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SANTA CREYENTE DE LA VERDAD TAMARA, REINA DE GEORGIA

conmemorada el 1° de mayo.


La Santa Creyente de la Verdad Tamara, Reina de Georgia (ru. Святая Благоверная Царица Грузии Тамара), hija del rey Jorge III (ru. Георгий III, 1155-1184) y la reina Burdukhan de Georgia, nació en el año 1166. El rey proclamó que compartiría el trono con su hija desde el día en que cumpliera doce años. La corte real juró unánimemente lealtad y servicio a Tamara, y padre e hija gobernaron el país unidamente durante cinco años. Tras el reposo del rey Jorge en el año 1184, la nobleza reconoció a la joven Tamara como única gobernante de toda Georgia. La reina Tamara fue entronizada como gobernante de toda Georgia a la edad de dieciocho años. Se la llama «Rey» en georgiano porque su padre no tuvo heredero varón, por lo que gobernó como monarca y no como consorte.

Al comienzo de su reinado, Tamara convocó un concilio eclesiástico y se dirigió al clero con sabiduría y humildad, aconsejando: “Juzguen según la justicia, afirmando el bien y condenando el mal”. “Empecemos por mí. Si peco, seré censurada, pues la corona real desciende de lo alto como señal de servicio divino. No permitamos que la riqueza de los nobles ni la pobreza de las masas obstaculicen nuestra obra. Ustedes con la palabra y yo con las obras, ustedes con la predicación y yo con la ley, ustedes con la crianza y yo con la educación, cuidaremos de las almas que Dios nos ha confiado, y juntos cumpliremos la ley de Dios para escapar de la condenación eterna... Ustedes como sacerdotes y yo como gobernante, ustedes como administradores del bien y yo como vigilante de dicho bien”.

La Iglesia y la corte real eligieron un pretendiente para Tamara: Yuri, hijo del Santo Príncipe Andréi Bogoliubsky (ru. Андрей Боголюбский, «Andrés, el Que ama a Dios», 4 de julio) de Vladímir-Súzdal (en Georgia, Yuri era conocido como «Jorge el Ruso»). El apuesto Yuri fue un valiente soldado, y bajo su mando los georgianos retornaron victoriosos de numerosas batallas. Sin embargo, su matrimonio con Tamara expuso muchas de las facetas más groseras de su carácter. A menudo se emborrachaba y era propenso a actos inmorales. Finalmente, la corte de Tamara lo expulsó de Georgia a Constantinopla, con una generosa recompensa. Muchos gobernantes de Oriente Medio se sintieron atraídos por la belleza de la reina Tamara y desearon casarse con ella, mas ella rechazó a todos. Ante la insistencia de su corte, eventualmente, accedió a casarse por segunda vez para asegurar la preservación de la dinastía. Ésta vez, sin embargo, le pidió a su tía y nodriza Rusudan (hermana del rey Jorge III) que la buscara un pretendiente. El hombre que eligió, Davit-Soslan Bagrationi, era hijo del gobernante osetio y descendiente del rey Jorge I (1014-1027).

En el año 1195, se planeó una campaña militar musulmana conjunta contra Georgia bajo el liderazgo del Atabeg (comandante militar) Abu Bakr, del Azerbaiyán persa. A la orden de la reina Tamara, se hizo un llamamiento a las armas. El Metropolitano Antón de Chqondidi (ru. Чкондиди) instruyó a los fieles a celebrar Vigilias Nocturnas y Liturgias, y a distribuir limosna generosamente para que los pobres pudieran descansar de sus labores y orar. En diez días, el ejército estuvo preparado, y la reina Tamara se dirigió a los soldados georgianos por última vez antes del inicio de la batalla: “¡Hermanos míos! No dejen que sus corazones tiemblen ante la multitud de enemigos, porque Dios está con nosotros... ¡Confíen solo en Dios, vuelvan sus corazones a Él con rectitud y pongan toda su esperanza en la cruz de Cristo y en la Santísima Theotokos!”.

Tras descalzarse, la reina Tamara subió la colina hasta la iglesia de la Theotokos de Metekhi (en Tiflis) y se arrodilló ante el icono de la Santísima Theotokos. Oró sin cesar hasta que llegó la buena noticia: la batalla cerca de Shamkori había terminado con la victoria indiscutible del ejército georgiano ortodoxo.

Tras ésta victoria inicial, el ejército georgiano se embarcó en una serie de triunfos sobre los turcos, y los países vecinos comenzaron a considerar a Georgia como la protectora de toda la Transcaucasia. A principios del siglo XIII, Georgia era una autoridad política dominante, reconocida tanto por el Occidente cristiano como por el Oriente musulmán.

Los éxitos militares de Georgia alarmaron al mundo islámico. El sultán Rukn al-Din estaba convencido de que una fuerza musulmana unida podría decidir definitivamente la cuestión del poder en la región, y marchó sobre Georgia alrededor del año 1203, al mando de un enorme ejército.

