conmemorado el 24 de noviembre.
El Hieromártir Clemente, Papa de Roma, nació en Roma en el seno de una familia rica e ilustre. Separado de sus padres desde la infancia por fuerza de las circunstancias, Clemente fue criado por extraños. Viviendo en Roma, el joven recibió una excelente educación, estuvo rodeado de lujos y tuvo acceso a la corte imperial. Mas tales comodidades no trajeron alegría a su corazón, y la sabiduría pagana no logró cautivarlo. Comenzó, pues, a reflexionar sobre el sentido de la vida.
Cuando la noticia de Cristo y Su Divina Enseñanza arribó a la capital, san Clemente partió de su casa y hacienda y se condujo hacia las tierras donde los Apóstoles predicaban. En Alejandría san Clemente se encontró con el Santo Apóstol Bernabé, escuchó sus palabras con profunda atención, y percibió el poder y la verdad de la Palabra de Dios. Al llegar a Palestina, san Clemente fue bautizado por el Santo Apóstol Pedro y se convirtió en su devoto discípulo y compañero constante, compartiendo con él, trabajo y sufrimiento. Poco antes de su propio sufrimiento y deceso, San Pedro consagró a San Clemente como Obispo de Roma. Después de la muerte del Apóstol Pedro, san Lino (67-79) fue el siguiente obispo de Roma, sucedido por san Anacleto (79-91) y luego por san Clemente (92-101).
La vida virtuosa, las obras de caridad y la actividad orante de san Clemente convirtieron a muchos a Cristo. Una vez bautizó a 424 personas en el día de Pascua. Entre los bautizados había personas de todas las clases sociales: esclavos, funcionarios e incluso miembros de la familia imperial.
Los paganos, viendo el éxito de su predicación apostólica, denunciaron a san Clemente ante el emperador Trajano (98-117), acusándolo de denostar a los dioses paganos. El emperador desterró a san Clemente de la capital, enviándolo a Crimea, para laborar en una cantera de piedra cerca de la ciudad de Kherson. No pocos de los discípulos del Santo lo siguieron voluntariamente, prefiriendo el exilio antes que la vida sin su Padre espiritual.
Cuando arribó al lugar del exilio, san Clemente encontró a muchos creyentes cristianos, condenados a trabajar en duras condiciones en medio de la escasez de agua. Oró unidamente con los condenados, y el Señor se apareció ante él en forma de cordero y le reveló la ubicación de un manantial, del que brotaba un verdadero río de agua. Este milagro atrajo a una multitud de personas a san Clemente. Al escuchar al pío predicador, cientos de paganos se convirtieron a Cristo. Cada día se bautizaban 500 hombres si no más. Y allí, en la cantera de piedra, se construyó una iglesia, en la que sirvió como sacerdote.
La actividad apostólica del Santo Clemente despertó la ira del emperador Trajano, quien mandó ahogarlo. Arrojaron al Mártir al mar con un ancla atada al cuello. Esto ocurrió en el año 101.
Los fieles discípulos del santo, Cornelio y Fibio, pidieron a la gente que orara para que el Señor les permitiera ver el cuerpo del mártir. El mar se retiró a una distancia de tres millas de la orilla y la gente caminó por el lecho marino hasta que encontraron una cueva de mármol con forma de iglesia. Allí encontraron el cuerpo incorrupto de su Archipastor en esta “Iglesia Angélica” formada por Dios. Después de esto, cada año en el aniversario de la muerte mártir de san Clemente, el mar retrocedía y durante siete días los cristianos podían venerar sus santas reliquias.
Durante el reinado del emperador bizantino Nikēphóros (802-811), por providencia divina, el mar no se retiró y las reliquias de san Clemente permanecieron inaccesibles durante cincuenta años. En tiempos del emperador Miguel y su madre Teodora (855-867), los santos Cirilo y Metodio visitaron Kherson. Cuando llegó a ellos noticia de las reliquias ocultas de san Clemente, pidieron al obispo Jorge de Kherson que orara para que el Señor les mostrara las reliquias del Hieromártir.
Los Santos Cirilo y Metodio caminaron por la orilla en procesión con el clero que los acompañó desde Constantinopla. A través de las fervientes oraciones de todos los allí reunidos, las sagradas reliquias de san Clemente aparecieron milagrosamente en la superficie del mar a la medianoche. Las llevaron solemnemente a la Iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla. Los santos Cirilo y Metodio llevaron una parte de las reliquias a Roma, pero el santo príncipe Vladimir llevó una gran parte de las reliquias a Kiev (el 15 de julio) y las colocó en la iglesia de Desyatin, junto con las reliquias. de san Fibio, donde se había construido una capilla dedicada a san Clemente.
San Clemente, contado entre los Padres Apostólicos, nos ha dejado como legado espiritual los primeros ejemplos escritos de la enseñanza cristiana (dos Epístolas a los Corintios) después de los escritos de los Santos Apóstoles.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Hieromartyr Clement, Pope of Rome. New York, Estados Unidos: OCA.
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