conmemorados el 19 de marzo.
San Crisanto provenía de una familia pagana que se había mudado a Roma desde Alejandría. Recibió una excelente educación, y entre los libros que estudió estaban aquellos en los que los paganos discutían sobre el cristianismo. El joven, sin embargo, quería leer libros escritos por los mismos cristianos. Finalmente logró encontrar una copia del Nuevo Testamento, que iluminó su alma racional.
Buscando a alguien que lo instruyera en las Sagradas Escrituras, halló al presbítero Carpóforo quien se ocultaba de la persecución, y recibió de él el Santo Bautismo. Después de ésto, comenzó a predicar el Evangelio. El padre de Crisanto trató de alejar a su hijo del cristianismo y finalmente lo casó con Daría, una sacerdotisa de la diosa Minerva.
San Crisanto consiguió convertir a su esposa a Cristo, y la joven pareja acordó mutuamente llevar una vida célibe. Después de la muerte del padre, comenzaron a vivir en casas separadas. San Crisanto convirtió a varios jóvenes a Cristo, y muchas mujeres piadosas se reunieron en torno de Santa Daría.
Los pobladores romanos se quejaron ante el Eparca Celerino de que los santos Crisanto y Daría predicaban el celibato, y atraían a incontables jóvenes hombres y mujeres al monacato. San Crisanto fue enviado ante el tribuno Claudio para entregarlo al tormento.
Los tormentos, sin embargo, no hicieron estremecer la valentía del joven mártir, pues el poder de Dios claramente lo asistió. Impresionado por ésto, el propio tribuno Claudio llegó a creer en Cristo y aceptó el Santo Bautismo junto con su esposa Hilaria, sus hijos Jasón y Mauro, y toda su casa y soldados. Cuando la noticia de ésto llegó a oídos del emperador Numerio (283-284), éste ordenó que todos fueran ejecutados. El Mártir Claudio se ahogó en el mar y sus hijos y soldados fueron decapitados. Los cristianos enterraron los cuerpos de los santos mártires en una cueva cercana, a la cual santa Hilaria acudía constantemente para orar. Una vez, la siguieron y la capturaron para torturarla. La santa pidió que le dieran unos momentos para orar, y tan pronto como terminó, entregó su alma a Dios. Un sirviente enterró a la santa en la cueva junto a sus hijos.
Los torturadores enviaron a Santa Daría a un burdel, donde fue protegida por un león enviado por Dios. Cierto hombre que trató de profanar a la santa fue derribado al suelo y aplastado por el león, mas el león no lo mató. La mártir les predicó acerca de Cristo y los puso en el camino de la salvación.
Arrojaron a san Crisanto a un pozo maloliente, en el que fluía todas las inmundicias de la ciudad. Pero una luz celestial brilló sobre él, y el pozo se llenó de una dulce fragancia.
Luego, el emperador Numerio ordenó que los santos Crisanto y Daría fueran entregados a los verdugos. Después de numerosas y crueles torturas, los mártires fueron enterrados vivos bajo el suelo.
En una cueva cercana al lugar de ejecución, los cristianos comenzaron a reunirse para conmemorar el aniversario del martirio de los santos. Celebraron los servicios de la Iglesia y participaron de los Santos Misterios. Al enterarse de ésto, las autoridades paganas sellaron la entrada a la cueva y los que estaban dentro recibieron la corona del martirio. Dos de éstos mártires son conocidos por su nombre: el Presbítero Diodoro y el Diácono Mariano.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Martyrs Chrysanthus and Daria, and those with them at Rome. New York, Estados Unidos: OCA.
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