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BIBLIOTECA
Dedícate con asiduidad a la oración y a la lectura santa. Distribuye tu tiempo y tus ocupaciones de tal forma que la lectura suceda a la oración y la oración a la lectura. A fin de que puedas participar de bienes tan inmensos y nunca te veas privado de ellos, cuando hayas de ocuparte de algún trabajo manual o tomar alguna refección, procura que otro te lea. De este modo, mientras tus ojos y tus manos se vuelven a la actividad externa, tu alma se alimentará de la gracia de las palabras de Dios.
San Ambrosio de Milán

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