conmemorados el 26 de agosto.
Los jóvenes Santos Mártires Adrián y Natalia contrajeron matrimonio un año antes de su martirio y vivieron en Nicomedia durante la época del emperador Maximiano (305-311). El emperador prometió una recompensa a quien delatara a los cristianos para llevarlos a juicio. Así pues, comenzaron las denuncias, y veintitrés cristianos fueron capturados en una cueva cerca de Nicomedia.
Fueron torturados, instados a adorar ídolos y luego llevados ante el pretor para registrar sus nombres y respuestas. Adrián, jefe del pretorio, observó cómo éstas personas sufrían con tanto valor por su fe. Al ver con qué firmeza y valentía confesaban a Cristo, preguntó: “¿Qué recompensa esperáis de vuestro Dios por vuestro sufrimiento?” Los mártires respondieron: “Recompensas que ni somos capaces de describir ni su mente es capaz de comprender”. San Adrián dijo a los escribas: “Escribid también mi nombre, porque soy cristiano y muero gozosamente por Cristo Dios”.
Los escribas informaron de ésto al emperador, quien convocó a san Adrián y preguntó: “¿De verdad te has vuelto loco que quieres morir? Ven, tacha tu nombre de las listas y ofrece sacrificios a los dioses, pidiendo su perdón.
San Adrián respondió: “No he perdido la cabeza, sino que la he encontrado”. Maximiano ordenó entonces que encarcelaran a Adrián. Su esposa, Santa Natalia, sabiendo que su marido iba a sufrir por Cristo, se alegró, porque ella misma era cristiana secretamente.
Se apresuró hasta la prisión y animó a su marido diciéndole: “Bienaventurado eres, señor mío, porque has creído en Cristo. Has obtenido un gran tesoro. No te arrepientas de nada terrenal, ni de la belleza, ni de la juventud (Adrián tenía entonces 28 años), ni de las riquezas. Todo lo mundano es polvo y ceniza. Sólo la fe y las buenas obras agradan a Dios”.
Por promesa de los demás mártires, liberaron a san Adrián de la prisión para dejarle saber a su esposa el día de su ejecución. Al principio Santa Natalia pensó que había renunciado a Cristo y por tanto había sido liberado, y no quiso dejarlo entrar a la casa. El Santo convenció a su esposa de que no había huido del martirio, sino que había venido a darle la noticia del día de su ejecución.
Torturaron cruelmente a san Adrián. El emperador sugirió al Santo que tuviera piedad de sí mismo e invocara a los dioses, pero el Mártir respondió: “Que tus dioses digan qué bendiciones me prometen, y luego los adoraré; mas si no pueden hacerlo, ¿por qué debería adorarlos?”. Santa Natalia no dejó de animar a su marido. Le pidió también que orara a Dios por ella, para que no la obligaran a casarse con un pagano después de su muerte.
El verdugo ordenó quebrar las manos y piernas de los Santos sobre un yunque. Santa Natalia, temiendo que su marido dudara al ver los sufrimientos de los demás mártires, pidió al verdugo que comenzara por él y la permitiera poner ella misma manos y piernas sobre el yunque.
Quisieron quemar los cuerpos de los Santos, pero se levantó una tormenta y el fuego se apagó. Muchos de los verdugos incluso fueron alcanzados por un rayo. Santa Natalia tomó la mano de su marido y la guardó en casa. Pronto, un comandante del ejército pidió la aprobación del emperador para casarse con Santa Natalia, que era joven y rica. Pero ella se ocultó en Bizancio. San Adrián se apareció ante ella en sueños, diciendo que pronto descansaría en el Señor. La Mártir, ciertamente agotada por los sufrimientos precedentes, pronto durmió en el Señor.
Los Santos Adrián y Natalia son patronos de los matrimonios, lo mismo que los Santos Timoteo y Maura (3 de mayo). El Monasterio de Kykkos en Chipre guarda parte de las reliquias de Santa Natalia.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Martyrs Adrian and Natalia and 23 Companions of Nicomedia. New York, Estados Unidos: OCA.
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