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SANTA GRAN MÁRTIR FOTINÍ, LA MUJER SAMARITANA Y SUS ACOMPAÑANTES

conmemorada el 26 de febrero.

 

Hoy, 26 de febrero la Iglesia de Cristo conmemora a la Santa Gran Mártir Fotiní, la mujer samaritana, a sus acompañantes: sus hermanas Fotida, Fota, Paraskeva, Anatolia y Kiriakí, así como sus dos hijos: Fotinós y Josías.


Su fe en Jesucristo era tan cálida que no esperó a ser convocada por Nerón para ser castigada por predicar el Santo Evangelio del Señor. En vez de eso, ella lo buscó.


Y cuando el infame tirano romano (54-68 d.C.) la miró ferozmente y pidió saber por qué ella y varios de sus acompañantes habían pedido reunirse con él, ella respondió sin duda alguna: “Hemos venido a enseñarte a creer en Cristo”. El sorprendido emperador, infase por su odio hacia los cristianos y su presteza en asesinarlos ante la más mínima provocación, difícilmente podía creer lo que sus oídos habían escuchado.


Sorprendido se inclinó hacia adelante en su trono y la ordenó que se identificase a sí misma y a las cinco mujeres y dos jóvenes que la habían acompañado a esa entrevista. Sin ningún tipo de objeción, le proporcionó los nombres de sus cinco hermanas y los de sus dos hijos ─quienes, como devotos cristianos, no temían el tormento.


Cada vez más agitado, Nerón esperó a que la santa finalizase sus presentaciones. Ahora la miraba más ferozmente mientras su redonda cabeza se tornaba púrpura ─lo cual no era buen indicio. “¿Y todos ustedes están de acuerdo en morir por ese Nazareno?” Ella sonrió.

Su nombre era Fotiní y había llegado a Roma a través de Cartago en el norte de África, donde ella, su familia y amigos habían estado predicando el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesús Cristo. Ciertamente Fotiní había sido arrastrada hacia Roma por los soldados de Nerón luego de que la hubieron observado hablar a multitudes de personas embelesadas por su relato del Milagro de los Panes y los Peces, la Última Cena y las Tres Cruces que habían estado juntas en la cima del monte Calvario en Palestina.


“Les he hecho una pregunta. ¿Están preparados para morir por el Nazareno?” Santa Fotiní, también conocida por generaciones de cristianos como la “Mujer Samaritana” que se encontró con Jesús en el Pozo de Jacob y que se convirtió a Su Santo Evangelio en ese instante, miró directamente a los ojos del hombre más poderoso en la tierra. “Sí, por Su amor nos alegramos y en Su nombre moriremos alegremente”. Nerón había escuchado suficiente. Girando en su silla recubierta de joyas llamó a los guardias del palacio, e inmediatamente les ordenó que azotasen con varas de hierro las manos de los prisioneros. Así lo hicieron durante más de una hora, pero se mostraron sorprendidos cuando, a pesar de ello, parecían no sentir dolor. Tampoco sus manos mostraban signos de lesión alguna. Y cuando se le preguntó a Fotiní que por qué no gritaba en agonía, ella habló con una voz que tenía un dejo de gozo, mientras citaba un salmo bastante conocido del David: “Dios es mi ayuda. No importa lo que cualquiera me haga. Yo no temeré.”


Nerón agitó su cabeza sorprendido. Luego decidió emplear otra táctica. Después de arrojar a sus hijos en una celda ordenó que Fotiní y sus cinco hermanas fuesen llevadas hacia un inmenso y brillante salón de recepciones. Muy pronto cada una de ellas estaba sentada en un trono de oro frente a una mesa llena de las más bellas telas, joyas y monedas de oro. Si el tormento era fútil, ¿por qué no tentar a esas tontas mujeres cristianas a que renuncien a su fe por causa de joyas relucientes y vestidos opulentos?


Decidido en su plan, Nerón también envió a la cámara dorada a su propia hija Domnina y a sus niñas esclavas, en donde ellas intentarían persuadir a las cautivas a renunciar a su fe y a negar a su Dios. Pero el pérfido plan de Nerón sufrió un revés. Luego de recibir amablemente a la princesa, la Santa Mujer Samaritana le comenzó a hablar de las maravillas del Santo Evangelio y los milagros del Hijo de Dios. Y en pocas horas Domnina y sus cientos de niñas esclavas se habían convertido y bautizado.


Llamada ahora “Anthousa”, la hija de Nerón les indicó a sus siervos que vendiesen todas sus joyas y adornos y que las ganancias fuesen entregadas a los necesitados. Nerón estaba casi al borde la locura cuando ordenó que Fotiní y sus acompañantes fuesen arrojadas dentro de un horno ardiente y que después de siete días ellas emergieran de entre las llamas sin que uno sólo de sus cabellos hubiera sido siquiera chamuscado.


Cuando anunció que les haría beber veneno ella se adelantó solicitando ser la primera víctima: “Oh Rey yo beberé primero la poción para que tú puedas ver el poder de mi Dios y mi Cristo”. Cuando la poción falló, el iracundo tirano hizo que los decapitaran a todos ─con la excepción de Santa Fotiní quien, en primer lugar, fue arrojada dentro de un pozo seco y luego abandonada a perecer en una celda en prisión. Allí, luego de una visión en la cual, según se dice, se apareció Jesús Cristo ante la santa, y trazando tres veces sobre ella el signo de la Cruz, entregó su espíritu y se dirigió a recibir su recompensa celestial.


Conocida por los cristianos por cerca de veinte siglos como la “Mujer del Pozo”, Santa Fotiní había admitido haber llevado una vida pecadora en Palestina hasta su encuentro con el Mesías en el Pozo de Jacob. Ésta historia está descrita con gran elocuencia y belleza por el Evangelista san Juan:

 

Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.» Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.» Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.» Él le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» Respondió la mujer: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad.» Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.» Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad». (Jn 4:6-24)

 

El encuentro en el Pozo de Jacob cambió su visión de la realidad en un instante a la Mártir Fotiní. Bautizada en Pentecostés viajó a lo largo del Medio Oriente en la búsqueda de conversos y no dudó en incluir a sus amadas hermanas y sus dos hijos en sus tareas por Dios y Su Santa Iglesia. La vida de la Gran Mártir Santa Fotiní nos enseña una maravillosa lección acerca de la infinita misericordia de Dios. A pesar de que ella se encontraba luchando con su propio pecado en el momento en que se aproximó al Pozo de Jacob, Dios le envió su gracia ─con súbita conversión─ que la transformó en una mujer amorosa y de gran fe. Qué inspirador y reconfortante es saber que Él tiene el mismo amor ardiente por cada uno de nosotros.

 

 

 

REFERENCIAS

La Ortodoxia es la Verdad. (2024). Santa Fotiní, la Mujer Samaritana. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

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