Habiendo acampado cerca de Basiani, Rukn al-Din envió un mensajero a la reina Tamara con una audaz exigencia: rendirse sin luchar. En recompensa por su obediencia, el sultán prometió casarse con ella con la condición de que abrazara el islam. Si Tamara se adhería al cristianismo, la incluiría entre las demás desafortunadas concubinas de su harén. Cuando el mensajero transmitió la exigencia del sultán, un noble, Zakaria Mkhargrdzelidze, se indignó tanto que lo abofeteó, dejándolo inconsciente. Por orden de la Santa Reina Tamara, la corte otorgó generosamente obsequios al embajador y lo despidió con un enviado georgiano y una carta de respuesta. “Su propuesta toma en consideración su riqueza y la inmensidad de sus ejércitos, pero ignora el juicio divino”, escribió Tamara, “mientras que no pongo mi confianza en ningún ejército ni en nada mundano, sino en la diestra de Dios Todopoderoso y en la infinita ayuda de la Cruz, que maldicen. La voluntad de Dios, y no la suya, se cumplirá, y el juicio de Dios, y no el suyo, reinará”.

Los soldados georgianos fueron convocados sin demora. La reina Tamara oró por la victoria ante el Icono Vardzia de la Theotokos y luego, descalza, condujo a su ejército hasta las puertas de la ciudad. Con la esperanza puesta en el Señor y en las devotas oraciones de la reina Tamara, el ejército georgiano marchó hacia Basiani. El enemigo fue derrotado. La victoria en Basiani fue un acontecimiento trascendental no solo para Georgia, sino para todo el mundo cristiano.

Las victorias militares aumentaron la fe de la reina Tamara. De día, brillaba con sus galas reales y administraba sabiamente los asuntos del gobierno; de noche, de rodillas, suplicaba al Señor con lágrimas en los ojos que fortaleciera a la iglesia georgiana. Se dedicaba a la costura y distribuía sus bordados a los necesitados. En una ocasión, exhausta por la oración y la costura, Tamara se quedó dormida y se la concedió una visión. Al entrar en una casa opulentamente amueblada, vio un trono de oro adornado con joyas. Se giró para acercarse, pero de repente la detuvo un Anciano coronado con un halo. “¿Quién es más digno que yo de recibir un trono tan glorioso?”, le preguntó la reina Tamara. Él le respondió: “Este trono está destinado a tu sierva, que cosió vestimentas para doce sacerdotes con sus propias manos. Ya posees un gran tesoro en este mundo”. Y él la señaló en una dirección diferente. Al despertar, la Santa Reina Tamara se puso manos a la obra y con sus propias manos cosió vestimentas para doce sacerdotes.

La historia ha preservado otro episodio conmovedor de la vida de la Reina Tamara. En una ocasión, mientras se preparaba para asistir a una Liturgia Festiva en Gelati, abrochó preciosos rubíes al cinturón que llevaba en torno de la cintura. Poco después, le dijeron que un mendigo fuera de la torre del Monasterio pedía limosna, y ordenó a su séquito que esperara. Después de vestirse, salió a la torre, pero no encontró a nadie allí. Terriblemente angustiada, se reprochó haber negado a los pobres y, con ello, a Cristo mismo. Inmediatamente se quitó el cinturón, causa de su tentación, y lo presentó como ofrenda al Icono de la Theotokos en Gelati.

Durante el reinado de la reina Tamara, se esculpió una auténtica ciudad monástica en las rocas de Vardzia, y la piadosa gobernante georgiana trabajaba allí durante la Gran Cuaresma. Las iglesias de Pitareti, Kvabtakhevi, Betania y muchas otras también se construyeron en esa época.

La Santa Reina Tamara dotó generosamente las iglesias y Monasterios no solo en territorio georgiano, sino también fuera de sus fronteras: en Palestina, Chipre, el Monte Sinaí, las Montañas Negras, Grecia, el Monte Athos, Petritsoni (Bulgaria), Macedonia, Tracia, Rumanía, Isauria y Constantinopla. La Santa Creyente de la Verdad Tamara, dirigida por la divinidad, abolió la pena de muerte y todas las formas de tormento corporal.

La observancia regular y secreta de un estricto régimen ascético —ayuno, lecho de piedra y letanías cantadas descalza— finalmente afectó la salud de la Santa Reina Tamara. Por largo tiempo se abstuvo de hablar sobre su condición, mas cuando el dolor se tornó insoportable, finalmente buscó ayuda. Los mejores médicos de la época no pudieron diagnosticar su enfermedad, y el temor al desastre se apoderó de toda Georgia. Todos, desde los más pequeños hasta los más grandes, oraron fervientemente por la gobernante y defensora de Georgia. El pueblo estaba dispuesto a ofrecer no solo sus propias vidas, sino incluso las de sus hijos, por el bien de su amada gobernante.

Dios envió a Tamara una señal cuando Lo plugo recibirla en su Reino. Entonces, la piadosa gobernante se despidió de su corte y se dirigió en oración a un icono de Cristo y a la Preciosa Cruz: “¡Señor Jesucristo! ¡Amo omnipotente del cielo y de la tierra! A ti entrego la nación y el pueblo que me fueron confiados y que compraste con tu Preciosa Sangre, los hijos que me diste, y a ti, Señor, te entrego mi alma”.

El lugar de sepultura de la Santa Reina Tamara ha permanecido en el misterio hasta nuestros días. Algunas fuentes afirman que su tumba se encuentra en Gelati, en una serie de criptas pertenecientes a la dinastía Bagrationi, mientras que otras sostienen que sus santas reliquias se conservan en una cripta del Monasterio de la Santa Cruz en Jerusalén.

A la Santa Creyente de la Verdad Tamara se la conmemora el Domingo de las Mirróforas, así como en su conmemoración habitual, el 1° de mayo.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2025). Right Believing Tamara, Queen of Georgia. New York, Estados Unidos: OCA.

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