidieron trasladar sus sagradas reliquias a su Monasterio y abrieron su tumba, emanó una inefable fragancia y comenzaron las curaciones.
La Vida y el Servicio al Venerable Simeón el Descalzo se publicaron en Esmirna en 1646.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Venerable Simeon of Philotheou. New York, Estados Unidos: OCA.
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